Esta guerra de trincheras ocupó cuatro años y tres meses de un combate que dio comienzo el 28 de julio de 1914, y ocasionó la muerte de más de nueve millones de combatientes y siete millones de civiles, lo que suponía entonces el 1% de la población mundial. Un conflicto que ya vaticinó en 1878 el primer ministro de Prusia, Otto von Bismark: “Europa hoy es un barril de pólvora y sus hombres son como líderes fumando en un arsenal. Una simple chispa desatará una explosión que nos consumirá a todos”.
En la película 1917 dirigida por Sam Mendes, se muestra la situación alimentaria precaria de los soldados en la Primera Guerra Mundial. En los años que duró el combate la alimentación de los soldados fue variando para hacerse, en los últimos tiempos, más dura y el sustento más escaso por una falta de previsión, ya que se esperaba que la guerra durase mucho menos tiempo. Sin embargo, hubo una técnica de conservación que fue constante, la de las conservas, sobre todo de carne. Suponían una forma fiable de asegurar el buen estado de los alimentos, además eran baratas, fáciles de almacenar y de distribuir. Cuando en plena zona de combate resultaba difícil alimentar a las tropas, se acudía a la Ración de Trinchera, conformada por carne enlatada y pan duro, café soluble y cigarrillos.
Los buenos días eran aquellos en los que el frente estaba en calma y, por tanto, los soldados podían permitirse la recepción de productos frescos provenientes de las cocinas más cercanas. Los británicos disfrutaban de pan, jamón, queso, verduras y té, mientras que los alemanes podían resarcirse con patatas, verduras, galletas, chocolate y café.
Finalmente, en 1917 la dieta básica de las tropas en las trincheras se había visto reducida a una sopa de guisantes y harina de nabo con trozos de carne de caballo, o al famoso Maconochie, un guiso de nabos y zanahorias fabricado por Maconochie Brothers. Esta era la única manera de subsistir para un soldado. Muchos murieron de hambre o por las pésimas condiciones en las que se encontraban.
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Es impactante conocer las duras condiciones alimentarias que enfrentaron los soldados durante la Primera Guerra Mundial. La dependencia de las conservas y raciones básicas refleja la dificultad de abastecer a las tropas en un conflicto tan prolongado. Resulta conmovedor pensar que muchos sobrevivieron con lo mínimo, mientras otros sucumbieron no solo por la guerra, sino también por el hambre y las precarias condiciones. Es un recordatorio de las enormes adversidades humanas en tiempos de guerra.