El hallazgo del queso más antiguo del mundo revela una compleja relación evolutiva entre humanos y microbios. Muestras de kéfir de hace 3. 600 años encontradas en China plantean nuevas hipótesis sobre el origen de la fermentación en la prehistoria como técnica para conservar alimentos.
En la década de 1970, un equipo de arqueólogos descubrió momias en la cuenca del Tarim, en China, que sorprendieron a muchos por su antigüedad y buen estado de conservación. Después de años de investigación, se encontró que algunas de las momias tenían restos de queso de kéfir en el cuello. Gracias a técnicas avanzadas de análisis de ADN antiguo, se pudo confirmar que este queso era de hace 3. 600 años, siendo el más antiguo registrado hasta la fecha.
Qiaomei Fu, paleogenetista, y su equipo lograron extraer y analizar el material genético del queso, revelando una estrecha relación entre humanos y bacterias probióticas a lo largo de la historia. La interacción entre personas y microbios ha sido fundamental en la evolución de la alimentación y la cultura prehistórica. La fermentación de alimentos, como el queso de kéfir, permitió a las personas preservar alimentos de manera duradera y mejorar su digestión, especialmente en poblaciones intolerantes a la lactosa.
Investigaciones recientes sugieren que el kéfir pudo haber tenido orígenes en el Tíbet, en lugar del Cáucaso como se pensaba anteriormente. El ADN de las bacterias encontradas en las muestras de queso de kéfir de las momias pertenece a una subespecie diferente a la típica de Europa y otras regiones, lo que sugiere múltiples rutas de propagación de esta técnica. Además, se encontró evidencia de intercambios genéticos entre las bacterias a lo largo del tiempo, lo que mejoró su adaptación a los humanos.
La coevolución entre humanos y microbios a lo largo de miles de años ha sido fundamental en la adaptación a nuevas condiciones ambientales y en la mejora de la dieta. Los intercambios culturales y las interacciones evolutivas entre humanos y bacterias han moldeado estilos de vida específicos y promovido cambios tecnoculturales a lo largo de la historia. Este descubrimiento arroja luz sobre la importancia de estas relaciones simbióticas en la evolución humana y alimentaria, y cómo han ayudado a las poblaciones a mantenerse adaptadas y saludables a lo largo de los siglos.
El descubrimiento del queso más antiguo es interesante porque nos muestra cómo los humanos y las bacterias han trabajado juntos durante miles de años para mejorar nuestra alimentación y salud. La fermentación, como la del kéfir, no solo ayudaba a conservar los alimentos, sino que también los hacía más fáciles de digerir. Es sorprendente que el kéfir pudiera haber tenido su origen en el Tíbet, lo que cambia lo que sabíamos sobre su origen. Este hallazgo destaca la importancia de las bacterias en nuestra salud, tanto en el pasado como hoy.