Recientes descubrimientos arqueológicos en la cuenca del Tarim, en el noreste de China, han sacudido el mundo de la ciencia y la gastronomía. Muestras de kéfir de hace 3.600 años encontradas en las momias de Tarim han permitido a los investigadores replantearse el origen de la fermentación como técnica de conservación alimentaria en la prehistoria. Este hallazgo sugiere que nuestros antepasados ya habían desarrollado conocimientos avanzados sobre cómo preservar alimentos, un avance crucial en su supervivencia y bienestar.
La historia comenzó en la década de 1970, cuando un grupo de arqueólogos descubrió una serie de momias extremadamente bien conservadas en el desierto de la cuenca del Tarim. Estas momias, preservadas de manera natural gracias al clima frío y árido, comenzaron a generar una serie de interrogantes sobre sus costumbres alimentarias y culturales. Sin embargo, fue una misteriosa sustancia blanca encontrada en el cuello de algunas momias la que desconcertó durante décadas a los investigadores.
Veinte años más tarde, un equipo dirigido por Qiaomei Fu, paleogenetista de la Academia China de Ciencias, ha logrado resolver el enigma: el análisis de ADN antiguo reveló que se trataba de queso de kéfir, una de las formas más antiguas de este producto jamás registradas. El kéfir, un alimento fermentado conocido hoy por sus propiedades probióticas, pudo haber jugado un papel fundamental en la dieta y salud de estas antiguas civilizaciones.
La publicación informa sobre el reciente hallazgo de muestras de kéfir de hace 3.600 años en las momias de la cuenca del Tarim, en China, ha revolucionado nuestra comprensión de la fermentación y la conservación de alimentos en la prehistoria. Además revela que nuestros antepasados contaban con conocimientos avanzados sobre la preservación de alimentos, lo que contribuyó a su supervivencia y bienestar.
¡Qué pasada! Este hallazgo de kéfir en las momias demuestra que las civilizaciones antiguas ya usaban la fermentación para conservar alimentos. Es alucinante pensar que ya conocían los beneficios probióticos hace más de 3.600 años y que de forma indirecta este fermento se ha ido pasando entre generaciones.