Las aplicaciones móviles que permiten escanear el código de barras de productos alimentarios para conocer su valor nutricional, el grado de procesamiento o los aditivos que contienen parecen ser una solución conveniente para los consumidores que quieren tomar decisiones informadas sobre su alimentación. Sin embargo, muchos nutricionistas y dietistas no las consideran herramientas totalmente fiables. La doctora Mercedes Noval, facultativa del Servicio de Endocrinología del hospital de Son Espases, alerta sobre las limitaciones de estas aplicaciones, ya que, aunque pueden servir como guía, no siempre brindan información precisa sobre la calidad real de los alimentos. Un claro ejemplo que menciona es el de una barra de pan industrial, que, a pesar de tener harinas de baja calidad y otros ingredientes poco saludables, la app podría clasificarla erróneamente como un producto saludable. Esto resalta uno de los principales problemas de estas apps: la simplificación excesiva de la información nutricional, lo cual puede llevar a conclusiones equivocadas.
Además, la doctora Noval también señala que el hecho de que un producto sea considerado saludable no implica que no tenga calorías o que se pueda consumir en grandes cantidades sin consecuencias. Menciona el caso de la avena, un cereal muy saludable por su alto contenido en fibra, pero que, a pesar de sus beneficios, tiene un alto contenido calórico que no debe pasarse por alto. Según Noval, las apps pueden servir como una herramienta orientativa, pero no deben tomarse al pie de la letra. La clave, según ella, es la educación nutricional, un aspecto que debería ser parte de la formación en todos los colegios para que las personas puedan tomar decisiones más informadas y responsables sobre su alimentación.
Por otro lado, Pilar García, nutricionista y dietista de la clínica Quirón, también muestra desconfianza hacia estas aplicaciones. Señala que una de las principales dificultades al utilizar estas herramientas es la falta de regulación y control en el etiquetado de productos alimentarios, lo cual complica cada vez más las compras. García denuncia que muchas veces los productos etiquetados como ‘Bio’ o ‘Light’ son comercializados como saludables, cuando en realidad contienen grandes cantidades de azúcares añadidos, grasas saturadas u otros ingredientes poco beneficiosos. Explica que, por ejemplo, lo único que diferencia a un producto ‘light’ de uno convencional es una reducción del 30% en su contenido de grasa, lo cual no necesariamente lo hace más saludable.
La nutricionista subraya que el marketing juega un papel muy importante en las decisiones de compra, ya que muchas veces los consumidores compran productos basándose únicamente en las etiquetas atractivas o en la información proporcionada por estas apps, sin cuestionar si realmente son tan saludables como parecen. De hecho, menciona que muchas de estas apps no analizan todos los aspectos importantes de los productos, como el tipo de azúcares, el refinado de los ingredientes o el contenido de grasas. García explica que al comprar productos envasados debemos ser conscientes de que son procesados, y la lectura de la letra pequeña es fundamental para conocer qué estamos consumiendo. Ella advierte que un producto ‘light’ puede incluso tener más azúcares y ser más calórico que uno que no lo es, lo que demuestra cómo los consumidores pueden ser engañados por la etiqueta o la información de las apps.
García resalta que cada persona debe aprender a comer de todo, siempre que no tenga una condición de salud que lo impida, y que no existen dietas universales. Por eso, aunque las apps pueden ser útiles, siempre deben tomarse con precaución y no sustituir la educación alimentaria ni el juicio personal.
las aplicaciones móviles para escanear códigos de barras de productos alimenticios pueden ser útiles, pero sus limitaciones no deben ser pasadas por alto. Como destacan los expertos, el análisis simplificado de los alimentos que hacen estas apps puede llevar a conclusiones erróneas. El ejemplo del pan industrial, que puede ser clasificado como saludable a pesar de tener ingredientes poco beneficiosos, demuestra lo importante que es que los usuarios sean conscientes de estas limitaciones. Las aplicaciones pueden ser una guía, pero no deben reemplazar una educación nutricional adecuada.
Es importante saber esto ya que las aplicaciones nos da información rápida y fácil de entender sobre lo que comemos. Creo que deberíamos ver estas aplicaciones como una referencia y poner más énfasis en aprender sobre alimentación de forma integral, desde leer etiquetas hasta entender cómo los distintos alimentos impactan en nuestra salud.
Las apps de análisis nutricional pueden ser una herramienta útil, pero este tipo de información presenta riesgos, especialmente si los consumidores confían ciegamente en ella. Por ello, los expertos subrayan la importancia de no depender exclusivamente de estas aplicaciones, dado que ignoran aspectos clave como la calidad de los ingredientes o el impacto del marketing.
Las apps que escanean productos alimentarios pueden ser útiles, pero su información simplificada puede llevar a conclusiones erróneas. No deben reemplazar la educación nutricional ni el análisis cuidadoso de las etiquetas. La clave es tomar decisiones informadas, no solo confiar en la tecnología.
La aparición de aplicaciones que escanean alimentos es un avance positivo, ya que pueden ayudar a los consumidores a tomar decisiones más informadas sobre su alimentación. Sin embargo, es preocupante que muchas de estas herramientas carezcan de fiabilidad y puedan clasificar erróneamente productos procesados como saludables.
Es fundamental recordar que lo compleja que es la nutrición y que esta no se puede reducir a un simple escaneo de códigos de barras, por ello este tipo de aplicaciones considero que deben ser vistas como herramientas complementarias y no como sustitutos del conocimiento nutricional.
Las aplicaciones móviles que escanean códigos de barras y brindan información sobre productos alimentarios parecen ser una herramienta útil para los consumidores, pero presentan limitaciones significativas, como señalan varios expertos. Aunque estas aplicaciones pueden servir como guía, no deben sustituir la educación nutricional y el juicio informado sobre lo que consumimos.
Este artículo es muy acertado. Recientemente he utilizado la famosa aplicación Yuka para aprender más acerca de los aditivos añadidos a los diferentes productos procesados, y me he dado cuenta de que la puntuación que muestra la aplicación se acerca mucho de la realidad. Si un alimento es bajo en calorías, su puntuación es alta. Esto quiere decir que el aceite de oliva, en esta aplicación, tiene una puntuación de 75 sobre 100 por el hecho de que es una grasa y por tanto es altamente calórico. Quiere esto decir que el aceite de oliva virgen extra no es saludable? El problema de estas aplicaciones es que para abarcar el mayor número de productos posible, crean un algoritmo que ofrece una puntuación a partir del valor nutricional, sin tener en cuenta otros factores como procesos de refinado o procesado. Por este motivo, alimentos naturales y saludables pueden tener puntuaciones malas debido a otros factores como azúcares naturalmente presentes o contenido calórico, y esto puede ser muy confuso para el consumidor.