El ser humano, al igual que el resto de mamíferos, durante los primeros años de vida se alimenta de leche materna. Sin embargo, en el pasado, el ser humano perdía la capacidad de procesar la leche de adultos ya que el organismo de nuestros ancestros dejaba de producir lactasa, la enzima necesaria para romper la lactosa, el azúcar de la leche, en los azúcares más sencillos que la componen.
Con la domesticación de los animales, el ser humano siguió consumiendo leche tras los primeros años de vida, provocando la necesidad de adaptación. Aquellos que tenían persistencia de lactasa eran capaces de digerir lactosa siendo adultos sin problemas intestinales, teniendo más oportunidades de sobrevivir y reproducirse.
No obstante, no todos los antepasados se adaptaron. Se calcula que en la actualidad entre el 65% y el 70% de la población mundial tiene algún grado de intolerancia a la lactosa.
Para elaborar productos lácteos aptos para el consumo de personas intolerantes a la lactosa cabe destacar que esta no es retirada de la leche. En su lugar, cualquier producto lácteo sin lactosa es elaborado a través de la adición de lactasa a la leche normal.
Esta enzima descompone la lactosa en dos azúcares más simples, glucosa y galactosa, que son fácilmente digeribles incluso para personas con intolerancia a la lactosa. La glucosa libre en la leche sin lactosa es la que hace que el sabor sea ligeramente más dulce.
El etiquetado de los productos sin lactosa no ha sido armonizado en la Unión Europea todavía. Los fabricantes pueden indicar si un producto es sin lactosa o bajo en lactosa, y no hay regulación que obligue a listar la lactasa como ingrediente.
Aún así, si nos fijamos, en ciertos productos como la leche sin lactosa de algunas marcas, podemos encontrar en el etiquetado la lactasa, sustancia que en la leche normal no se presenta.
LECHE SIN LACTOSA LECHE NORMAL
El post es interesante. Lo de la lactasa, sinceramente, no lo he aprendido mediante él, pero sí el porcentaje de la población que se calcula tiene intolerancia. No obstante, habría sido muy buen extra al post haber añadido, como en el post original del periódico, el hipervínculo al estudio sobre la intolerancia a la lactosa de donde sacan los datos porcentuales… Además es interesante porque en el estudio también segrega por poblaciones según creencia, razas, continentes y similar y no está mal como información extra facilmente accesible https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK532285/
Es interesante notar que, aunque la mayoría de la población mundial tiene algún grado de intolerancia a la lactosa, la adaptación a la digestión de la leche ha sido un proceso evolutivo fascinante. Y en cuanto al etiquetado, es cierto que aún no hay una regulación uniforme en la Unión Europea, lo que puede llevar a cierta confusión. Pero, como mencionas, algunos productos sí indican la presencia de lactasa en sus etiquetas.
¡Qué interesante entrada! La evolución del ser humano en relación a la digestión de la lactosa es un tema fascinante y poco explorado en muchos ámbitos. Me parece increíble cómo nuestra capacidad de adaptación ha influido en la supervivencia y reproducción a lo largo de la historia. Además, la manera en que se elaboran los productos lácteos sin lactosa es realmente ingeniosa. Es sorprendente que la tecnología nos permita disfrutar de los beneficios de la leche, incluso para aquellos que son intolerantes. Sin embargo, me parece curioso que todavía no haya una regulación clara sobre el etiquetado en la Unión Europea. Sería genial ver más claridad y estandarización en este aspecto para ayudar a los consumidores a hacer elecciones informadas. ¿Tienes más información o estudios sobre cómo estas adaptaciones han afectado a otras poblaciones en el mundo? ¡Me encantaría saber más!