Una alimentación se considera sostenible cuando durante su producción se ha reducido el impacto medioambiental y se respeta a la biodiversidad, y a través de cual se contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional. Tener en cuenta qué alimentos se incluyen en la dieta puede repercutir tanto nuestra salud como en la del planeta.
“A pesar de los éxitos de la agricultura en las últimas tres décadas, los sistemas alimentarios y las dietas actuales no son sostenibles”. Esto es lo que afirma la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe Dietas sostenibles y biodiversidad.
Según la FAO, la alimentación sostenible parte de una producción de alimentos con un impacto ambiental reducido. También debe respetar la biodiversidad y los ecosistemas, económicamente justa y asequible. Además de ser nutricionalmente inocua y saludable. Así se optimizan los recursos naturales y humanos para garantizar que las generaciones futuras tengan acceso a una vida saludable en un entorno de desarrollo sostenible.
El impacto de la alimentación sostenible en el planeta
Según Statista, los sistemas alimentarios suponen el cerca del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel global.
Su producción utiliza el 48% de los recursos naturales, el 70% del agua dulce y contribuye notablemente a la deforestación y la pérdida de biodiversidad, advierte la FAO en otro informe. Son datos que reflejan un reto épico: alimentar a 7.500 millones de personas, una población que según todas las previsiones en 2050 superará los 9.600 millones. La conclusión es que el modelo de producción actual no es sostenible y de seguir así necesitará recursos equivalentes a casi tres planetas.
La meta es lograr una industria alimentaria que sea sostenible en todos los eslabones de la cadena, es decir, en todas las etapas por las que pasan desde su producción hasta su consumo, incluyendo su empaquetado, su transporte y su venta. Las cadenas de suministro sostenibles persiguen que haya un equilibrio entre el beneficio económico, el bienestar social y el respeto al medioambiente. Así se garantizan las buenas prácticas, la trazabilidad de los productos y unas condiciones justas para productores, intermediarios y consumidores. Cada vez son más las empresas y grandes superficies que incorporan medidas de carácter sostenible a sus cadenas de suministro o programas de compras.
Conversión ecológica para producir de manera sostenible
En países como España, y con el objetivo de impulsar la producción ecológica, los agricultores y ganaderos disponen de préstamos para quienes quieran convertir una explotación agrícola o ganadera convencional en ecológica. BBVA es la primera entidad en este país que ofrece una línea de financiación que les permitirá, durante el periodo de conversión, hacer frente a los posibles desajustes entre ingresos y gastos que se generan a la hora de cumplir la normativa de la Unión Europea para comercializar productos ecológicos.
El artículo ofrece una visión clara y fundamentada sobre la alimentación sostenible, subrayando la importancia de reducir el impacto ambiental en la producción de alimentos. Resalta la necesidad de equilibrar el bienestar social, económico y ecológico para garantizar un futuro sostenible, lo que lo convierte en una lectura relevante y necesaria para concienciar sobre el tema.