¿Por qué comemos tanto en las salas de cine? (Hay una explicación científica)
Casi como si se tratase de un ritual, antes de sentarse en sus butacas a disfrutar de una película en el cine, la mayoría de los espectadores tiene una regla de oro: comprar palomitas (y si son del tamaño grande, mejor). Una vez comienza la proyección, se activa la cuenta atrás para llegar al final del bote y –seamos claros– también para evitar que tu acompañante te robe más de la cuenta. Pero, ¿por qué se despierta el apetito de manera intensa mientras vemos una película?
El fenómeno de sentir hambre mientras disfrutamos de una película en la pantalla grande tiene mucho que ver con el entorno en el que comemos. Y es que el espacio produce un importante impacto en nuestras elecciones y comportamientos a la hora de comprar comida.
Por eso los cines buscan crear un espacio sensorial ‘prefabricado’ con una iluminación tenue que cree un ambiente relajado y centrado en la pantalla. Es una estrategia que también utilizan los restaurantes de lujo para animar a los comensales a comer más, condicionando su estado de ánimo. Sarah Lefebvre, profesora de marketing en la Universidad Estatal de Murray, en Kentucky, Estados Unidos, destaca que la disminución de la iluminación nos induce a estar más relajados, y en ese estado tendemos a consumir más porque la preocupación por la cantidad de comida que ingerimos se desvanece, no le prestamos atención.
La disminución de la iluminación nos relaja y, en ese estado, tendemos a consumir más porque la preocupación por la cantidad de comida que ingerimos se desvanece
La iluminación baja no solo influye en la cantidad que comemos, sino también en nuestras preferencias a la hora de elegir. Hay estudios que demuestran que, en ambientes con poca luz, las personas tienden a optar por comidas más ‘indulgentes’ en lugar de saludables. Esta tendencia se amplifica en el cine, donde la distracción con la trama en pantalla juega un papel adicional. Es aquí donde las palomitas de maíz, un snack poco atractivo en otros lugares, se convierten en un capricho reconfortante. Del que siempre queremos más.
Incluso el sabor de los alimentos se ve influenciado por la iluminación. Lefebvre explora la ‘compensación sensorial’, una teoría que sugiere que la privación de un sentido puede intensificar otro. En un estudio, descubrió que en condiciones de poca luz, los alimentos con un único matiz de sabor, como dulce o salado, saben mejor que cuando están iluminados. Sin embargo, cuando se agrega un segundo elemento de sabor, la diferencia que experimentamos al comerlo en un lugar iluminado u oscuro, disminuye.
Al no ver la comida, los alimentos con un único matiz de sabor, como dulce o salado, nos saben mejor que cuando están iluminados
En el apetito que se nos despierta en el cine también intervienen otros factores ambientales como el aire acondicionado de las salas. Una temperatura baja consigue que queramos comer más, puesto que el frío consume nuestras reservas de energía y hace que el cerebro envíe señales en busca de más calorías. Y los cines, obviamente, aprovechan esta técnica de termostato.
¿Y lo que hay en la pantalla no afecta en el apetito? Evidentemente, las películas en sí mismas desempeñan un papel determinante en nuestro ritual gastronómico en el cine. De hecho, los personajes y la trama pueden moldear nuestro apetito durante la proyección.
Seguro que te ha pasado alguna vez que has visto a un personaje comiendo una hamburguesa o cualquier otra apetitosa comida en una escena y has cogido un gran puñado de palomitas. Así lo explica Vivien Shuo Azhou, profesora de estudios de comunicación en la Universidad Bautista de Hong Kong: «Las acciones de los personajes de las películas, particularmente cuando están comiendo, crean patrones en la forma en que come la audiencia».
Se trata de un efecto de imitación –o experiencia vicaria– donde los espectadores comen cuando los personajes lo hacen, a modo de imitación. Aunque no ocurre siempre, solo cuando las personas se identifican con los personajes de la película, aclara Zhuo. Además, añade: «Comer es un comportamiento relacionado con objetivos, y cuando nos preocupamos por un personaje, inconscientemente adoptamos sus objetivos como propios».
Algunos cines en los que se permite cenar dentro de la sala llevan esta relación entre la película y la comida un paso más allá, ofreciendo elementos temáticos del menú que coinciden con la trama de la película. Por ejemplo, ante el fenómeno de la película Barbie, el menú edición limitada de palomitas rosas en las cajas de las muñecas está siendo un éxito rotundo entre los asistentes de todas las edades.
El apetito en el cine es más que un simple antojo, es una experiencia cuidadosamente diseñada. La importancia de la iluminación en la sala y la temperatura en esta, es vital a la hora de generar apetito y deshinibirse de la cantidad de comida que consumes. Es fascinante cómo el entorno condiciona nuestro comportamiento, haciendo que snacks como las palomitas se vuelvan irresistibles en ese contexto. Las sensaciones y experiencias son las técnicas más eficaces en el mercado de alimentación.
Es realmente curioso cómo el entorno del cine puede activar nuestro apetito. La combinación de luces tenues y el aire acondicionado frío crea un ambiente que nos invita a comer más, incluso si no teníamos hambre. Me parece impresionante cómo las palomitas se vuelven el snack por excelencia en esta experiencia. Además, ver a los personajes comiendo en pantalla puede desencadenar el deseo de disfrutar de un bocado. ¡Quién no ha tenido antojo de un bol de palomitas al ver a un personaje devorando una hamburguesa! Sin duda, ir al cine se convierte en un festín sensorial que complementa la magia del séptimo arte.
Con este artículo se ve claramente que el cine no es solo ver una película, sino una experiencia sensorial completa. Es curioso saber que l ambiente está milimétricamente diseñado para relajarnos e incitarnos a consumir. Todo está estratégicamente planeado para que caigamos en la tentación de disfrutar de la palomitas o golosinas que nos ofrecen en la entrada de los cines.
Las ingeniosas estrategias de marketing como la que se menciona de Barbie solo hacen que aumentar la tentación de comprar los snacks, ¡como si la ambientación de las salas no fuese ya suficiente!
Nunca me había parado a pensar en cómo el ambiente del cine influye en nuestras ganas de comer. Tiene sentido que las luces bajas y el aire acondicionado nos hagan comer más sin darnos cuenta.
Es muy interesante conocer cómo esta combinación de elementos ambientales, psicológicos y estrategias de marketing explica por qué tendemos a comer más en las salas de cine, convirtiendo el consumo de alimentos en parte integral de la experiencia cinematográfica.