Varios proyectos nacionales utilizan la comida como herramienta creativa con capacidad para comunicar y triunfan en galerías, eventos de moda e instalaciones
Algunas cosas han cambiado muy poco a lo largo de los siglos. La predilección por comer bien y la búsqueda de experiencias que nos hagan sentir cuidados y especiales han acompañado a nuestra especie desde hace largo. Sea cual sea el lugar o la condición, en la mesa más fina o en la barra del bar de la esquina, recibir un plato delicioso se corona como un momento irrepetible. Una experiencia que implica confiar ciegamente en alguien que te alimenta, entregando la capacidad de nutrirte a un tercero.
Hablar de experiencias gastronómicas implica retroceder mucho en el tiempo. “La colaboración del mundo de la cocina con otras disciplinas no es nueva […]. Si analizamos el término ‘experiencia gastronómica’ tal y como se entiende en la actualidad, se observan claros paralelismos conceptuales con lo que pasaba en las cocinas europeas más elitistas en la Edad Moderna.”, indica Magalí Ortiz en su trabajo de investigación sobre el libro Arte de Cocina, de Francisco Martínez de Montiño. ¿Qué tienen en común entonces un banquete de la corte del Rey Sol y un catering especializado en dirección de arte? La clara intención por sorprender, la implicación de los cinco sentidos y la forma de otorgar de significado y simbología a los alimentos.
Estas características pusieron en el punto de mira el trabajo de artistas como Laila Gohar (Egipto, 1988). Reconocida por su trabajo con la comida como medio creativo, fue una de las precursoras de este tipo de instalaciones en las que el alimento se convierte en algo interactivo con el que construir una historia. En España, encontramos esta tendencia al alza, con varias iniciativas que emplean espacios, materiales, referencias, conceptos y otras disciplinas artísticas para poner la mesa. Todas ellas tienen una intención: utilizar la comida y el alimento como herramienta creativa con capacidad para comunicar. En estos eventos efímeros, los comensales-asistentes son invitados a vivir la comida cuestionando las costumbres, jugando y sobre todo, compartiendo.
Los perfiles detrás de estos proyectos son muy variados. Fondo Supper Club lo forman cuatro creativas a las que unió la inquietud por la alimentación: Nora Silva, artista; Belén Cabello, diseñadora; Marta Moya, cocinera; y Sara Oldenburg, sumiller. Se conocieron creando el primer supper club, una cena-exposición junto a la artista Esther Merinero. Cenas privadas en las que gente desconocida se junta alrededor de una mesa para vivir una experiencia única a manos del equipo. Desde entonces crean eventos e instalaciones junto a galerías de arte u otros colectivos en las que la comida, siempre vegetariana, es utilizada como elemento narrativo. Quieren mostrar cómo no es necesaria la presencia de carne ni pescado en un catering. “Esto mismo y la presencia del arte y del diseño en nuestros trabajos es lo que empezó a atraer a marcas. Se ha entendido que la comida puede reforzar un concepto, una identidad”, cuenta Silva. De ahí que muchas firmas prefieran recurrir a este tipo de proyectos para llevar a cabo presentaciones e inauguraciones. Gabfoods es otro de los estudios de comida creativo especializado en eventos y catering, en el que el diseño y la puesta en escena tienen un papel importante.
La forma en que la comida se está utilizando como herramienta creativa en proyectos artísticos y gastronómicos me parece muy interesante. Iniciativas como las de Fondo Supper Club muestran cómo la comida puede ir más allá de lo funcional, convirtiéndose en una experiencia sensorial, conceptual o incluso artística. Al integrar el arte, el diseño y la gastronomía, estos proyectos invitan a cuestionar costumbres y vivir momentos únicos en torno a la comida o la mesa. Me parece interesante ver cómo la comida se utiliza no solo para nutrirnos y alimentarnos, sino también para comunicar e inspirar.
El artículo destaca cómo la comida ha trascendido su función nutricional para convertirse en una herramienta creativa en proyectos artísticos y de diseño. Iniciativas como Fondo Supper Club y Gabfoods muestran cómo la gastronomía puede transformar una simple comida en una experiencia sensorial y narrativa.