Casi todos hemos escuchado y puesto en práctica aquello de que los alimentos calientes no se pueden meter en la nevera. Hablamos normalmente de todo tipo de guisos de cuchara como lentejas, caldo o judías verdes que dejamos enfriar antes de meter la olla en la nevera. El mito dice que, después de hervir estos platos, le demos el tiempo suficiente para que se atemperen y así no se estropeen. Pero lo cierto es que no solo llevar comida caliente al refrigerador no es perjudicial, sino que puede ser ventajoso para su conservación.
La ingeniera en alimentos Mariana Zapién ha compartido un vídeo en su perfil de Instagram (@ingdetusalimentos) para desmontar esta creencia popular. Meter comida caliente en la nevera “ayuda a que los alimentos bajen su temperatura más rápidamente y evita el crecimiento de microorganismos que pueden echarlos a perder”, explica la experta. De este modo, en lo único que esta práctica puede perjudicarnos es en nuestra factura de la luz: “dependiendo del estado de tu refrigerador, este puede gastar un poco más de energía”, advierte Zapién.
Así que, como ha dicho Mariana, es beneficioso para la comida guardarla caliente en la nevera. Ese es uno de muchos otros mitos desmentidos por los científicos, por tanto, no es bueno fiarse siempre de lo que dice la gente en Internet.
¡Y pensar que hemos vivido toda la vida engañados pensando en lo perjudicial que podía ser! Gracias a esta ingeniera de alimentos podemos saber incluso los beneficios que tiene meter la comida caliente en la nevera a pesar del consumo de luz, lo cual me parece de gran utilidad. Además, es bueno que poco a poco se vayan desmintiendo por científicos mitos tan comunes como es el caso de este.
Es interesante cómo hemos seguido mitos como el de no meter comida caliente en la nevera sin cuestionarlos. Saber que es seguro y, de hecho, útil para evitar bacterias me parece una mejora lógica para nuestra rutina.
La creencia de que no se debe meter comida caliente en la nevera es un mito. Según la ingeniera en alimentos Mariana Zapién, refrigerar alimentos calientes puede ser beneficioso, ya que reduce rápidamente su temperatura y evita la proliferación de microorganismos que podrían dañarlos. Aunque podría aumentar ligeramente el consumo energético del refrigerador, este efecto es mínimo frente a las ventajas de conservar los alimentos de manera más segura. Esta aclaración nos recuerda la importancia de basarnos en información científica y no en mitos populares para nuestras prácticas diarias.