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La industria alimentaria, atrapada entre la marca blanca y la regulación europea, sostiene Antonio Hernández (Ebro Foods)
Antonio Hernández Callejas, presidente de Ebro Foods, luce sus últimas cifras de los nueve primeros meses del año (21% más de beneficio que el año anterior), con reducción de deuda e importantes dividendos y presencia actualmente en 27 países. Sin embargo, asegura que la industria alimentaria se ve «atrapada» entre la marca blanca y la regulación europea.
«Nosotros tenemos que vender a la distribución y la distribución quiere que su consumidor tenga los precios más baratos posibles. Y cuando la Unión Europea concede exenciones arancelarias a la mayor parte de los países o desmonta todos los sistemas de protección, entonces es lo mismo producir, digamos, en Valencia o en Carmona, que en Argentina o en Camboya. Los agricultores están protestando, con razón, pero los industriales nos vemos atrapados en medio de un sándwich», asegura Hernández Callejas en una entrevista al diario El Mundo.
Preguntado precisamente por el avance de la marca blanca, el presidente de Ebro Foods apunta que las marcas de esta firma «son muy relevantes y son marcas que aportan un diferencial». A este respecto, recuerda que los populares vasitos microondas «no los ha creado la marca blanca, los ha creado Brillante». «La innovación cuesta dinero y copiar es fácil, por eso ahora estamos trabajando en esas líneas: innovación y diferenciación«, subraya.
Sobre las tensiones que se han vivido en los últimos meses entre las marcas de fabricante y la distribución con la retirada de algunos productos de los lineales, Antonio Hernández señala que la distribución «puede hacer con sus lineales lo que estime», pero deja claro que «el modelo de marca blanca pura pasó a la historia porque es muy poco sexi en un supermercado no encontrar nada más que lo que ha querido el distribuidor, sin dar ninguna otra opción». «Los distribuidores potencian ahora productos parecidos a precios más baratos, jugando con el margen. No es normal que, por ejemplo, como pasa en algunos países del norte de Europa, la distribución gane el 50% con nuestros productos y que a los suyos se les aplique un margen del 10%», precisa.
LOS ESTRAGOS DE LA DANA
La catástrofe producida por la dana en Valencia también ha afectado a Ebro Foods, en concreto, en su planta de arroz SOS ubicada en Algemesí. «Tuvimos muchísimas entradas de agua y nos está costando reanudar la actividad. Afortunadamente, no hemos tenido víctimas mortales, pero la mayor parte de nuestros empleados ha tenido alguna afección: quien no ha perdido un coche, ha perdido la moto y aproximadamente 15 de nuestros trabajadores han tenido también serios desperfectos en sus domicilios», explica Hernández Calleja.
Asimismo, señala que la compañía no está recibiendo ayuda de las instituciones. «Lo está haciendo absolutamente todo Ebro con sus propios medios. Nos estamos apoyando en otras plantas del grupo, tanto en España como fuera de España», indica.
«De esta catástrofe hemos sacado algunas conclusiones que posiblemente podamos implementar próximamente, como puede ser el refuerzo de muros para que, si se volviera a repetir, que esperemos que no, sea muy difícil que el agua entre dentro de lo que es el recinto fabril. Procuraremos también tener una capacidad de respuesta más rápida y tener instalaciones que puedan hacer los mismos productos en distintos sitios. Por ejemplo, SOS tiene un paquete muy particular, que es un paquete de papel absolutamente ecológico, y que en este momento solamente lo hacemos en la planta de Algemesí. Otros paquetes pueden hacerse en distintas plantas, pero el paquete de SOS, que es icónico y que lleva toda la vida, solamente lo producimos en Algemesí. Igual ahora debemos replantearnos que se haga en más de un sitio y que su producción no se vea parada ante un problema así», añade.
PRODUCIR EN LA UNIÓN EUROPEA
Cuestionado sobre las exigencias de Europa con los productores, el presidente de Ebro Foods recuerda que España siempre ha tenido buenas productividades, «pero la Unión Europea es un entorno caro de producción, por miles de requisitos medioambientales, por miles de incidencias de costes de producto, y competir en libre mercado con otras zonas es muy complejo. Por eso, algunas veces se hace el planteamiento de para qué vamos a gastar el dinero en traer agua y poner trigo en Córdoba, por ejemplo, si es más barato traerlo de Ucrania o de Argentina».
Por otra parte, respecto al regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, Antonio Hernández incide en que Ebro Foods mantiene en este país una cuota de mercado del 23% y siete plantas: «Producimos allí, por lo que las medidas proteccionistas no nos afectan negativamente, aunque en este momento estamos mandando muchos productos de microondas de España a Estados Unidos, fundamentalmente hasta que se termine una ampliación que estamos haciendo en la planta de Memphis. En cuanto a políticas fiscales, si Trump baja los impuestos al grupo Ebro le viene mejor y a España le viene mejor porque lo que ganamos en Estados Unidos viene de dividendo a España. En este momento estamos estudiando un dividendo que estará en el orden de los 200 millones, por lo tanto, el tener más dinero disponible en Estados Unidos acaba revirtiendo al dinero que acaba en España y probablemente remunerando a nuestros accionistas. Es decir, que esa bajada de impuestos en Estados Unidos acaba beneficiando al accionista español de Ebro».
https://www.foodretail.es/fabricantes/industria-alimentaria-atrapada-marca-blanca_0_2000006109.html
La Influencia de la Globalización en las Prácticas Culturales Alimenticias
La globalización ha transformado completamente nuestras prácticas alimenticias. Gracias a la facilidad de comunicación y el comercio internacional, podemos probar alimentos de cualquier parte del mundo sin siquiera salir de nuestras ciudades. Sin embargo, la globalización también ha dado lugar a un fenómeno interesante conocido como “glocalización”, que describe cómo las prácticas y los productos globales se adaptan a los gustos y preferencias locales.
Un ejemplo de esto es el sushi occidentalizado que encontramos en muchos países. Originalmente, el sushi japonés se centra en pescados crudos y arroz, pero en los Estados Unidos y otros lugares, se ha adaptado a gustos diferentes agregando ingredientes como aguacate o queso crema. Este cambio muestra cómo una comida puede adaptarse para atraer a un público diferente sin perder por completo su esencia original.
En un artículo publicado en Appetite, Fischler (1988) explora esta mezcla entre lo tradicional y lo moderno, señalando que “las elecciones alimenticias modernas pueden verse como una negociación constante entre el deseo de experimentar nuevas culturas y el anhelo de autenticidad” (Fischler, 1988). Personalmente, como estudiante que vive en un mundo globalizado, tengo acceso a una variedad inmensa de alimentos, desde la comida tailandesa hasta la libanesa. Esta variedad es emocionante y enriquecedora, pero también me hace reflexionar sobre cómo cada platillo que pruebo lleva un pedazo de la cultura de su lugar de origen, aunque esté adaptado a mis preferencias locales.
Diego Marín, de maquillador de efectos especiales en cine a nuevo mejor panadero de España
Nacido en Santa Cruz de Tenerife, acaba de ganar el Campeonato de España de Panadería Artesana y regenta desde hace poco más de dos años un establecimiento en Vigo llamado PanDemonium
Diego Marín nació pidiéndole plastilina a su madre. Lo cuenta él mismo, apenas unas horas después de haber obtenido un reconocimiento como escultor, solo que su obra maestra estaba hecha de harina y agua, entre otros ingredientes. Y es que aunque sus aptitudes con las manos le llevaron en un principio a hacerse maquillador de efectos especiales para cine, ahora es el nuevo campeón de España de Panadería Artesana, un certamen en el que ha recibido, además, una mención a Mejor Pieza Artística por una figura de pan de más de medio metro de altura. Con el título del campeonato ya son siete las distinciones que ostenta, entre ellas la de Mejor Pan de Masa Madre de España 2022, aunque eso no se traduzca en el éxito de su negocio, la panadería PanDemonium, en Vigo. “Con siete premios que tengo, en Madrid me tendría que haber hinchado a vender. Las cuentas no me salen, tengo que estar viajando y asesorando para clases para poder pagarlo”, confiesa. “Si te quieres comer el mundo, hay que estar en Madrid o Barcelona”.
Y Marín, de Santa Cruz de Tenerife y 41 años, quiere comérselo. Las metas de este tinerfeño de 41 años pasan por “tener la panadería más importante y con mejor producto de toda España” o por “ser campeón en un mundial como representante nacional”, aunque su oficio comenzara de forma casual. Antes de ser panadero, fue maquillador de efectos especiales en cine, participando en películas como Hable con ella y Mortadelo y Filemón. “Vi que no había salida, que las empresas empezaban a trabajar con autónomos y yo no podía vivir así porque era muy inestable”, cuenta. Así que, como se le daba bien la cocina y la creatividad la llevaba de serie, decidió estudiar cocina y durante el trabajo en un obrador se “enamoró” de las masas. “Los principios básicos como escultor y como creativo los podía sacar a través de ella y empecé a dar rienda suelta a mis manos en el ámbito de la panadería”, comenta. Tenía apenas 19 años.
PanDemonium, abierta hace poco más de dos años, es solo la última parada de un periplo por casi toda la geografía española, y países como Francia e Italia, en busca de conocimiento y aprendizaje. Curiosamente, una de las pocas regiones en las que no había aún aterrizado era Galicia y allí llegó, como ocurre en incontables ocasiones, por amor. “Fue en una época en la que yo ya estaba haciendo asesorías y masterclass por toda España, pero no podía seguir haciéndolo y perderme la infancia de mi hija. Con todo el dinero ahorrado monté la panadería de Vigo”, dice, mientras la pequeña aguanta estoicamente la videollamada. No era el primer negocio propio de Marín, quien antes tuvo una panadería en Tenerife, La tradicional, que decidió cerrar antes que dejar de hacer aquella panadería en la que cree: de masa madre y concebida desde la máxima creatividad. “La gente quería pan de toda la vida, no quería pagar por el producto y no supo encajarlo”, asegura.