La alimentación humana ha evolucionado notablemente desde los tiempos de cazadores-recolectores, cuando los primeros humanos consumían carne de caza, frutas y raíces. Con el dominio del fuego, hace unos 800,000 años, la cocción de alimentos facilitó la digestión y mejoró el sabor y la seguridad de la comida. La llegada de la agricultura hace aproximadamente 10,000 años marcó una revolución: los cereales, como el maíz en América, el arroz en Asia y el trigo en Europa, se volvieron la base de la dieta.
Durante la antigüedad y hasta la Revolución Industrial, las dietas eran simples y se centraban en alimentos vegetales con ocasional presencia de productos animales. Sin embargo, la escasez de diversidad en los alimentos y la falta de nutrientes causaron deficiencias como la anemia o el escorbuto. En el siglo XIX, la industrialización amplió la producción de alimentos y facilitó su conservación, lo que disminuyó la inseguridad alimentaria y las deficiencias nutricionales.
El siglo XX consolidó a la nutrición como ciencia y evidenció las bondades de la dieta mediterránea, basada en vegetales, y los efectos negativos de una dieta rica en productos ultraprocesados, cuyo consumo creció notablemente. Este cambio ha llevado a problemas actuales como el sobrepeso y la obesidad.
El pan, un alimento básico en la cultura europea, evolucionó desde rudimentarios panes de cereal hasta los productos refinados de hoy. Estudios recientes promueven el pan integral y sus beneficios para la salud, mientras se alerta sobre los efectos negativos del pan blanco y otros alimentos refinados.
Actualmente, la alimentación humana se enfrenta al reto de balancear la abundancia y la salud, resaltando la importancia de dietas variadas y menos ultraprocesadas para prevenir enfermedades.
Una reflexión muy interesante, ya que la dieta del ser humano ha ido evolucionando a lo largo de los años de acuerdo a nuestras necesidades. Si embrago, actualmente hay muchos alimentos ultraprocesados que su consumo es muy común a cualquier edad, por ejemplo Estados Unidos. Pero estos alimentos no responden a ninguna necesidad energética o fisiológico. Además, su excesivo consumo lleva a enfermedades como obesidad, diabetes o colesterol.