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¿Cómo influye la cultura en los hábitos alimentarios saludables?

¿Alguna vez te has preguntado por qué personas de diferentes culturas tienen hábitos alimentarios tan únicos? La respuesta está en la fascinante influencia de la cultura en nuestras elecciones cuando se trata de alimentos saludables. La cultura da forma a nuestras perspectivas, creencias y tradiciones, y juega un papel importante a la hora de determinar lo que consideramos saludable y nutritivo. En este artículo, profundizaremos en el fascinante tema de cómo la cultura influye en los hábitos alimentarios saludables y exploraremos los diversos factores que contribuyen a este fenómeno.

La comida no es sólo sustento; es un reflejo de nuestra identidad y herencia. Las normas y tradiciones culturales influyen en gran medida en los tipos de alimentos que consumimos y la forma en que los preparamos. Ya sean las especias y sabores utilizados en la cocina india, el énfasis en los ingredientes frescos en las dietas mediterráneas o el enfoque en el equilibrio y la armonía en las comidas japonesas, nuestros antecedentes culturales dan forma a nuestras preferencias gustativas y elecciones dietéticas. Comprender cómo la cultura influye en los hábitos alimentarios saludables es crucial para promover la diversidad y la inclusión en el ámbito de la nutrición. Entonces, embarquémonos en este viaje esclarecedor y descubramos las fascinantes formas en que la cultura impacta nuestra relación con la comida.

La cultura desempeña un papel importante en la configuración de nuestros hábitos alimentarios, incluidos los relacionados con la salud. Las diferentes culturas tienen tradiciones y preferencias dietéticas únicas, que pueden afectar los tipos de alimentos que consumen las personas. Por ejemplo, algunas culturas dan prioridad a las dietas basadas en plantas, mientras que otras enfatizan la carne y los productos lácteos. Las normas y creencias culturales también influyen en los métodos de preparación de alimentos y el tamaño de las porciones. Además, las celebraciones culturales y las reuniones sociales a menudo giran en torno a alimentos específicos, lo que puede influir aún más en los hábitos alimentarios saludables. Es importante comprender y apreciar la diversidad cultural al promover hábitos alimentarios saludables.

Varios factores que influyen en nuestras elecciones de alimentos. Estos factores pueden variar entre diferentes etnias, regiones y comunidades, lo que da lugar a patrones dietéticos diversos en todo el mundo. A continuación se presentan algunos factores culturales que desempeñan un papel importante en la configuración de los hábitos alimentarios:

1. Geografía y Clima

La geografía y el clima tienen un profundo impacto en la disponibilidad de ciertos alimentos y los tipos de cultivos que se pueden cultivar. Por ejemplo, las comunidades costeras tienen fácil acceso a los mariscos, mientras que las regiones con suelos fértiles pueden depender en gran medida de alimentos de origen vegetal. Estos factores geográficos y climáticos contribuyen al desarrollo de hábitos alimentarios y tradiciones culinarias específicas.

2. Religión y Creencias

La religión a menudo dicta restricciones y preferencias dietéticas. Por ejemplo, en el hinduismo el consumo de carne de res está prohibido, mientras que en el Islam la carne de cerdo se considera haram. Las prácticas religiosas como el ayuno o los banquetes durante períodos específicos también influyen en los hábitos alimentarios y los horarios de las comidas.

3. Estado socioeconómico

El estatus socioeconómico puede influir en la asequibilidad y accesibilidad de ciertos alimentos. Las comunidades de bajos ingresos pueden tener un acceso limitado a productos frescos y proteínas magras, lo que lleva a un mayor consumo de alimentos procesados ​​y no saludables. Por otro lado, las personas de mayores ingresos pueden tener más recursos para priorizar una alimentación saludable y tener acceso a una variedad más amplia de opciones nutritivas.

4. Tradiciones y festivales culturales

Las tradiciones culturales y los festivales a menudo giran en torno a la comida. Estas ocasiones brindan la oportunidad de mostrar recetas y prácticas culinarias tradicionales. Las comidas festivas suelen ser indulgentes y ricas en sabores, reflejan valores culturales y simbolizan abundancia y celebración.

Conclusiones clave: cómo la cultura influye en los hábitos alimentarios saludables

  • La cultura juega un papel importante en la configuración de nuestras elecciones y hábitos alimentarios.
  • Las prácticas y creencias culturales tradicionales influyen en los tipos de alimentos que consumimos.
  • Las celebraciones y festivales culturales suelen incluir platos tradicionales específicos.
  • Las preferencias alimentarias se transmiten de generación en generación, influenciadas por normas culturales.
  • La diversidad cultural puede dar lugar a una variedad de opciones de alimentos saludables y tradiciones culinarias.

¿Cómo influye la cultura en los hábitos alimentarios saludables? – SocialStar (officialsocialstar.com)

La alimentación en el Antiguo Egipto:

Ahora hablaremos sobre los pilares de la comida egipcia :

Pan y cerveza: El sustento diario

El pan y la cerveza eran los alimentos fundamentales para todos los estratos de la sociedad egipcia. El pan, considerado la «comida de la vida», se elaboraba con cebada y emmer,( una especie de trigo antiguo.) Por otra parte, la cerveza egipcia era más espesa y nutritiva que la que conocemos hoy en día, y se consumía incluso entre los niños.

Frutas y verduras: Los regalos del Nilo

La fértil tierra del valle del Nilo proporcionaba una amplia variedad de frutas y verduras. Gracias a ello, los egipcios disfrutaban de: cebollas , ajos , lechugas , legumbres(garbanzos, habas y lentejas ) y frutas ( dátiles , higos , uvas y granadas).

Estas delicias no solo aportaban sabor y nutrientes, sino que también se utilizaban en rituales y ofrendas.

Pescado y carne

Aunque menos comunes que el pan y la cerveza, las proteínas animales formaban parte de la dieta egipcia , como el pescado del Nilo( a menudo ahumado o secado al sol) y aves de corral y ganado (principalmente para las clases más acomodadas).

Es interesante notar que algunos peces, como el oxirrinco, eran considerados impuros y no se consumían debido a creencias religiosas.

Métodos de conservación

Los egipcios desarrollaron ingeniosas técnicas para preservar sus alimentos:

Secado al sol: Utilizado para frutas y pescados.

Salazón: Empleada tanto en pescados como en carnes.

Inmersión en miel: Aprovechando las propiedades antibacterianas de este dulce natural.

La cocina egipcia: Sencilla pero sabrosa

La preparación de alimentos en el Antiguo Egipto era relativamente simple. Los métodos de cocción incluían:

Asado y hervido para carnes, consumo de vegetales y frutas frescos o en guisos y sopas, uso de especias como cilantro y comino para realzar sabores.

Para los egipcios, la comida era tan importante que incluso la llevaban consigo a la tumba. Las ofrendas funerarias incluían pan, cerveza, carne y frutas, reflejando la creencia de que estos placeres terrenales continuarían en el más allá. La alimentación en el Antiguo Egipto no solo cumplía una función nutritiva, sino que estaba profundamente entrelazada con su cultura, religión y visión del mundo. Desde el humilde pan hasta los exquisitos vinos reservados para la élite, cada bocado contaba una historia de innovación, adaptación y deleite culinario que ha perdurado a través de los milenioshttps://www.olivenutricion.com/noticias/la-alimentacion-en-el-antiguo-egipto-que-comian-los-egipcios/

Así comíamos los españoles, así comemos: cómo ha cambiado nuestra dieta en 50 años

En los años cuarenta, el profesor Francisco Grande Covián, participe del estudio de la nutrición en España, constató la enorme carestía alimenticia de los españoles: la dieta media de la población no cumplía ni por asomo las recomendaciones nutricionales y estaba basada en su mayoría en el consumo de patatas, pan y hortalizas de temporada (muy limitadas). En los años 50 la cosa fue mejorando, pero, aun así, el 15% de la población no ingería las calorías necesarias.

Como explica Gregorio Varela, presidente de la Fundación Española de la Nutrición en su estudio Evolución de la alimentación de los españoles en el pasado siglo XX, el cambio de la dieta española ha sido similar al del resto de los países desarrollados (aunque, como de costumbre, “con un retraso de una o dos décadas”): con el tiempo aumentó la variedad de los alimentos disponibles y disminuyó el consumo de pan, patatas y leguminosas, que hasta entonces habían sido la base absoluta de la dieta, y empezamos a comer mucha más carne, lácteos, huevos y azúcar.

Pero los datos sobre la evolución de nuestra alimentación y los estudios elaborados al respecto arrojan muy diferentes conclusiones, algunas de ellas sorprendentes dado lo acostumbrados que estamos al alarmismo en torno a lo que comemos y dejamos de comer. 

1. Nuestra dieta es mucho más variada

En los últimos años ha disminuido el consumo de huevos, azúcares, aceites y leguminosas, como está ocurriendo en todas las sociedades industrializadas, y ha seguido aumentado el consumo de carne y lácteos. Pero si comparamos la composición de la dieta en 1961 y en 2011 veremos que, exceptuando hortalizas, cereales y patatas, comemos más de todo. 

2. Los cambios de la dieta son consecuencia de cambios industriales

Diversos cambios en las recomendaciones dietéticas y en los hábitos y costumbres de los españoles pueden explicar parte de la evolución de nuestra dieta Las mayores alteraciones vinieron de la mano de cambios empresariales del sistema alimentario; unos cambios que no se dieron hasta los años cincuenta, cuando empezó a aumentar la renta de las familias españolas. 

En concreto, el aumento del consumo de carne y lácteos –que se ha duplicado y triplicado, respectivamente, en los últimos 50 años– responde directamente a un cambio radical en la producción ganadera de nuestro país.

Entre 1950 y 1970 la producción de carne se multiplicó por cinco y aparecieron en el mercado productos como las salchichas o el jamón cocido y la leche pasteurizada –impulsada de forma determinante por el Plan de Centrales Lecheras–, que se incorporaron rápidamente a la dieta de los españoles. 

3. Nuestro consumo de calorías ha disminuido

Aunque hoy en día la ingesta calórica media de los españoles (2.634 Kcal. al día) es algo superior a lo recomendado (2.199 Kcal.), desde 1964 –cuando se elaboró el primer Estudio Nacional de Nutrición y Alimentación –, esta ha disminuido aproximadamente en 400 Kcal, debido, al importante descenso del consumo de pan y patatas, que es “el cambio más relevante desde el punto de vista nutricional” que ha sufrido nuestra dieta. 

En los años 70 y 80 aumentó de forma muy notable la disponibilidad de los alimentos y también su consumo. Fue a finales de los ochenta cuando se alcanzó el máximo de kilogramos por persona consumido por los españoles, un dato que ha ido descendiendo desde 1990. En esta década, la ingesta calórica media sobrepasaba en un 26% las recomendaciones dietéticas y, según Valera, “existía un exceso en el aporte energético procedente de las proteínas y de las grasas a costa de los hidratos de carbono”. 

4. En el campo se comía peor que en las ciudades

Hoy en día puede que se coma mejor en algunas zonas rurales que en las ciudades, dado el acceso a mejores productos frescos, pero este es un fenómeno novedoso que aún estaría por estudiar: la realidad es que en los últimos cincuenta años la dieta de los pueblos ha sido mucho menos variada que en las ciudades. 

La primera ENNA, de 1964, constató importantes diferencias en la alimentación entre zonas urbanas y rurales. En los pueblos se consumía mucho más pan, patatas, aceites, leguminosas y vino; en las ciudades, por el contrario, se consumía más otros cereales, verduras, frutas, leche, carne, pescado, cervezas y licores. 

Hasta los últimos años del siglo XX el consumo de carne, pescado y frutas estuvo directamente asociado al nivel de ingresos de las familias, pero también al tamaño del municipio en que residían. “Así, por ejemplo, al analizar el modelo dietético de los distintos municipios de Madrid se observa que, a medida que aumenta el número de habitantes, aumenta, igualmente, la variedad de la dieta, es decir, el número de alimentos distintos que se incluyen en la misma y que es una garantía de equilibro nutricional”, concluye Varela en el ENNA-3, realizado con datos de 1990.

5. Tomamos más azúcar y carne y menos hortalizas

Aunque el consumo total de calorías, lejos de haber aumentado, ha disminuido, no parece que esto se corresponda con un descenso de las tasas de obesidad, sino todo lo contrario. Y esto, que es lo que más debería preocuparnos, se debe principalmente al aumento en el consumo de azúcar y carne y la disminución, notable, del consumo de hortalizas (sin olvidar, claro está, el impacto del sedentarismo, que alcanza a más de la mitad de la población). 

Los científicos que elaboraron el pasado año el documento de consenso Obesidad y sedentarismo en el siglo XXI: ¿Qué se puede y se debe hacer?constataron un bajo consumo en nuestro país de cereales y derivados, verduras y hortalizas y legumbres. Por el contrario, observaron un elevado consumo de carnes grasas, embutidos y azúcares sencillos. Una combinación que implica, a la fuerza, un perfil calórico desequilibrado.

La información esta tomada de :

https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-11-26/asi-comiamos-asi-comemos-6-claves-que-explican-como-ha-cambiado-nuestra-dieta_505479

¿Por qué los perritos calientes o hot dogs se llaman así?

Esta noticia sobre la historia de los perritos calientes nos remonta al origen de estos, uno de los productos más famosos de los Estados Unidos. En el artículo descubriremos de donde procede este producto originalmente y el motivo de su nombre.

Perrito caliente o hot dog. Da igual cómo lo llames porque ambas palabras sirven para designar lo mismo: ese pan alargado y cerrado en cuyo interior hay una salchicha, junto con otros posibles ingredientes (cebolla, queso…) y salsas, siendo las más populares el ketchup o la mostaza, pero también la mayonesa o la barbacoa.

Este alimento es muy popular en todo el mundo debido a su sencillez y a su bajo precio, pero es en Estados Unidos donde su consumo es casi una religión, estando presente en acontecimientos deportivos, conciertos o multitud de puestos callejeros.

Sin embargo, su origen corresponde a los alemanes. A lo largo del siglo XIX fueron muchos los inmigrantes que cruzaron el charco para buscar una vida mejor y con ellos llevaron algunos de sus platos populares. Uno de ellos, eran las salchichas Frankfurt, también llamadas salchichas dachshund.

Como en Estados Unidos es muy típica la comida para llevar, no era muy práctico coger las salchicas en un papel porque los clientes se terminaban quemando, por lo que se incorporó ese trozo de pan con el que sujetar el alimento y poder comerlo fácilmente.

El dibujo que lo cambió todo

Respecto al origen de la denominación, como siempre, hay varias teorías. La más popular dice que un caricaturista llamado Tad Dorgan dibujó un perro salchicha dentro de un pan después de ver cómo en un partido de béisbol se vendía el producto. Y es que la palabra dachshund, además de ser el nombre alemán de las salchichas también hace referencia a los perros salchicha.

Gracias a ese doble sentido, hizo el dibujo y el término rápidamente se popularizó, cruzando fronteras y llegando hasta nuestros días, aunque no estuvo exento de polémica.

Y es que debido a su nombre, la gente se empezó a preguntar si realmente era porque el pan contenía carne de perro y las ventas se resintieron. Aforttunadamente, hoy en día, el término es de uso común y ya nadie duda del contenido.

https://www.elmundo.es/como/2024/09/09/66deca3b21efa07d338b4594.html

Alficoz, el pepino suave en peligro de extinción

A medio camino entre el melón y el pepino, el alficoz es una retorcida hortaliza típica de la Comunidad Valenciana. A pesar de sus múltiples posibilidades culinarias, está en vías de desaparición.

¿Sabes cuando un melón está soso y la gente dice que «está pepino»? Pues este híbrido -primo del Zumosol de dos de las frutas y verduras más populares del verano- existe de verdad, y hoy vamos a hablar de él. El objetivo de este artículo es reparar una tropelía histórica que se viene cometiendo contra una variedad hortícola del Mediterráneo: el alficoz. También conocido como alficòs, alpicoz, cohombro, pepino fino, pepino serpiente o melón serpiente, que ni su nombre respetamos. Y él ahí, alargándose y retorciéndose. Como hemos visto La bella y la bestia, sabemos que no debemos juzgar por el exterior, sino por el interior, así que su gran longitud y su característica forma enrevesada no deberían suponer un reparo. En boca, el alficoz es dulce y no amarga, resulta muy refrescante y evita digestiones pesadas, por lo que puede ser el ingrediente definitivo para tus platos estivales.

El caso es que está en peligro de extinción. Ni el Censo Agrario ni los Catálogos de Variedades registran datos de su cultivo, que se concentra sobre todo en el Sur del Levante y la provincia de Alicante, donde está presente en pequeñas explotaciones y terrenos familiares. Esto quiere decir que España importa más de 3.000.000.000 kilos de frutas y verduras, según estadísticas del Departamento de Aduanas, incluyendo cítricos tan exóticos como la lima Kaffir tailandesa o la naranja Kumquat argentina, pero da la espalda a especies clásicas de su territorio. Así es como el aguacate mexicano le gana la partida al alficoz alicantino. Sucede con muchas otras variedades tradicionales que, a pesar de tener un interés gastronómico más que demostrado, sencillamente gozan de menor rendimiento en el mercado y se acaban perdiendo para siempre en el campo.

Conocer es querer, o eso dicen. Si el alficoz tiene un sabor y unas propiedades muy superiores a las de otras frutas y verduras, todo es cuestión de ponerlo de moda. Ahora bien, la preservación siempre pasa por el respaldo de la gastronomía, que debería estar buscando el exotismo en los productos de proximidad más que en los confines de los mapas o las probetas de los laboratorios. Tanto da que hablemos de las recetas de ámbito doméstico, como de los fogones de los grandes chefs, quienes, por cierto, están familiarizados con el alficoz, lo aprecian y lo trabajan.

Alficoz, el pepino suave en peligro de extinción | El Comidista | Gastronomía | EL PAÍS (elpais.com)

La Historia detrás del Picante ¿Cómo llego a Popularizarse?

El uso del picante en la cocina ha sido una tradición que se remonta a miles de años atrás. Los chiles y
otros ingredientes picantes eran utilizados por las civilizaciones antiguas en Mesoamérica como un
medio para conservar alimentos y como un ingrediente culinario. Con el tiempo, el uso del picante se
extendió a través de América Latina, el Caribe y luego a otros continentes gracias a los viajeros y
colonizadores.


En la antigüedad, los chiles eran utilizados por los mayas y los aztecas para conservar carne y pescado.
También se utilizaban en rituales religiosos y se cree que tenían propiedades medicinales. Con la llegada
de los españoles en el siglo XVI, el uso del picante se extendió a Europa y luego al resto del mundo.

Qué diferencias había entre los aztecas y los mayas?


En Europa, el picante se utilizaba principalmente en la cocina española y portuguesa, pero con el tiempo
se popularizó en otras partes del continente. Los chiles y otros ingredientes picantes eran considerados
un lujo y solo estaban disponibles para las clases más acomodadas.

Historia de los banquetes y de las «buenas maneras» – Blog oficial del  Museo Lázaro Galdiano


Con el tiempo, el uso del picante se ha vuelto más común y ha sido adoptado por diferentes culturas
culinarias en todo el mundo. En Asia, el picante se ha convertido en un ingrediente esencial en la cocina
china, india y tailandesa. En África, el picante se ha popularizado en la cocina de los países de la costa
del Golfo de Guinea.


En la actualidad, el uso del picante se ha vuelto cada vez más popular en todo el mundo y ha sido
adoptado por diferentes culturas culinarias. 

https://salsapicantemartinez.com/2023/05/05/conoces-el-origen-y-la-evolucion-del-uso-culinario-del-picante-a-lo-largo-de-la-historia

El mapa que muestra el origen de los alimentos que comemos

No todos los frijoles vienen de América Latina.

Tampoco los cocos o los mangos.

Este mapa muestra el origen de más de 150 cultivos clave para la alimentación de distintas regiones.

Es el resultado de un trabajo publicado en la revista Proceedings of the Royal Society que indica que muchos de los vegetales y frutas utilizados en platos tradicionales regionales en realidad provienen de otras partes del mundo.

La investigación fue realizada por un equipo internacional de científicos, coordinado por el Centro Internacional de Agricultura Tropical, con base en Colombia.

Los expertos evaluaron la dieta y producción de cultivos de 177 países que representan el 98% de la población mundial.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-36479831

Así era la comida de la prehistoria, de acuerdo con la ciencia

A lo largo de la historia, la alimentación ha estado presente como acción de supervivencia. La vida de las personas tiene una enorme dependencia a los alimentos, tanto para saciar las sensaciones de hambre, como para suministrarle al organismo de todos los nutrientes que precisa para su funcionamiento y conservación.

Pero muchos años atrás, en la prehistoria, los humanos no contaban con ciertos conocimientos y por ello las investigaciones se multiplican para develar todo sobre su vida. Así, la alimentación también es una gran incógnita para la ciencia que intenta determinar fehacientemente cómo es que cubrían esta necesidad.

Alimentación en la prehistoria

La prehistoria es la época que va desde la aparición de los primeros seres humanos hasta la invención de la escritura, según precisa un informe del gobierno de Canarias (España). Esta etapa de la historia dio paso luego a la edad de piedad y la de los metales, y las subdivisiones que conocemos como Paleolítico, Neolítico, Edad del Cobre, Edad del Bronce y Edad del Hierro.

Lejos de quedarnos en esta apreciación histórica, los estudios que han puesto el foco sobre la prehistoria han intentado determina cómo era su alimentación. En este marco, se estima que los humanos de esta etapa de la historia, conocidos por ser cazadores y recolectores, se habrían alimentado de semillas, carnes, frutas, huevos, verduras y frutos secos.

Al respecto, una investigación reciente sobre fósiles de un yacimiento de Marruecos reveló que la alimentación de las personas de la prehistoria, indudablemente, consumían vegetales y duda de que hayan consumido carne animal. Además, precisa que el paso a la domesticación de animales y el establecimiento de comunidades sedentarias suponen la recolección y el almacenamiento de vegetales para su consumo.

Los estudios remarcan que aún restan muchas investigaciones para lograr determinar a ciencia cierta qué es lo que se comía en la prehistoria. Sin embargo, en la actualidad se ha hecho muy conocida la «dieta paleolítica», un plan de alimentación basado en alimentos que los humanos podrían haber consumido durante esa era, según el Instituto Mayo Clinic.

https://www.informador.mx/tecnologia/Asi-era-la-comida-de-la-prehistoria-de-acuerdo-con-la-ciencia-20240921-0053.html

LOS PLACERES DE LA MESA EN LA ANTIGUA ROMA

Uno de los aspectos de la vida cotidiana de los griegos antiguos que mejor conocemos es

el relativo a la alimentación, la cual era muy variada y nutritiva. La base de la comida

diaria para la mayor parte de la población era de origen vegetal. Aunque en diversas

partes de Grecia se elaboraban guisos con el grano de los cereales, lo más frecuente era

que con el trigo y la cebada se hicieran panes y tortas que recibían nombres derivados del

sistema de cocción de la forma o de la calidad de la materia prima.

Los más apreciados eran el pan «puro», que se hacía con harina muy tamizada, y el de

almidón, totalmente libre de salvado. Aunque se reconocían las buenas propiedades del

pan integral, no por ello dejaba de ser considerado un alimento de pobres. La harina de

cebada era la base de la mâza, una especie de gachas que se podían aromatizar con

vino, miel u otros líquidos y eran consumidas diariamente por una buena parte de la

población.

También eran fundamentales en la alimentación cotidiana los purés y guisos de legumbres

como garbanzos, lentejas, habas o guisantes, que se empleaban secos y no frescos.

Junto a ellas, verduras y hortalizas ocupaban un lugar destacado, aunque eran vistas

como un alimento barato. Los textos mencionan una gran variedad de hortalizas, entre las

que se cuentan, aparte de las más corrientes, algunas menos comunes, como la berrera,

la cerraja, la malva o los bulbos de nazareno.

La carne, en cambio, era menos frecuente, pues se trataba de un alimento caro y

minoritario. En los mercados había puestos dedicados a su venta, pero su consumo

estaba relacionado en buena medida con el sacrificio de animales a los dioses. En estos

ritos una parte de la víctima se quemaba para que el humo llegara al cielo y el resto del

animal era troceado, cocinado y comido por los participantes.

Según muestran las fuentes antiguas, parece que sólo el cerdo era criado con el fin de

servir de alimento, ya que en otros casos el objetivo buscado era la obtención de leche

(con la que se elaboraba queso), lana o fuerza de trabajo. Por ello, se limitaba el número

de ejemplares jóvenes, que consumían la leche de las madres pero todavía no producían,

lo que explica las alusiones relativamente frecuentes al consumo de corderos y cabritos,

que además eran apreciados por su carne más tierna.

Otra fuente de proteínas provenía de las aves, tanto de las de corral (gansos, gallinas,

palomas, patos…), de las que se aprovechaban los huevos además de la carne, como de

las que se cazaban de diversas maneras. Junto a la perdiz, la codorniz, la paloma torcaz

o el pato salvaje, en las fuentes aparece una gran variedad de pajaritos, como zorzales,mirlos, gorriones, hortelanos o pinzones, que se capturaban con liga o con redes y podían

ser vendidos en el mercado ensartados en tallos de mimbre. Entre la caza de pelo sólo

parecen haber tenido un papel gastronómico destacable el jabalí y sobre todo la liebre.

También los animales procedentes del mar eran de gran importancia en la dieta y eran

objeto de los mayores elogios. Entre los moluscos, consumidos en el entorno del Egeo

desde una época muy antigua, eran muy apreciados las ostras, los mejillones, las

conchas de peregrino, las navajas y diversos tipos de almejas, a los que se suman el

pulpo, la sepia y el calamar. En cuanto a los crustáceos, no sorprende encontrar citados la

langosta, el bogavante, el cangrejo y las gambas. Junto a estos mariscos las fuentes

antiguas nos hablan también del consumo de erizos y ortigas de mar.

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/placeres-mesa-antigua-grecia_15980

Se acerca la fecha de la fiesta del amor valenciana. Y con ella viene un producto muy aclamado por los consumidores: El mazapán.

Valencia, 21 de Septiembre de 2024. Autor: Daniel Pastor Peris

Todos los valencianos hemos visto alguna vez o bien en supermercados o bien en los hornos y pastelerías tradicionales unas pequeñas figuras representando vegetales y frutos de mazapán. No nos es, pues, una visión extraña cuando llega octubre. Pero ¿De dónde nace esta tradición tan arraigada y querida por los valencianos?

Mazapanes de Sant Dionís (Caseros)

Muchos son los que tienen la tradición el día de los valencianos, el 9 de octubre, de comprar una bandejita de mazapanes con un «Mocaor» (Pañuelo) y entregarlo a aquellas personas en su vida que son, definitivamente, importantes y, por ello, merecedoras de un reconocimiento tal que, en muchos casos, se reserva únicamente para la pareja. No obstante, va más allá de parejas, padres regalando a hijos, hijos regalando a madres, hermanos a hermanos y etcétera. Pues es, como dicen, «La festa del amor». A pesar de todo ello, no todos saben de dónde proviene esta tradición centenaria (sí, tiene siglos de historia).

La «Mocaorà», según la leyenda, proviene de representar los frutos y hortalizas de la huerta valenciana en una forma dulce y agradable al paladar, los cuales se regalaron en honor a su conquista al rey Jaime I el conquistador tras su entrada a Valencia. Aunque no es la única leyenda al respecto que podemos leer. También existe otra que se asocia a los «porrats» un tipo de feria muy arraigada en varias comarcas valencianas los cuales se celebraban en diversas fechas y, en Valencia, se celebraba la fecha de Sant dionís, el 9 de octubre.

Por otro lado, no obstante, no toda la historia fue un camino de flores. Pues la leyenda se amplía cuando el rey Felipe V entra en Valencia tras la guerra de sucesión y mediante los decretos de nueva planta (Leyes utilizadas para castigar al pueblo valenciano que se había opuesto a Felipe V apoyando, en cambio, al archiduque Carlos de Austria) prohibió esta fiesta que ensalzaba al rey Jaime I. No obstante, el pueblo valenciano lejos de obedecer y olvidar su tradición, seguían celebrándola popularmente en las casas y pueblos valencianos. Era una fiesta muy arraigada con gran tradición pirotécnica, pues la leyenda cuenta que una vez se llegaron a lanzar hasta 13000 cohetes desde el palau de la generalitat. No obstante, Carlos III prohibió la fabricación de pirotecnia tras un incidente en el que murieron 9 personas y se quemaron 20 casas de la zona del mercado. Por esto vemos, a día de hoy, las figuras de la piuleta y el tronador en los mazapanes, símbolos de aquellos cohetes que ya no podían fabricar y tirar nunca más. Otros, no obstante, cuentan sobre estos dulces que son representaciones de los genitales. Pues uno se asemeja a una forma fálica y la otra a una forma más vaginal. Lo que sí sabemos con certeza es que son las dos piezas más bonitas de la bandeja. Pues, generalmente, los pasteleros demuestran su gran destreza en decoración con la manga y el cornet en estas fechas. Como podemos ver en estas dos piezas, algunas contienen patrones de lo más complejos elaborados con glasa real.

Para acabar cabe destacar que casi todos los años el 9 de octubre, el gremio de pasteleros y confiteros de Valencia le regala una cesta con todo tipo de figuritas y, evidentemente, con un gran tronador y piuleta en la misma al primer edil de la ciudad de Valencia, sea quien sea en ese momento.