Si alguna vez has notado líneas blancas en las pechugas de pollo al comprarlas, significa que te has encontrado con un fenómeno conocido como white striping o estrías blancas. Aunque este detalle pueda parecer menor, tiene implicaciones importantes en la calidad de la carne y en los sistemas de producción intensiva que la generan.
¿Qué son las estrías blancas?
Se trata de una miopatía que ocurre cuando los músculos de los pollos crecen de forma desmesurada y rápida, superando la capacidad de su sistema vascular. Esto provoca que algunas fibras musculares sean reemplazadas por tejido graso y conectivo, dando lugar a las características líneas blancas visibles en la carne.
¿Es seguro consumir esta carne?
La buena noticia es que la presencia de estrías blancas no compromete la seguridad alimentaria. Consumir esta carne no supone un riesgo para la salud, ni está relacionado con hormonas, antibióticos ni organismos genéticamente modificados, como a veces se insinúa en bulos.
Sin embargo, sí afecta la calidad de la carne:
- Composición nutricional: Tiene más grasa (hasta un 224% más en algunos casos), menos proteínas (alrededor de un 9% menos) y un ligero aumento en calorías.
- Textura y sabor: Pierde jugosidad durante el cocinado, es menos tierna y su sabor puede ser más fuerte, lo que resulta desagradable para algunos consumidores.
¿Por qué ocurre?
El problema está relacionado con el uso de razas de crecimiento rápido en sistemas intensivos. Estas razas, seleccionadas para alcanzar grandes tamaños en poco tiempo, permiten producir carne más barata, pero con un costo en términos de calidad y bienestar animal.
Impacto en el bienestar animal
Además de las estrías blancas, estas razas están asociadas con otros problemas, como:
- Carne de madera: Más dura y fibrosa.
- Carne de espagueti: Aspecto deshilachado.
- Carne PSE: Pálida, blanda y exudativa, con menor calidad tras el cocinado.
Estas condiciones son reflejo de los desafíos de la producción intensiva, que prioriza la cantidad sobre el bienestar y la calidad.
¿Cómo mejorar la situación?
Una solución pasa por adoptar sistemas de producción más éticos, como el uso de razas de crecimiento más lento y mejores prácticas de cría. Esto ya está siendo impulsado por iniciativas como el Compromiso Europeo del Pollo, al que se han adherido empresas como Carrefour, Eroski o Alcampo, pero que otras cadenas aún deben implementar.
Sin embargo, estas mejoras tienen un costo. Una producción más sostenible implica precios más altos para el consumidor.
Por lo tanto, como consumidores, nuestras decisiones moldean el sistema de producción. Elegir carne de pollo que provenga de prácticas sostenibles es una forma de apoyar el bienestar animal y garantizar alimentos de mejor calidad, aunque implique pagar un poco más.
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