El científico Francisco Barro y su equipo del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC han desarrollado una variedad de trigo sin gluten en el laboratorio, pero no pueden cultivarlo en Europa debido a las restricciones legales. Han utilizado la técnica CRISPR para modificar genéticamente el trigo sin necesidad de introducir ADN exógeno, evitando así considerarlo transgénico según las normativas europeas actuales.
A pesar de esto, la Unión Europea está considerando actualizar su normativa para permitir la comercialización de plantas modificadas genéticamente que no contengan ADN exógeno. Mientras tanto, el trigo sin gluten español desarrollado por Barro y su equipo tiene una patente y buscan comercializarlo en el extranjero, posiblemente importando harina de países como Estados Unidos o Japón.
A pesar de las dificultades legales en Europa, Barro está optimista sobre la posibilidad de que su trigo sin gluten esté disponible en el mercado en un plazo de unos seis o siete años, siempre y cuando se resuelvan los problemas normativos y los ensayos clínicos sean exitosos.
El trigo sin gluten desarrollado por Francisco Barro sería una solución para las personas intolerantes al gluten, pero su cultivo en territorio europeo se ve obstaculizado por las normativas actuales.
Sin embargo, existe la esperanza de que la normativa europea se actualice y permita la comercialización de plantas modificadas genéticamente sin ADN exógeno, lo que podría abrir las puertas para la introducción de esta variedad de trigo en el mercado en un futuro cercano.
Esta noticia me parece muy interesante y prometedora para el futuro de los alimentos en relación con nuestra salud. Los investigadores utilizan CRISPR para alterar con precisión las secuencias de ADN de las plantas que están relacionadas con rasgos específicos, con el fin de conseguir plantas con tales caracteres modificados. El artículo demuestra cómo gracias a esta técnica se ha conseguido generar nada menos que trigo sin gluten.
Me parece una pena que, al menos en la actualidad, su cultivo no se pueda extender debido a limitaciones legales; aunque, por otra parte, también creo que debe estudiarse muy bien el modo en que su presencia en la naturaleza puede afectar a las variedades tradicionales y locales.
En definitiva, creo que la noticia es un buen reflejo de cómo la investigación en materia de alimentación y agricultura puede contribuir a facilitar la vida de las personas. Y eso, personalmente, me anima mucho a estudiar cómo poder, en el futuro, llegar a trabajar y conseguir algo tan brillante.
Es interesante ver como la ciencia avanza en la creación de trigo sin gluten que podría beneficiar mucha gente. Sin embargo, resulta frustrante que las regulaciones actuales en Europa impidan su cultivo, a pesar de que se ha desarrollado mediante técnicas avanzadas. La posibilidad de que la normativa se actualice es una esperanza alentadora, ya que esto podría abrir la puerta a nuevos productos que mejoren la calidad de vida de quienes no pueden ingerir gluten.