El impacto de la Segunda Guerra Mundial en la alimentación y consumo

La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto de enormes dimensiones que tuvo un impacto significativo en todos los aspectos de la vida de las personas. Uno de los ámbitos más afectados fue la alimentación y el consumo, ya que la guerra alteró drásticamente la producción, distribución y disponibilidad de alimentos en todo el mundo.

En este artículo exploraremos cómo la Segunda Guerra Mundial cambió la forma en que las personas se alimentaban y consumían bienes. Analizaremos las restricciones en la producción agrícola, las limitaciones en el acceso a alimentos y productos básicos, así como las estrategias implementadas por los gobiernos para racionar y controlar el consumo. También examinaremos cómo la guerra influyó en la aparición de nuevas prácticas alimentarias y en la adopción de medidas de conservación y ahorro. En definitiva, veremos cómo la guerra transformó radicalmente la forma en que las personas se alimentaban y consumían, dejando un legado duradero en la sociedad y la cultura alimentaria.

El racionamiento de alimentos se implementó en muchos países para garantizar una distribución equitativa

El impacto de la Segunda Guerra Mundial en la alimentación y consumo fue enormemente significativo. Durante el conflicto, muchos países implementaron el racionamiento de alimentos como una medida para garantizar una distribución equitativa y asegurar que todos los ciudadanos tuvieran acceso a una cantidad básica de alimentos.

El racionamiento de alimentos se llevó a cabo mediante la emisión de cupones de racionamiento, los cuales eran utilizados por los ciudadanos para adquirir alimentos en cantidades limitadas. Estos cupones eran asignados de acuerdo a la cantidad de personas en cada hogar y las necesidades específicas de cada individuo.

Este sistema de racionamiento no solo buscaba evitar la escasez de alimentos, sino también controlar el mercado negro y prevenir la especulación de precios. Además, se implementaron políticas de control de precios para evitar que los alimentos alcanzaran precios exorbitantes y se volvieran inaccesibles para la población en general.

El racionamiento no solo se limitó a los alimentos básicos como el pan, la carne y la leche, sino que también incluyó otros productos como el azúcar, el café, el té y el chocolate. Estos productos, considerados como lujos durante la guerra, fueron racionados para garantizar que estuvieran disponibles para todos los ciudadanos.

Además del racionamiento, la guerra también tuvo un impacto significativo en la calidad de los alimentos. La escasez de recursos y la falta de mano de obra en el sector agrícola llevaron a una disminución en la producción de alimentos frescos. Como resultado, la población dependía cada vez más de alimentos enlatados y procesados, los cuales eran más fáciles de almacenar y transportar.

El racionamiento y la escasez de alimentos también llevaron a cambios en los hábitos de consumo de la población. Las comidas se volvieron más simples y se redujo el consumo de alimentos considerados como innecesarios. Además, los ciudadanos se vieron obligados a buscar alternativas y sustitutos para los alimentos que escaseaban.

El impacto de la Segunda Guerra Mundial en la alimentación y consumo fue profundo. El racionamiento de alimentos y la escasez de recursos llevaron a cambios en los hábitos de consumo y en la calidad de los alimentos disponibles. A pesar de las dificultades, los países lograron garantizar una distribución equitativa de alimentos durante el conflicto.

La dieta de las personas se vio afectada, ya que había menos variedad de alimentos disponibles

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo de las personas. Durante este periodo, hubo una escasez generalizada de alimentos en muchos países afectados por el conflicto. Esto se debió a la interrupción de las cadenas de suministro, la destrucción de tierras de cultivo y la disminución de la producción agrícola.

Como resultado, la dieta de las personas se vio afectada, ya que había menos variedad de alimentos disponibles. Los alimentos básicos como el pan, la carne y los lácteos eran racionados y difíciles de conseguir. Las personas tenían que hacer largas filas y enfrentar restricciones en la cantidad que podían comprar. Además, los precios de los alimentos se dispararon debido a la alta demanda y la escasez de suministros.

En muchos países, las autoridades implementaron programas de racionamiento para asegurar una distribución equitativa de los alimentos. Estos programas asignaban cupones de alimentos a las personas, quienes solo podían comprar una cantidad limitada de productos básicos cada semana. Esto significaba que las personas tenían que planificar cuidadosamente sus comidas y hacer malabares con los ingredientes disponibles.

Además de la escasez de alimentos, la calidad de la dieta también se vio afectada. Las personas tuvieron que recurrir a alimentos menos nutritivos y de menor calidad. Por ejemplo, se consumían más alimentos enlatados, enlatados y procesados, ya que tenían una mayor durabilidad y eran más fáciles de transportar. Estos alimentos, sin embargo, eran bajos en nutrientes y contribuían a deficiencias nutricionales en la población.

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo de las personas. La escasez de alimentos, la implementación de programas de racionamiento y la disminución de la calidad de la dieta fueron algunas de las consecuencias de este conflicto. La guerra cambió la forma en que las personas se alimentaban y dejó una huella duradera en la historia de la alimentación.

El gobierno promovió la producción y consumo de alimentos locales para reducir la dependencia de las importaciones

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo en los países involucrados. Durante este período, el gobierno se vio obligado a tomar medidas para enfrentar la escasez de alimentos y la interrupción en el suministro debido a los bombardeos y las restricciones impuestas por los países en guerra.

Para contrarrestar esta situación, muchos gobiernos promovieron la producción y el consumo de alimentos locales como una forma de reducir la dependencia de las importaciones. Se alentó a los ciudadanos a cultivar sus propios alimentos en huertos urbanos y se implementaron programas para fomentar la agricultura de subsistencia.

Además, se establecieron racionamientos y cupones de alimentos para garantizar una distribución equitativa y evitar la especulación y el acaparamiento. Estos sistemas de racionamiento se basaban en la asignación de una cantidad específica de alimentos por persona, dependiendo de su edad, ocupación y estado de salud.

En muchos países, se formaron comités de alimentos encargados de supervisar la producción, distribución y consumo de alimentos. Estos comités estaban compuestos por representantes del gobierno, agricultores, minoristas y consumidores, y tenían la tarea de garantizar que los alimentos se distribuyeran de manera justa y eficiente.

Impacto en los hábitos alimentarios

La escasez de alimentos y las restricciones impuestas durante la guerra llevaron a cambios significativos en los hábitos alimentarios de la población. La disponibilidad limitada de ciertos alimentos, como la carne y los productos lácteos, hizo que las personas buscaran alternativas más económicas y accesibles.

En lugar de la carne, se fomentó el consumo de alimentos ricos en proteínas vegetales, como legumbres y cereales. Las familias también aprendieron a aprovechar al máximo los alimentos, evitando desperdicios y utilizando ingredientes alternativos en las recetas.

Además, la falta de productos importados, como el azúcar y el café, llevó al desarrollo de sustitutos locales y al consumo de bebidas y alimentos endulzados con edulcorantes naturales.

Legado de la Segunda Guerra Mundial

El impacto de la Segunda Guerra Mundial en la alimentación y el consumo perduró mucho tiempo después del fin del conflicto. Muchos de los hábitos alimentarios y sistemas de racionamiento implementados durante la guerra continuaron en los años posteriores.

Además, la experiencia de la guerra y la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria llevaron a un mayor énfasis en la producción agrícola local y la diversificación de cultivos. Los gobiernos implementaron políticas para fomentar la autosuficiencia alimentaria y reducir la dependencia de las importaciones.

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo, obligando a los gobiernos y a la población a adaptarse a la escasez y la interrupción del suministro de alimentos. Estos cambios en los hábitos alimentarios y en la producción de alimentos perduraron mucho tiempo después del fin del conflicto y dejaron un legado en la forma en que nos relacionamos con la comida y la agricultura.

Se fomentó la producción de alimentos en pequeños huertos familiares para complementar la dieta

Durante la Segunda Guerra Mundial, la escasez de alimentos se convirtió en una preocupación constante para la población. Los países involucrados en el conflicto tuvieron que hacer frente a la disminución de la producción agrícola y a la interrupción en el comercio internacional de alimentos.

Ante esta situación, se implementaron diversas medidas para fomentar la producción de alimentos a nivel local y garantizar el abastecimiento de la población. Una de estas medidas fue la promoción de los pequeños huertos familiares.

En los hogares, se alentó a las familias a destinar un espacio de su jardín o incluso utilizar macetas en balcones y ventanas para cultivar vegetales y hierbas. Estos huertos familiares permitían a las personas complementar su dieta con alimentos frescos y nutritivos.

Además, se promovieron técnicas de cultivo eficientes y se brindó asesoramiento a las familias para maximizar la producción en estos pequeños huertos. El objetivo era que cada familia pudiera producir una parte de los alimentos que consumía diariamente.

Esta iniciativa no solo garantizaba el acceso a alimentos frescos, sino que también ayudaba a aliviar la presión sobre los sistemas de distribución y abastecimiento de alimentos. Al producir localmente, se reducía la dependencia de importaciones y se liberaban recursos para abastecer a las fuerzas armadas y a la población en general.

Los pequeños huertos familiares se convirtieron en una forma de resistencia y supervivencia durante la guerra. Además, fomentaron la solidaridad y el trabajo en comunidad, ya que muchas veces vecinos y amigos se unían para compartir semillas, herramientas y conocimientos sobre el cultivo de alimentos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los pequeños huertos familiares jugaron un papel fundamental en la alimentación y consumo de la población. Estos espacios permitieron a las familias complementar su dieta y garantizar el acceso a alimentos frescos, al tiempo que contribuían a la autosuficiencia alimentaria de cada hogar y alivianaban la presión sobre los sistemas de distribución.

Se promovió la conservación de alimentos a través de técnicas como enlatado y deshidratación

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y consumo de las personas. En medio de la escasez de recursos y la necesidad de alimentar a las tropas y a la población civil, se implementaron medidas para promover la conservación de alimentos.

Una de estas medidas fue la promoción del enlatado y la deshidratación de alimentos. Con el objetivo de prolongar la vida útil de los productos y evitar el desperdicio, se fomentó el uso de latas y recipientes sellados al vacío. Los alimentos enlatados y deshidratados eran más duraderos y podían ser almacenados durante largos periodos de tiempo, lo que resultaba especialmente útil en épocas de escasez.

La guerra también afectó los hábitos de consumo, ya que las prioridades cambiaron hacia la supervivencia y la austeridad

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en muchos aspectos de la vida cotidiana de las personas, incluyendo la alimentación y el consumo. Durante este período de tiempo, las prioridades cambiaron drásticamente y la escasez de alimentos se convirtió en una realidad para muchas naciones involucradas en el conflicto.

En primer lugar, es importante destacar que la guerra generó una gran demanda de alimentos para alimentar a los soldados y a las poblaciones afectadas por los bombardeos y los desplazamientos. Esto llevó a un racionamiento generalizado en muchos países, donde se establecieron cupones de alimentos para controlar la distribución y evitar la especulación y el acaparamiento.

Además, la producción de alimentos se vio gravemente afectada debido a la movilización de recursos hacia la industria de guerra y la destrucción de infraestructuras agrícolas. Los campos de cultivo fueron abandonados y los agricultores tuvieron que participar en la guerra, lo que resultó en una disminución significativa de la producción y un aumento de los precios de los alimentos.

En este contexto de escasez, las personas tuvieron que adaptar sus hábitos de consumo y aprender a ser más autosuficientes. Muchas familias comenzaron a cultivar sus propios alimentos en huertos caseros y a criar animales para obtener carne y huevos. Además, se promovió la cocina de aprovechamiento, donde se utilizaban todos los restos de comida para evitar el desperdicio.

El racionamiento también significó que las personas tenían que ser creativas a la hora de cocinar, utilizando ingredientes sustitutos y adaptándose a las limitaciones impuestas por los cupones de alimentos. Por ejemplo, se usaron sustitutos de la harina, como la harina de patata, y se fomentó el consumo de alimentos enlatados y deshidratados, que tenían una mayor durabilidad.

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo. La escasez de alimentos y el racionamiento cambiaron los hábitos de consumo de las personas, llevándolas a ser más autosuficientes y a adaptarse a las limitaciones impuestas por la guerra. Esta experiencia dejó una huella duradera en la forma en que las personas se relacionaban con la comida y valoraban la importancia de la planificación y la austeridad.

La escasez de alimentos también llevó al desarrollo de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas para aumentar la producción

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo en todo el mundo. Durante este período, la escasez de alimentos se convirtió en un problema grave, ya que los recursos se destinaban principalmente a la guerra. Esto llevó a una disminución en la disponibilidad de productos alimenticios básicos y a un aumento en los precios.

A medida que los suministros de alimentos se volvieron escasos, se implementaron políticas de racionamiento para garantizar que cada persona tuviera acceso a una cantidad mínima de alimentos. Esto significaba que las personas tenían que presentar cupones de racionamiento para adquirir alimentos básicos como carne, leche, azúcar y cereales. El racionamiento se convirtió en una forma de vida para la población durante la guerra.

Además del racionamiento, las personas también se vieron obligadas a buscar alternativas a los alimentos escasos. Esto condujo al desarrollo de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas para aumentar la producción de alimentos. Por ejemplo, se promovió el cultivo de huertos familiares y se alentó a las personas a criar animales de granja como conejos y gallinas para obtener carne y huevos adicionales.

La guerra también llevó a cambios en las preferencias alimentarias y en los hábitos de consumo. La falta de productos importados y la dificultad para obtener alimentos frescos llevaron a un aumento en el consumo de alimentos enlatados y procesados. Los alimentos enlatados se convirtieron en una opción popular debido a su larga vida útil y facilidad de almacenamiento.

Los cambios en la alimentación durante la guerra también llevaron a una mayor conciencia sobre la importancia de una dieta equilibrada y nutritiva. Los gobiernos y organizaciones de salud promovieron una alimentación saludable y la importancia de consumir una variedad de alimentos para mantener una buena salud.

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo. La escasez de alimentos llevó a la implementación de políticas de racionamiento y al desarrollo de nuevas tecnologías agrícolas. Además, los cambios en los hábitos de consumo llevaron a un aumento en el consumo de alimentos enlatados y procesados. A pesar de las dificultades, la guerra también generó una mayor conciencia sobre la importancia de una dieta equilibrada y nutritiva.

Después de la guerra, la reconstrucción de la infraestructura agrícola y la normalización del comercio permitieron una mejora en la alimentación y consumo

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la alimentación y el consumo en todo el mundo. Durante los años de conflicto, hubo una escasez generalizada de alimentos y recursos, lo que llevó a que las poblaciones se enfrentaran a graves problemas de malnutrición y hambre.

Sin embargo, después de la guerra, se inició un proceso de reconstrucción que incluyó la rehabilitación de la infraestructura agrícola y la normalización del comercio. Esto permitió una mejora significativa en la disponibilidad y variedad de alimentos, así como en el acceso a ellos por parte de la población.

Reconstrucción de la infraestructura agrícola

La guerra dejó gran parte de la infraestructura agrícola dañada o destruida. Los campos de cultivo, los sistemas de riego y los edificios agrícolas fueron severamente afectados, lo que dificultó la producción de alimentos. Sin embargo, los gobiernos y las organizaciones internacionales se movilizaron rápidamente para rehabilitar estas infraestructuras y restablecer la producción agrícola.

Se implementaron programas de ayuda y asistencia técnica para los agricultores, que incluían la provisión de semillas, fertilizantes y maquinaria agrícola. Además, se llevaron a cabo proyectos de reconstrucción de sistemas de riego y drenaje, lo que permitió aumentar la productividad de las tierras agrícolas. Esto contribuyó a una mayor disponibilidad de alimentos y a la mejora de la calidad de vida de las personas.

Normalización del comercio

La guerra interrumpió el comercio internacional y provocó la escasez de alimentos importados en muchos países. Sin embargo, una vez finalizado el conflicto, se establecieron acuerdos comerciales y se restablecieron las relaciones económicas entre las naciones.

Esto permitió que los países pudieran importar alimentos de otras regiones, lo que aumentó la variedad de productos disponibles en los mercados locales. Además, se facilitó la exportación de excedentes agrícolas, lo que generó ingresos para los países y estimuló la economía.

Mejora en la alimentación y consumo

La reconstrucción de la infraestructura agrícola y la normalización del comercio tuvieron un impacto positivo en la alimentación y el consumo. La disponibilidad de alimentos aumentó, lo que permitió una mayor variedad en la dieta de las personas. Además, se logró estabilizar los precios de los alimentos, lo que hizo más accesible su adquisición.

Esto se tradujo en una mejora en la calidad de vida de las personas, ya que tuvieron acceso a una alimentación más equilibrada y nutritiva. Además, el aumento en la disponibilidad de alimentos también contribuyó a estimular el consumo y a impulsar la economía de los países afectados por la guerra.

El impacto de la Segunda Guerra Mundial en la alimentación y consumo

Una dieta rica en grasas omega-3 puede ser clave para prevenir el Alzheimer

  • Niveles en sangre elevados de estas grasas, tanto de origen vegetal como marino, se asocian a un mejor uso de la glucosa en el cerebro de personas con alto riesgo genético de desarrollar la enfermedad
  • Así lo indican los resultados de un nuevo estudio del el Instituto de Investigación del Hospital del Mar  y del Barcelonaβeta Brain Research Centre (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall
  • La investigación, basada en datos de 320 participantes de la cohorte Alfa, impulsada por la Fundación «la Caixa», concluye que las intervenciones nutricionales podrían prevenir la enfermedad

Un equipo conjunto del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, junto al Instituto de Investigación del Hospital del Mar, ha demostrado que el consumo habitual de alimentos ricos en grasas omega-3, tanto de origen vegetal como marino, está relacionado con una mejor capacidad del cerebro para metabolizar la glucosa necesaria para su funcionamiento, aunque ya se hayan producido los primeros daños relacionados con la enfermedad de Alzheimer. Los resultados del estudio, publicado recientemente en la revista Alzheimer’s and Dementia: Diagnosis, Assessment & Disease Monitoring, señalan que las intervenciones nutricionales preventivas, especialmente durante la mediana edad, podrían ayudar a mejorar la función cerebral y prevenir la demencia asociada con el Alzheimer.

El papel de los omega-3

Antes de la aparición de los síntomas clínicos de la enfermedad de Alzheimer, ya hay zonas concretas del cerebro que tienen dificultades para metabolizar la glucosa. «Esto es importante porque se trata del órgano del cuerpo que más la usa«, destaca Aleix Sala-Vila, autor del estudio, miembro del Grupo de investigación en Riesgo Cardiovascular y Nutrición del Instituto de Investigación del Hospital del Mar, y colaborador científico del BBRC.

Los omega-3 contribuyen al correcto funcionamiento de los receptores necesarios para la captación de la glucosa en el cerebro. Estas grasas se incorporan a las membranas celulares, y así facilitan que se pueda seguir utilizando la glucosa. En este sentido, detalla el investigador, «incorporar estos omega-3 a la dieta puede ser beneficioso de cara a tener un cerebro resistente a los cambios que están produciéndose antes de la aparición de la enfermedad de Alzheimer«.

El estudio, centrado en explorar si la ingesta de omega-3 está vinculada a una mejor absorción de glucosa en áreas cerebrales vulnerables al Alzheimer, ha incluido datos de 320 personas voluntarias de la cohorte Alfa+, perteneciente a la cohorte Alfa, impulsada por la Fundación «la Caixa». Se trata de una población cognitivamente sana, sin síntomas clínicos de Alzheimer, pero descendiente en su mayoría de personas afectadas por la enfermedad, y por lo tanto con un riesgo genético elevado de desarrollarla. A los voluntarios se les inyectó glucosa marcada con un trazador para comprobar, mediante una resonancia magnética, cómo se metabolizaba en las distintas áreas del cerebro. También se les cuantificaron los omega-3 que tenían en sangre.

Los resultados muestran que los omega-3 de origen vegetal (aportados, por ejemplo, por alimentos como las nueces o la soja) se asociaban a un mejor uso de la glucosa cerebral, especialmente en los participantes con mayor riesgo genético (portadores del gen APOE-e4).  Por otro lado, los omega-3 de origen marino (procedentes de pescado azul) resultaban más beneficiosos en aquellas personas que, pese a no presentar síntomas de Alzheimer, ya empezaban a tener la acumulación de proteínas características de la enfermedad (amiloide y tau). Por lo tanto, «se sugiere mantener niveles adecuados de omega-3 en la sangre para prevenir la enfermedad, especialmente en personas con mayor riesgo de desarrollar demencia. Esto se consigue incorporando en la dieta alimentos como nueces y pescado azul«, concluye el investigador.

https://www.imim.es/noticias/1125/una-dieta-rica-en-grasas-omega-3-puede-ser-clave-para-prevenir-el-alzheimer

La ingesta de proteínas reduce la mortalidad en personas mayores con enfermedad renal crónica

La enfermedad renal crónica (ERC) reduce la capacidad de los riñones para filtrar la sangre y cumplir con sus funciones vitales. Esta afección no tiene cura y se asocia con un mayor riesgo de diversas enfermedades y una mayor mortalidad. La incidencia de la ERC aumenta con la edad, afectando a más del 40% de las personas mayores de 60 años en alguna de sus formas (leve, moderada o grave).

Actualmente, se recomienda a los pacientes con ERC leve y moderada restringir la ingesta de proteínas para ralentizar la progresión de la enfermedad y evitar complicaciones metabólicas. Sin embargo, las personas mayores necesitan más proteínas que los jóvenes para mantener su función física, conservar una buena salud y recuperarse de posibles enfermedades.

Un reciente estudio, publicado en JAMA Network Open por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), CIBERESP, IMDEA-Alimentación e Instituto Karolinska, analizó datos de 8.543 personas mayores de España y Suecia, recogidos durante 10 años, para determinar la ingesta ideal de proteínas en pacientes con ERC.

La ingesta de proteínas se estimó mediante entrevistas y cuestionarios validados, mientras que los datos de mortalidad se obtuvieron de registros nacionales de defunciones. La presencia de ERC se determinó mediante análisis de sangre y orina, así como diagnósticos médicos. Los análisis se ajustaron por variables sociodemográficas, de estilo de vida, otras enfermedades crónicas y calidad de la dieta para evitar sesgos en los resultados”, explican los autores.

Los beneficios podrían superar los riesgos

El estudio reveló que, en comparación con la recomendación estándar de 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día (aproximadamente 56 gramos para una persona de 70 kilos), una ingesta de 1,0; 1,2 y 1,4 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día se asoció con un riesgo de muerte un 12%, 21% y 27% menor, respectivamente.

La proteína vegetal, procedente de cereales, legumbres o frutos secos, y la proteína animal, procedente de carne, pescado, lácteos o huevos, mostraron asociaciones similares con la mortalidad. Estas asociaciones protectoras eran comparables en personas de 60-74 años y en mayores de 75 años”, detalla el personal investigador.

Estos hallazgos sugieren que, en personas mayores con ERC leve o moderada, los beneficios de una mayor ingesta de proteínas podrían superar a sus riesgos en términos de mortalidad. Por lo tanto, estos pacientes podrían beneficiarse de consumir más proteínas de las actualmente recomendadas, de manera similar a las personas mayores sin ERC. Sin embargo, dada la naturaleza del estudio, no está claro si estos resultados se aplican a personas con ERC grave, de otros grupos étnicos o que sigan dietas vegetarianas y/o bajas en proteínas.

En futuros estudios, los investigadores planean examinar el papel de la dieta y la nutrición en otros síndromes geriátricos y patologías neurodegenerativas, con el objetivo de influir en las políticas de salud pública y la práctica clínica.

Nuestras investigaciones actuales incluyen el análisis de cómo los patrones dietéticos (por ejemplo, mediterráneo, nórdico, occidental), la ingesta de proteínas y la ingesta de energía se asocian con la malnutrición en adultos mayores. Otra línea de investigación se centra en la relación entre patrones dietéticos y multimorbilidad en adultos mayores. Finalmente, estamos investigando si la adherencia a estos patrones dietéticos se asocia con biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer y neurodegeneración”, concluyen los autores.

https://www.ciberisciii.es/noticias/la-ingesta-de-proteinas-reduce-la-mortalidad-en-personas-mayores-con-enfermedad-renal-cronica

Descubren el proceso mediante el cual las legumbres ayudan a reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2

Varios equipos del CIBEROBN liderados por la Universitat  Rovira i Virgili- IISPV han demostrado por primera vez cuál es el proceso mediante el cual las legumbres ayudan a reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2

Las legumbres se caracterizan por su contenido en proteínas vegetales, fibra, hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Son un alimento típico de la dieta mediterránea y su consumo se ha asociado a un menor riesgo de padecer enfermedades como hipertensión, obesidad o diabetes. Sin embargo, hasta el momento ningún estudio había descubierto cuáles son los mecanismos biológicos que se esconden detrás de estas asociaciones.

Las ciencias ómicas, como en el caso de la metabolómica, han permitido entender mejor los procesos biológicos involucrados en los efectos derivados del consumo de algunos alimentos sobre el organismo, como el café, el aceite de oliva o la carne. Sin embargo, hasta ahora no se había identificado la huella metabolómica -pequeñas moléculas resultantes del consumo de alimentos y vías metabólicas implicadas- de las legumbres y su relación con el riesgo de padecer diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares.

El equipo investigador, en colaboración con científicos de la Escuela de Salud Pública de Harvard University y la Universidad de Navarra, estudió muestras de sangre de 1.833 individuos mayores con alto riesgo cardiovascular procedentes del ensayo clínico PREDIMED. A partir de estas muestras se evaluó el consumo de alimentos al inicio del estudio y después de un año de seguimiento. A partir de métodos estadísticos avanzados de aprendizaje automático (Machine learning) se identificó un patrón molecular del consumo de legumbres. La investigación mostró que aquellos individuos que comían más legumbres también presentaban un patrón más alto de adherencia a la dieta mediterránea, con mayor consumo de lácteos, verduras y frutas y una menor ingesta de carne y cereales.

Estos  métodos utilizados no sólo permiten identificar vías metabólicas relacionadas con la diabetes y enfermedades metabólicas, sino que confirman la importancia que tiene la alimentación en patologías de larga duración y abre nuevas vías de investigación para desarrollar posibles fármacos y tratamientos preventivos.

La huella metabolómica en sangre estaba formada por 40 metabolitos, entre los que destacan varias clases de lípidos, y ésta se relacionó con un 23% menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Estos resultados “muestran la importancia que tiene el consumo de legumbres para la salud y, en especial, en la prevención de esta enfermedad”, indica el equipo investigador. Además, los metabolitos identificados en el estudio «nos ayudan a comprender mejor las vías metabólicas relacionadas con su consumo y su posible implicación en la fisiopatología de la diabetes y las enfermedades cardiovasculares», añaden.

Los resultados de este trabajo se han publicado en la revista científica Cardiovascular Diabetology y lo encabezó el investigador predoctoral Hernando J. Margara Escudero bajo la dirección del equipo de investigación de la URV-IISPV formado por Indira Paz Graniel, Jesús García Gavilán, Nancy Babio y Jordi Salas-Salvadó. Todos son miembros del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) y del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili.

https://www.ciberisciii.es/noticias/descubren-el-proceso-mediante-el-cual-las-legumbres-ayudan-a-reducir-el-riesgo-de-sufrir-diabetes-tipo-2

ALIMENTACIÓN PARA EL TREKKING Y EL HIKKING

Hablamos de HIKKING (o senderismo) cuando las salidas suelen durar como mucho un día, por el contrario el TREKKING abarcaría varias jornadas.  En alimentación para el trekking / hikking te enseñamos como mejorar tu rendimiento a través de la alimentación.

Es una actividad moderada en la cual se camina a una velocidad media constante, en la cual la inmensa mayoría del tiempo nuestro cuerpo obtendrá energía en vías metabólicas que utilizan oxigeno utilizando para ello como combustible principalmente (aunque no exclusivamente) la grasa acumulada en nuestro organismo, la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos ayudará a hacer frente a los requerimientos energéticos. En ocasiones, sobre todo cuando el desnivel del terreno aumenta y se hace más escarpado echaremos mano de la energía acumulada como glucosa en el glucógeno muscular. También hay que tener en cuenta que sobre el consumo de energía y agua influirá mucho la temperatura ambiental y la humedad factores que habrá que tener presentes cuando se planea una ruta de montaña, también por supuesto la intensidad y la duración de esta. Por lo general la marcha de una salida de senderismo va a permitir llevar agua y alimentos en abundancia y el paso moderado-intenso permitirá ingerir alimentos y líquidos sin que ello produzca molestias como las que pueden aparecer al correr, aún así es interesante mantener un aporte alto de carbohidratos y agua, intentando disminuir las proteínas, la fibra y la grasa para evitar molestias gastrointestinales, . Por lo general este tipo de práctica deportiva podrá tener una duración de varias horas, desde un para hasta una jornada completa 8 horas o varios días.

Día previo a la salida de senderismo: una alimentación normal y saludable, en línea con el patrón predominante habitual, es decir, una dieta suficiente, equilibrada, variada y saludable, con la particularidad de que si prevemos que la salida va a ser de mas de media jornada, tener la precaución de hidratarse y de tomar una cena rica en carbohidratos (pasta, pan, cereales refinados…) con algo de proteínas (pescado, carnes blancas) y baja en fibra y grasa.

Dentro de la mochila aseguraremos una buena cantidad de agua, siendo muy útiles los depósitos como los “camelback”, además podremos incluir bebida isotónica sobre todo cuando el calor va a apretar y la humedad es elevada, en este punto las bebidas isotónicas en polvo como GEO Aubisque facilitan muchísimo el transporte, las capsulas de sales minerales son muy interesantes para los días de mas calor y humedad. Otros de los alimentos que hay que asegurar en la mochila a parte del material (como, por ejemplo, ropa y calzado adecuado, navaja, algo de cordino, manta y elementos básicos de supervivencia etc…) son alimentos no perecederos de alta densidad calórica que usaremos en caso de emergencia como el turrón, chocolate. Una vez establecidos aquellos alimentos que nunca deben faltar en la mochila diferenciaremos tres tipos de salidas de senderismo 1. Salidas de media jornada (4-5 horas), 2. Salidas de una jornada (unas 8 horas) y 3. Salidas de varios días.

Salidas de media jornada

La cantidad y el tipo de alimento que llevemos dependerá de la exigencia de la ruta, de la temperatura ambiental y de la intensidad. Como norma básica, antes de salir aseguraremos un buen desayuno ligero, digerible y rico en hidratos de carbono, además para tomar en ruta podemos llevar algo de fruta (un par de piezas) sin embargo si la ruta es muy exigente es conveniente llevar además algo de fruta desecada frutos secos, incluso algo de compota de fruta envasada, geles o alguna barrita de cereales muy interesantes no solo por el aporte calórico sino que además ocupan poco espacio. La pauta de toma de alimentos es muy sencilla, pequeños tragos de agua cada poco tiempo acompañado por un poco de bebida de electrolitos especialmente en aquellos días más calurosos. Una toma de alimento sólido aproximadamente en la mitad de la ruta y continuar con la pauta de agua hasta el final de la ruta. Alimentación para el trekking

  • AGUA: cada 20 minutos aproximadamente a pequeños tragos
  • BEBIDA ISOTÓNICA: a pequeños tragos alterando con agua especialmente en los días mas calurosos.
  • ALIMENTOS: fruta, fruta desecada, frutos secos, geles, barritas de cereales, una toma aproximadamente en la mitad de la ruta.

Salidas de una jornada ( unas 8 horas)

La pauta en la primera mitad de la jornada será igual que la pauta 1., es decir, agua + isotónica cada 15-20 minutos (dependiendo de la temperatura y humedad) con una toma de alimentos a media mañana. En este caso la mitad de la ruta coincidirá con la comida del medio día, esta toma de alimentos ayudará a recuperar parte de la energía perdida en la primera parte de la ruta, esta debe ser una comida ligera y fácilmente digerible, rica en carbohidratos con un pequeño aporte de proteína.

Eso traducido a alimentos puede ser por ejemplo un par de sándwich ligeros de pan blanco (ingredientes ligeros que aporten carbos, algo de proteína y a ser posible nada de grasa y nada de fibra), acompañando con algo de agua y fruta sin piel y/o compota. Si la ruta ha sido muy exigente la comida puede completarse con algún gel, compota o barrita de cereales, incluso un poco de chocolate (o turrón), además el chocolate (1 -2 onzas del puro) lleva una sustancia de la misma familia que la cafeína y puede dar un pequeño empujón para la siguiente parte de la ruta. Existe la opción de los alimentos liofilizados desecados, de poco peso que permiten preparar una comida caliente como unos fideos de arroz, sopas calientes, pero para ello hemos de cargar con un hornillo portátil o un termo con agua caliente, ambas opciones son realmente interesantes en los días mas fríos pero aumentarían el peso de la mochila. La pauta para la segunda parte de la jornada exactamente igual que la de la mañana.

Primeras 4 -5 horas (primera parte de la ruta)

  • AGUA: cada 20 minutos aproximandamente a pequeños tragos
  • BEBIDA ISOTÓNICA: a pequeños tragos alterando con agua especialmente en los días mas calurosos.
  • ALIMENTOS: fruta, fruta desecada, frutos secos, geles, barritas de cereales, una toma aproximadamente en la mitad de la jornada matutina.

A medio día

  • AGUA: toma de unos 250 ml
  • ALIMENTOS: Toma principal de la jornada, sándwich ligeros, fruta, chocolate, alimentos desecados-liofilizados.
  • Segunda parte del día (tarde-noche)
  • AGUA: cada 20 minutos aproximadamente a pequeños tragos
  • BEBIDA ISOTÓNICA: a pequeños tragos alterando con agua especialmente en los días mas calurosos.
  • ALIMENTOS: fruta, fruta desecada, frutos secos, geles, barritas de cereales, una toma aproximadamente 2-3 horas de la comida del medio día.

Salidas de varios días

La pauta para las medias jornadas (mañanas y tardes) es la misma que la descrita en los anteriores apartados. No obstante para las salidas de varios días el tamaño de la mochila ha de aumentar porque llevaremos una mayor cantidad de agua y de alimentos. Para estas salidas puesto que se pasará la noche en ruta, hay que llevar además la cena y los desayunos.

Comida en ruta: esta comida ha de ser ligera y digerible, ya que aun quedará media jornada por delante y hemos de ir “ligeros”. Por ello media ración de alimentos rehidratados, con un par de orejones y agua de reposición será suficiente para hacer frente a la siguiente media jornada.

Cena en ruta: Un buen aporte de hidratos de carbono repondrá los depósitos de glucógeno perdidos durante el día, una vez mas son realmente interesantes los alimentos desecados, liofilizados etc. … con algo de agua caliente (termo u hornillo portátil) se recompone y tenemos una comida caliente y completa. Un interesante menú seria un plato de pasta deshidratada/liofilizada (los preparados comerciales aportan proteínas e hidratos de carbono además de grasas), y un par de orejones, dátiles o higos secos y/o fruta fresca. Una buena hidratación es muy importante para enfrentarnos a la siguiente jornada.

Desayuno en ruta: De igual forma el desayuno antes de la jornada es muy importante: un par de barritas de cereales, un puñado de frutos secos y algo de leche (interesante llevar algo de leche en polvo) o en su defecto alguna infusión, te o café, alimento ligero, digerible y con una buena densidad calórica preparan al senderista para hacer frente a la siguiente jornada.

Hoy en día existen preparados comerciales que un pequeño aporte de agua caliente nos proporciona una comida completa. Con muy poco volumen y peso podemos llevar la comida-cena de varios días.

Medias jornadas (mañanas y tarde):

  • AGUA+ISOTÓNICA: cada 20 minutos aproximadamente a pequeños tragos alternando bebida isotónica + agua.
  • ALIMENTOS: fruta, fruta desecada, frutos secos, geles, barritas de cereales, una toma aproximadamente en la mitad de la jornada
  • COMIDAS: ½ ración de alimentos desecado/liofilizado + agua + orejones/higos secos/dátiles. Correcta hidratación.
  • CENAS: Alimentos desecado/liofilizado + agua + orejones/higos secos/dátiles (mayor cantidad que en las comidas). Abundante hidratación.
  • DESAYUNOS: Leche en polvo rehidratada + barritas de cereales + frutos secos.
  • Alimentos extra o de emergencia: chocolate puro o turrón.

El arte de convertir literatura en plato.

El artículo de Alexandra Sumasi aborda el poder evocador de la literatura en relación con la gastronomía y cuestiona la dependencia actual de la fotografía para apreciar y transmitir la experiencia culinaria. Sumasi abre con una anécdota sobre una conversación en la que su interlocutor declaró que «nunca haría una receta que no llevara foto». Este comentario la lleva a reflexionar sobre el valor de la imaginación y de las descripciones literarias para transmitir el encanto de los alimentos, sin la necesidad de apoyarse exclusivamente en imágenes.

Sumasi compara la fotografía y la literatura, reconociendo la capacidad visual de la primera para capturar y exponer la esencia de un plato, pero sugiriendo que la literatura permite un viaje más profundo a través de las palabras. Recuerda el libro 1080 recetas de cocina de Simone Ortega, un clásico español de la gastronomía que carece de imágenes, y se pregunta si hoy en día una obra así seguiría siendo atractiva para los lectores. En su opinión, el problema no radica en la falta o el exceso de fotos en los recetarios modernos, sino en la ausencia de imaginación. La literatura gastronómica, en contraste, puede envolver al lector en una experiencia visual y sensorial, ofreciendo el placer de «comer con los ojos», aunque sin una imagen presente.

A lo largo del artículo, Sumasi cita ejemplos de autores que han utilizado la literatura para describir alimentos con tal riqueza y detalle que el lector puede casi «saborearlos». En particular, menciona a Honoré de Balzac, quien en su obra La Comedia Humana describe platos de manera tan realista que parecen cobrar vida en la imaginación del lector. Sumasi comparte un fragmento en el que Balzac narra la preparación de un plato de cebolla dorada, buey y perejil fresco que logra abrir el apetito solo con su descripción.

Sumasi opina que la expresión «comer con los ojos» originalmente no se refería a la fotografía de alimentos, sino a la experiencia de ver directamente el plato frente a uno mismo. La literatura, en su opinión, puede igualmente despertar los sentidos al lector, incentivando a que imagine el aspecto, sabor y textura de los alimentos. Para la autora, el valor de una descripción radica en que el lector construye su propia versión de la comida narrada, explorando y reactivando su imaginación.

Además, Sumasi señala que las redes sociales como Instagram, donde la fotografía domina, no han eliminado el poder de la literatura para inspirar. Aun cuando la plataforma visual pueda parecer la forma preferida de consumir contenido sobre comida, cree que todavía existe un público que aprecia la riqueza de las descripciones literarias, prefiriendo «crear su propia visión» en lugar de recibir una imagen impuesta.

Sumasi concluye que, si bien la fotografía y la literatura pueden complementarse, también deberían tener la libertad de destacarse por sí mismas. A modo de ejemplo, describe un alimento con términos literarios intensos que evocan su textura, color y sabor, demostrando que una buena descripción puede captar la esencia de un plato tan vívidamente como una imagen. Con esta reflexión, la autora invita al lector a apreciar la literatura gastronómica como un arte en sí mismo, capaz de recrear experiencias sensoriales y emocionales tan vívidas y evocadoras como las imágenes fotográficas.

https://www.bonviveur.es/opinion/el-arte-de-convertir-literatura-en-plato

Este es el significado de los colores de los botes de especias de Mercadona

Entrada de un supermercado de Mercadona.

Los botes de especias. Cuando llegamos al lineal de estos condimentos indispensables para dar un toque de sabor o color a los platos que cocinamos, nos topamos con una extensa muestra de envases: albahaca, perejil, orégano, comino, tomillo, curry, hierbabuena, canela, pimienta, azafrán, cayena…

Lineal de especias en un supermercado de Mercadona.

Para escoger el bote que necesitamos, lo habitual es acercarse al lineal y ponerse a buscar por orden alfabético hasta dar con la especia deseada. Ya en casa, el bote se guarda junto al resto de especias y, cuando llega el momento de utilizarla, se rebusca y rebusca hasta encontrarla.

Pero llega un día en que muchos descubren el «secreto» de los botes de especias de Mercadona. Se trata de una información relevante a la hora de entender cómo se clasifican estos envases en la cadena valenciana de supermercados y que puede servir como truco para almacenar en orden los condimentos en casa.

La encargada de desvelar el misterio es la usuaria de TikTok @myrealfood, que en un vídeo recientemente subido a dicha plataforma explica el significado de los colores de los botes de especias de Mercadona.

  • Tapón rojo: especia molida o en polvo.
  • Tapón marrón: especia entera.
  • Tapón verde: hierbas secas.
  • Tapón azul: sazonador de pasta, de carne o de pescado.
  • Tapón naranja: colorante.
  • Faltaría incluir los botes de tapón negro: envase con molinillo para moler.

De esta manera, como explica la usuaria, sabiendo el significado cromático de las especias, es más fácil encontrar en el lineal del súper la canela entera (marrón) o molida (rojo). «Así, aunque tengan el mismo nombre, puedes diferenciarlas», especialmente «si las guardas en un cajón y sólo las puedes ver desde arriba», explica @myrealfood.

Pese a que el vídeo está difundiéndose más allá de TikTok por la información que brinda, no todo está siendo elogios para la autora. Y es que, en el momento de explicar que el color naranja se usa para identificar el colorante, la mujer recomienda no usar ese producto, proponiendo como alternativa hacer una mezcla de cúrcuma y pimienta negra, «que tiene un montón de beneficios». Según se puede leer en los comentarios, casi nadie considera una buena idea usar esa mezcla como colorante.

https://www.elmundo.es/como/2024/10/10/6707d154fc6c8380568b4586.html

Alertan de la posible presencia de salmonella en croquetas de marca ‘Las croquetas de Fer’

Aesan (La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) ha alertado este jueves sobre la posible presencia de salmonella en croquetas congeladas de todas las variedades de la marca ‘Las croquetas de Fer’.

El número de lote de los productos coincide con la fecha de fabricación, y se encuentran afectadas todas las croquetas elaboradas entre el 13 de septiembre de 2024 y el 15 de octubre de 2024, según ha detallado la agencia en un comunicado, informa Efe.

La notificación ha sido trasladada por las autoridades sanitarias de Extremadura, que han enviado la información al Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (Sciri), han precisado.

Según la información disponible, la distribución inicial ha sido a las Comunidades Autónomas de Andalucía, Islas Baleares, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, La Rioja y Comunidad de Madrid.

No obstante, no descartan que puedan existir redistribuciones a otras comunidades autónomas.

Además, la agencia ha indicado que la información ha sido trasladada a las autoridades competentes de las comunidades autónomas con el objeto de que se verifique la retirada de los productos afectados de los canales de comercialización.

La Aesan ha recomendado a las personas que tengan en su domicilio el producto relativo a la alerta se abstengan de consumirlo.

En el caso de haber consumido el producto de los lotes afectados y presentar alguna sintomatología compatible con la salmonelosis (diarrea y/o vómitos acompañados de fiebre y dolor de cabeza), han recomendado acudir a un centro de salud

https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2024/10/24/671a6b3421efa0db448b4591.html

Estas son las frutas y verduras de temporada en noviembre 2023

Con el otoño ya asentado, este mes aparecen productos frescos en su mejor época como los cítricos o las alcachofas

Varios productos en una frutería

Aunque los supermercados ofrecen alimentos de cualquier temporada en casi cualquier época del año, haciendo posible comer cerezas en invierno y naranjas en verano, lo cierto es que cada vez son más los que optan por consumir productos de temporada. Escoger productos frescos en punto óptimo de maduración conlleva beneficios ecológicos, nutricionales y económicos y garantiza mejor sabor. Así pues, veamos cuáles son las frutas y verduras de temporada en noviembre de 2023.

Por fortuna, en el penúltimo mes del año, con el otoño bien asentado, el campo nos ofrece una rica variedad de alimentos que se encuentran en plena apoteosis de sabor y de calidad-precio. Hay que tener en cuenta que hay frutas y verduras que se encuentran en su momento óptimo y otras que están saliendo o entrando en temporada.

Ahora es el momento de comprar frutas como el caqui, la cereza o la chirimoya, además de los cítricos, así como hortalizas que empiezan a apetecer con el frío haciendo acto de presencia; hablamos de opciones tan suculentas como la alcachofa, las acelgas o el cardo.

De acuerdo con los calendarios del Ministerio de Consumo y de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), estas son las actuales frutas y verduras de temporada:

FRUTAS DE TEMPORADA DE NOVIEMBRE

  • Caqui
  • Chirimoya
  • Frambuesa
  • Granada
  • Kiwi
  • Limón
  • Mandarina
  • Mango
  • Manzana
  • Naranja
  • Pera
  • Pomelo
  • Plátano
  • Uva

En noviembre también podemos encontrar frutas de temporada de recolección tardía: aguacate, granada, papaya o piña. Asimismo, cocos, limas, litchis o maracuyá están en temporada de recolección temprana y empiezan a estar listos para su consumo.

VERDURAS Y HORTALIZAS DE TEMPORADA DE NOVIEMBRE

  • Acelgas
  • Alcachofa
  • Apio
  • Berenjena
  • Brócoli
  • Calabaza
  • Cardo
  • Champiñón
  • Col de Bruselas
  • Coliflor
  • Endibia
  • Espárrago verde
  • Espinacas
  • Guisantes
  • Judía verde
  • Lombarda
  • Nabo
  • Pimiento
  • Puerro
  • Remolacha
  • Rábano
  • Tomate
  • Zanahoria

Comer frutas y verduras es básico para llevar una dieta sana y equilibrada. La Organización Mundial de la Salud recuerda que comer al menos 400 gramos -cinco porciones- de frutas y verduras al día reduce el riesgo de desarrollar enfermedades y ayuda a garantizar una ingesta diaria suficiente de fibra dietética. Y destaca la importancia de que estos alimentos sean de temporada.

Por su parte, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerda los beneficios ecológicos, nutricionales y económicos de consumir frutas y verduras de temporada. En primer lugar, al consumir estos productos dentro de su ciclo natural, se evita que haya un cultivo forzado de los mismos y se potencia la producción local. Asimismo la fruta y verdura que se consume en el momento natural óptimo ofrece mejor sabor, nutrientes y precio (ahorrando el coste en transporte).

https://www.elmundo.es/como/2024/10/30/67222bb7e9cf4a2d128b45bf.html

Los niños nacidos bajo el racionamiento de azúcar de la Segunda Guerra Mundial fueron adultos más sanos

Un estudio muestra que quienes nacieron durante las restricciones tuvieron un 35% menos de diabetes y un 20% menos de hipertensión

Niños y azúcar

Las recomendaciones dietéticas dicen que los bebés, desde su concepción hasta cumplir dos años, no deben consumir azúcares añadidos. Sin embargo, las embarazadas suelen doblar el porcentaje de consumo de azúcar recomendado y la mayoría de los bebés consumen algún tipo de comida o bebida edulcorada a diario. Algunos críticos afirman que este tipo de recomendaciones se basan en estudios de poca calidad o demasiado breves. Para superar esas limitaciones, un equipo liderado por Tadeja Gracner, de la Universidad del Sur de California, ha utilizado la información generada por un experimento natural sucedido poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando, desde el final del conflicto hasta 1953, el racionamiento eliminó el azúcar de la dieta de los británicos, incluidos niños y embarazadas.

El equipo utilizó datos de un biobanco de 60.183 individuos nacidos entre octubre de 1951 y marzo de 1956, comparando la evolución de la salud de los concebidos antes y después del fin del racionamiento de azúcar en 1953. Durante el racionamiento, los adultos podían consumir hasta 40 gramos, la mitad que el consumo medio actual, y los menores de dos años no recibían nada. En un estudio que se publica hoy en la revista Science, observaron que, con el paso de los años, la restricción de azúcar durante los primeros 1.000 días de vida redujo el riesgo de desarrollar diabetes e hipertensión durante la vida en aproximadamente un 35% y un 20%, respectivamente, y retrasó el inicio de estas enfermedades en unos 4 y 2 años. El efecto protector fue más intenso para los que vieron restringida su exposición al azúcar tanto en el útero como en los meses posteriores al nacimiento. Los autores calculan que el 30% de la reducción de riesgo de enfermedad se debe atribuir a la exposición o no durante la gestación.

Aunque el trabajo no demuestra una causalidad entre el consumo de azúcar durante los primeros meses de vida y la protección frente a enfermedades, la observación del vínculo fortalece las razones para recomendar limitar el consumo de esta sustancia. Los autores del estudio ofrecen posibles explicaciones a sus resultados. Por un lado, tal y como se sugiere en la hipótesis del origen fetal de las enfermedades adultas, el consumo o no de azúcar de la madre puede cambiar la programación fisiológica del bebé desde el útero. “Nuestros hallazgos sobre el efecto del azúcar en el útero coinciden con los resultados de estudios en animales, que demuestran que las dietas con mucho azúcar durante el embarazo incrementan los factores de riesgo de diabetes tipo 2 e hipertensión […] o los estudios en humanos que demuestran una asociación entre una dieta rica en azúcar durante el embarazo y la lactancia y el riesgo de obesidad del niño”, escriben Gracner y sus colegas. Una segunda posibilidad es que saborear el azúcar al principio de la vida condicione para siempre nuestro gusto por lo dulce, como proponen algunos estudios. Si esto fuera así, se debería reflexionar sobre los efectos de que alrededor del 70% de productos para niños tengan azúcares añadidos, ya sean bebidas, leche de fórmula u otros alimentos.

Una ración de las que recibían los británicos durante la Segunda Guerra Mundial.

Una de las dificultades para obtener conclusiones definitivas respecto a los efectos de medidas dietéticas aisladas es que no se puede tener a cientos o miles de humanos dentro de un entorno controlado durante décadas en las que se les da de comer solo lo que los experimentadores desean. Por eso, se utilizan métodos para aproximarse a la realidad, comparando los resultados de estudios observacionales en humanos con otros más controlados en animales. En este sentido, el efecto de consumir menos azúcar en los primeros meses de vida fue mayor en la reducción del riesgo de diabetes tipo 2 en mujeres que en hombres, una diferencia por sexos que ha aparecido también en varios estudios con animales. Además, el racionamiento de azúcar redujo el riesgo de obesidad, que incrementa el riesgo de enfermedades del corazón y metabólicas y sugiere una posible explicación biológica a los problemas producidos por el azúcar.

Gracner considera que “a medida que se intensifican las conversaciones sobre políticas como el impuesto al azúcar o a las bebidas azucaradas, o la regulación de los azúcares añadidos en los alimentos para lactantes o niños pequeños y su comercialización, comprender la relación directa entre el consumo de azúcar en etapas tempranas de la vida y las enfermedades crónicas es fundamental”. “Nuestros resultados contribuyen a este debate al vincular el azúcar con la salud y subrayar la importancia de la dieta en los primeros años para gestionar el riesgo de enfermedades metabólicas a largo plazo”, concluye.

El experimento natural del racionamiento tras la Segunda Guerra Mundial tiene similitudes con otro que tuvo lugar en Cuba entre 1991 y 1995. Entonces, durante el conocido como Periodo Especial, la falta de asistencia soviética tras la caída del imperio rojo dejó a la isla caribeña en una profunda crisis. Se cuenta que las bañeras de La Habana se utilizaban para criar cerdos, para ocultarlos. De consumir 3.000 calorías diarias por persona, los cubanos pasaron a tomar unas 2.200. Contra su voluntad, comenzaron a caminar más o utilizar la bicicleta porque no había combustible para propulsar los automóviles. Los habitantes de la isla recuerdan aquel periodo con el mismo cariño que los británicos la posguerra, pero, según un estudio que se publicó en la revista British Medical Journal,aquel plan radical de dieta y ejercicio mejoró la salud de los cubanos y su esperanza de vida.

Aquel resultado mostró que los cambios importantes en los hábitos que tienen mayores efectos sobre la salud no pueden ser una suma de decisiones individuales correctas. “Debe producirse en el entorno, que no tenga que tomar yo la decisión de elegir entre un alimento con mucha sal y uno con poca cada vez que voy a comer, porque eso no va a funcionar”, explicaba entonces Manuel Franco, autor del estudio. Algunos epidemiólogos como Franco plantean que es necesario que haya políticas que hagan, al menos hasta cierto punto, que estas decisiones, como sucedió con el racionamiento del azúcar, estén tomadas. Otro dilema es si, igual que se nos prohíbe consumir heroína o conducir a 200 y sin cinturón, es legítimo que el Estado nos obligue a comer sano.

https://elpais.com/salud-y-bienestar/2024-11-01/los-ninos-nacidos-bajo-el-racionamiento-de-azucar-de-la-segunda-guerra-mundial-fueron-adultos-mas-sanos.html