Cuando el alimento escasea, los machos de ciervo común ibérico (Cervus elaphus hispanicus) ceden las mejores fuentes de alimento a las hembras y a sus crías. Estas son las conclusiones alcanzadas por una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha analizado los patrones alimenticios de esta especie de cérvidos.
Gracias al estudio de los restos vegetales de sus heces y de muestras de distintas especies de plantas consumidas, los resultados indican que, aunque el resto del año sus fuentes de alimentación se solapan, hacia el final del verano, cuando tiene lugar la escasez, la alimentación masculina queda relegada a un segundo plano.
El investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos del CSIC Jorge Cassinello, que ha dirigido el trabajo, explica: “En esta época, las hembras seleccionan zonas de matorral, donde el alimento conserva una buena calidad y, además, encuentran protección para sus crías frente a posibles depredadores; por su parte, los machos, gracias a su mayor eficiencia digestiva, son capaces de tolerar una dieta de menor calidad procedente de los pastizales secos”.
Estos animales son grandes herbívoros que presentan diferencias de tamaño corporal entre machos y hembras, por lo que tienden a segregarse en dos grupos: hembras y juveniles, y machos. No obstante, la segregación trófica exhibida por los ciervos ibéricos diverge de la sus congéneres de poblaciones europeas más septentrionales. Según Cassinello, “usualmente la separación tiene lugar durante todo el año excepto en la época de celo, cuando ambos grupos se solapan”.
El ciervo ibérico, por tanto, se comporta al revés de como cabría esperar. Para el investigador del CSIC, esta pauta está promovida por las diferencias ambientales que afectan a esta subespecie. Cassinello explica: “Los ambientes mediterráneos se caracterizan por veranos secos y de escasos recursos alimenticios, y otoños húmedos en los que rebrota el pasto. Los inviernos templados y las primaveras exultantes de nueva vegetación promueven una constante y suficiente oferta alimenticia durante prácticamente todo el año, lo que permite a machos y hembras seleccionar una dieta similar”.
Para el investigador del CSIC, “las diferencias en las pautas de segregación sexual de los ciervos en función de la zona de estudio confirma que este fenómeno debe ser estudiado desde diferentes primas, con un análisis detallado del comportamiento trófico”.
Es fascinante cómo los ciervos ibéricos adaptan su alimentación para priorizar a las hembras y crías en épocas de escasez. Esto demuestra una estrategia natural de cuidado hacia la reproducción y supervivencia de la especie. Los machos, con su mayor capacidad digestiva, se ajustan a dietas menos nutritivas, evidenciando el impacto del entorno mediterráneo en su comportamiento. Con esto vemos cómo la naturaleza ajusta sus dinámicas para enfrentar desafíos ambientales. .
Resulta muy interesante cómo los ciervos ibéricos le dan prioridad a las hembras y a las crías en épocas de escasez. Este comportamiento refleja una adaptación inteligente y solidaria, mostrando el equilibrio natural que debemos preservar.