El artículo de Alexandra Sumasi aborda el poder evocador de la literatura en relación con la gastronomía y cuestiona la dependencia actual de la fotografía para apreciar y transmitir la experiencia culinaria. Sumasi abre con una anécdota sobre una conversación en la que su interlocutor declaró que «nunca haría una receta que no llevara foto». Este comentario la lleva a reflexionar sobre el valor de la imaginación y de las descripciones literarias para transmitir el encanto de los alimentos, sin la necesidad de apoyarse exclusivamente en imágenes.
Sumasi compara la fotografía y la literatura, reconociendo la capacidad visual de la primera para capturar y exponer la esencia de un plato, pero sugiriendo que la literatura permite un viaje más profundo a través de las palabras. Recuerda el libro 1080 recetas de cocina de Simone Ortega, un clásico español de la gastronomía que carece de imágenes, y se pregunta si hoy en día una obra así seguiría siendo atractiva para los lectores. En su opinión, el problema no radica en la falta o el exceso de fotos en los recetarios modernos, sino en la ausencia de imaginación. La literatura gastronómica, en contraste, puede envolver al lector en una experiencia visual y sensorial, ofreciendo el placer de «comer con los ojos», aunque sin una imagen presente.
A lo largo del artículo, Sumasi cita ejemplos de autores que han utilizado la literatura para describir alimentos con tal riqueza y detalle que el lector puede casi «saborearlos». En particular, menciona a Honoré de Balzac, quien en su obra La Comedia Humana describe platos de manera tan realista que parecen cobrar vida en la imaginación del lector. Sumasi comparte un fragmento en el que Balzac narra la preparación de un plato de cebolla dorada, buey y perejil fresco que logra abrir el apetito solo con su descripción.
Sumasi opina que la expresión «comer con los ojos» originalmente no se refería a la fotografía de alimentos, sino a la experiencia de ver directamente el plato frente a uno mismo. La literatura, en su opinión, puede igualmente despertar los sentidos al lector, incentivando a que imagine el aspecto, sabor y textura de los alimentos. Para la autora, el valor de una descripción radica en que el lector construye su propia versión de la comida narrada, explorando y reactivando su imaginación.
Además, Sumasi señala que las redes sociales como Instagram, donde la fotografía domina, no han eliminado el poder de la literatura para inspirar. Aun cuando la plataforma visual pueda parecer la forma preferida de consumir contenido sobre comida, cree que todavía existe un público que aprecia la riqueza de las descripciones literarias, prefiriendo «crear su propia visión» en lugar de recibir una imagen impuesta.
Sumasi concluye que, si bien la fotografía y la literatura pueden complementarse, también deberían tener la libertad de destacarse por sí mismas. A modo de ejemplo, describe un alimento con términos literarios intensos que evocan su textura, color y sabor, demostrando que una buena descripción puede captar la esencia de un plato tan vívidamente como una imagen. Con esta reflexión, la autora invita al lector a apreciar la literatura gastronómica como un arte en sí mismo, capaz de recrear experiencias sensoriales y emocionales tan vívidas y evocadoras como las imágenes fotográficas.
https://www.bonviveur.es/opinion/el-arte-de-convertir-literatura-en-plato
Los seres humanos somos seres emocionales por naturaleza por lo que es muy fácil dar expresividad hasta en las cosas más rudimentarias, siendo bastante interesante ver la originalidad en la que se puede usar como un recurso lliterario y visual muy versátil.
El artículo de Sumasi plantea una reflexión interesante sobre la gastronomía, invitándonos a valorar el poder evocador de la literatura frente a la dependencia moderna de las imágenes.
Nos recuerda que una buena descripción literaria puede hacernos «saborear» un plato sin necesidad de verlo, estimulando la imaginación de una forma única.
artículo de Sumasi resalta la importancia de la literatura en la gastronomía y su capacidad para activar la imaginación del lector, permitiéndole «saborear» los alimentos a través de las palabras, algo que la fotografía no siempre puede lograr. Aunque las redes sociales como Instagram predominan en el ámbito culinario visualmente, todavía existe un público que prefiere la riqueza de las descripciones literarias. La literatura gastronómica, más allá de ser un simple acompañamiento, ofrece una experiencia sensorial completa, estimulando todos los sentidos de manera única. Por ello, creo que ambos enfoques, la fotografía y la literatura, tienen un valor significativo y complementario en el mundo de la gastronomía.