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¿Por qué la mayoría de la población mundial tiene carencias en su alimentación?
Comer bien no solo está estrechamente relacionado con los recursos económicos disponibles, que son el primer gran obstáculo para llevar una alimentación sana y variada. Existen otros factores como la información o desinformación respecto a la dieta adecuada; o la disponibilidad o carencia de alimentos frescos, lo que ya se conoce con el término desierto alimentario.
Recientemente, la revista The Lancet Globlal Health ha publicado un trabajo en el que se estudian las deficiencias nutricionales en todo el mundo. La conclusión global es que la mayoría de la población no consume suficiente yodo (68%) vitamina E (67%), calcio (66%), hierro (65%), vitamina B2 (55%), folato (54%) y vitamina C (53%). La investigación hace también una distinción por sexos. El déficit de hierro en las mujeres, junto con la menstruación, puede derivar en deficiencias clínicas. Y la falta de yodo supone un mayor riesgo de desarrollar problemas tiroideos o, en caso de embarazo, problemas en el feto. Las deficiencias en los hombres son más típicas de las personas que tienen una menor ingesta de alimentos de origen vegetal; y, por tanto, de magnesio o vitamina C.
Las ingestas deficientes son más frecuentes en países más pobres, pero el mundo desarrollado hace tiempo que exhibe una total compenetración entre fenómenos aparentemente contrarios, como la obesidad y la falta de nutrientes.
Para evaluar la alimentación de los españoles está el Estudio Anibes, que elabora la Fundación Española de la Nutrición. El último trabajo publicado en 2017 indica que la ingesta energética media estaba por debajo de las recomendaciones para los diferentes grupos de edad y sexo. Este estudio concluye que nos alejamos del patrón de dieta mediterránea, siendo esto más pronunciado en los grupos de población más jóvenes.
El cuerpo es capaz de compensar las deficiencias alimentarias durante un tiempo, pero luego llegan los problemas. El organismo tiene sus depósitos de minerales, proteínas y vitaminas, y cuando hay niveles subóptimos, aunque todavía no se produce la enfermedad, el cuerpo deja de funcionar al cien por cien y esto puede provocar fallos metabólicos.
El peaje de las bebidas energéticas: insomnio, palpitaciones y más ansiedad
El consumo frecuente de bebidas energéticas, sobre todo en adolescentes, preocupa a los expertos por sus efectos adversos en la salud física y mental. Estas bebidas contienen altas dosis de cafeína, azúcar y estimulantes como la taurina y el ginseng, ingredientes que prometen mejorar la concentración y combatir el cansancio. Sin embargo, su consumo excesivo puede causar palpitaciones, insomnio, ansiedad, problemas gastrointestinales y, en casos extremos, arritmias o paros cardíacos. Aunque las intoxicaciones agudas son poco comunes en las urgencias, el consumo crónico y continuado pasa desapercibido y puede afectar seriamente la salud cardiovascular y mental.
El azúcar también es una preocupación importante, ya que su ingesta frecuente puede llevar a problemas como la resistencia a la insulina, obesidad y diabetes, condiciones que a su vez aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, mezclar bebidas energéticas con alcohol es especialmente peligroso, ya que estos refrescos enmascaran los efectos del alcohol, promoviendo su consumo en exceso.
Los especialistas señalan la importancia de informar sobre los riesgos de consumir grandes cantidades de estas bebidas y recomiendan incluir preguntas sobre la ingesta de cafeína en consultas médicas, especialmente en adolescentes. A pesar de que aún se desconocen los efectos a largo plazo, los expertos advierten que, en un cerebro en desarrollo, el uso frecuente de estos productos podría influir negativamente en la maduración cerebral y en la salud mental a futuro.
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La influencia de Japón en la comida peruana
A finales del siglo XIX, Japón atravesaba una difícil situación económica y social que impulsó a muchas familias a emigrar en busca de mejores oportunidades. Aunque Perú fue promocionado como un destino prometedor, los inmigrantes japoneses que llegaron allí encontraron una realidad más complicada: trabajos de baja remuneración y condiciones laborales exigentes, especialmente en el sector agrícola. A pesar de las adversidades, estos inmigrantes lograron integrar elementos de su cultura en la vida peruana, principalmente a través de la cocina. Al adaptar sus platos tradicionales a los ingredientes locales, sentaron las bases para una fusión culinaria que evolucionaría con el tiempo y daría origen a la reconocida cocina peruano-japonesa.
Este estilo culinario, conocido como «cocina Nikkei», surgió de la combinación de ingredientes y técnicas de ambos países. Inicialmente, el término Nikkei se refería a personas de ascendencia japonesa que vivían fuera de Japón, pero con el tiempo también se utilizó para describir esta cocina mestiza. Los ingredientes japoneses como la salsa de miso, el jengibre y el wasabi se unieron a elementos distintivos de la cocina peruana, como las papas y el ají amarillo, para crear sabores únicos. La cocina Nikkei no solo se popularizó en Perú, sino que se extendió internacionalmente, destacándose por platillos tan característicos como el ceviche, donde las técnicas japonesas resaltan el sabor del pescado crudo.
Entre los platos icónicos de esta fusión cultural se encuentran el ceviche y el tiradito. Tradicionalmente, el ceviche en Perú se cocinaba por largo tiempo para asegurar que el pescado estuviera bien marinado, pero con la influencia japonesa, comenzó a prepararse con pescado crudo, marinado brevemente en limón y ají, lo cual realza la frescura de sus ingredientes. El tiradito, por su parte, es un platillo similar al sashimi japonés, que incorpora pescado crudo cortado en finas lonchas acompañado de una salsa picante. Ambos ejemplos demuestran cómo esta mezcla de culturas ha logrado crear un estilo culinario propio, de sabores frescos y equilibrados.
Fuera de Perú, la cocina Nikkei ha ganado cada vez más popularidad. Restaurantes como Sen Sakana en Nueva York reflejan el creciente interés internacional por esta tradición, y para chefs como Mina Newman, su representante en Estados Unidos, la cocina Nikkei no debe considerarse una simple «fusión», sino una manifestación de las profundas raíces culturales que se entrelazan en la gastronomía peruana. Newman enfatiza que, aunque la cocina peruana ha ganado fama mundial con platos como el ceviche, su misión es mostrar que la riqueza de esta gastronomía va mucho más allá. En su restaurante, la chef busca resaltar cómo las técnicas japonesas han aportado complejidad y variedad a los sabores tradicionales de Perú.
La contribución de los inmigrantes japoneses a la cocina peruana va más allá de la creación de nuevos platillos: refleja cómo las migraciones pueden enriquecer la cultura de un país y expandir su identidad gastronómica. A pesar de los desafíos iniciales, la comunidad japonesa en Perú logró integrarse y dejó una huella duradera en la sociedad peruana. La popularidad de la cocina Nikkei en todo el mundo no solo celebra esta mezcla única de sabores y técnicas, sino también el espíritu de adaptación y la creatividad que surgió de la unión de ambas culturas.
https://kosmosperu.com/es/blogs/news/the-influence-of-japan-on-peruvian-food
¿Sigue siendo importante la etiqueta orgánica para los consumidores?
La etiqueta orgánica sigue siendo relevante para los consumidores, aunque su importancia varía según la generación y la región. Las ventas de productos orgánicos continúan en auge, especialmente entre los jóvenes, quienes están más dispuestos a pagar precios elevados por alimentos sostenibles. No obstante, los adultos mayores también invierten en productos orgánicos, posiblemente debido a un mayor ingreso disponible.
A pesar del encarecimiento de la vida, los consumidores mantienen su interés en opciones sostenibles, aunque exigen una mejor relación calidad-precio. Esto plantea el desafío de la sostenibilidad asequible, especialmente cuando la crisis económica limita el acceso a estos productos.
En la Unión Europea, el apoyo a los productos orgánicos es parte fundamental del Pacto Verde y la estrategia «De la Granja a la Mesa», con el objetivo de que el 25% de las tierras agrícolas sean orgánicas para 2030. Aún así, obtener la certificación orgánica es complejo y costoso, pues requiere altos estándares de producción y transporte, además de procesos de recopilación de datos exhaustivos.
A pesar de estos desafíos, muchas empresas ven valor a largo plazo en apostar por lo orgánico debido a la demanda creciente y la exigencia de transparencia por parte de los consumidores. La adopción de prácticas orgánicas ofrece ventajas competitivas en un mercado donde la autenticidad y la sostenibilidad son cada vez más valoradas.
https://www.foodnavigator.com/Article/2024/08/14/Is-organic-still-important-to-consumers
Pescado de acuicultura: clave para el futuro de la dieta mediterránea y de nuestra salud
Ancel Keys, un biólogo de Minnesota, fue el primero en demostrar los beneficios de la dieta mediterránea a través de su estudio de los siete países, realizado a finales de los años 50. Esta dieta, que combina alimentos frescos y naturales como frutas, verduras, cereales integrales, aceite de oliva y pescado, mostró una fuerte relación con la longevidad y la reducción de enfermedades coronarias. Las investigaciones posteriores confirmaron que la dieta mediterránea reduce el riesgo de obesidad, síndrome metabólico, hipertensión, envejecimiento celular y deterioro cognitivo, además de fortalecer el sistema inmune y la salud ósea.
El pescado, una fuente clave de omega-3 y proteínas de alta calidad, es uno de los pilares de esta dieta. La OMS recomienda consumirlo tres o cuatro veces a la semana, especialmente el pescado azul, por su relación con la longevidad y la salud cardiovascular. Sin embargo, el consumo de pescado ha disminuido en España, especialmente entre los jóvenes, pese a que la acuicultura ha facilitado su acceso durante todo el año. La acuicultura permite disfrutar de una variedad constante de especies, tanto de pescado blanco como azul, y es crucial para estabilizar la oferta y los precios, protegiendo los ecosistemas al reducir la dependencia de la pesca extractiva.
A medida que el consumo de productos acuáticos aumenta globalmente a un ritmo superior al crecimiento poblacional, la acuicultura se presenta como una solución sostenible para asegurar el abastecimiento futuro de alimentos acuáticos. Esta actividad permite un acceso equitativo y constante al pescado, garantizando que continúe siendo accesible para todos, lo que contribuye a la salud y a la sostenibilidad de las futuras generaciones.
Cambio de hora: ¿cómo influye la luz en lo que comemos?
El cambio de hora, vigente desde 1974, afecta el ritmo circadiano, que regula funciones fisiológicas como el sueño, la temperatura corporal y el apetito. Este cambio, que ocurre en octubre hacia el horario de invierno, altera la producción de melatonina y cortisol, hormonas que regulan el sueño y el estado de alerta, y puede provocar malestar, somnolencia y cambios de humor. La reducción de exposición al sol durante los días más cortos del año contribuye a este desajuste, afectando especialmente a personas mayores y adolescentes.
España, aunque geográficamente debería tener el horario del meridiano de Greenwich, sigue el horario central europeo, lo que provoca un desfase mayor en la relación entre luz y actividad diaria. Este desajuste entre el reloj biológico y los horarios de actividad afecta la calidad del sueño y los hábitos alimenticios, incrementando la sensación de hambre y el riesgo de desarrollar problemas metabólicos como obesidad y enfermedades crónicas.
Nutricionistas como Clara Puig recomiendan ajustar el horario de las comidas al ciclo de luz y oscuridad, lo que ayuda a alinear el metabolismo y evitar el cansancio, que suele llevar al consumo de alimentos altos en calorías en busca de energía rápida. También es ideal cenar más temprano (antes de las 8 p.m.) y optar por cenas ligeras para facilitar la digestión y prevenir problemas como el reflujo o despertares nocturnos. Alimentos ricos en triptófano, como el yogur, queso, huevos, pescado y pollo, ayudan a regular la producción de serotonina y melatonina, mejorando el descanso.
Un estudio de la International Journal of Obesity señala que el cuerpo metaboliza carbohidratos y grasas de manera más efectiva cuando las comidas se realizan en sintonía con el ritmo circadiano. Para mantener una dieta saludable y equilibrada, la planificación de un menú semanal que incluya alimentos frescos y nutritivos (verduras, frutas, cereales y proteínas) es clave, y contribuye a reducir el tiempo de preparación y evitar la tentación de comidas rápidas o poco saludables.
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Curiosidades históricas sobre los alimentos
La comida es una necesidad vital, tanto como el respirar, pero es mucho más que nutrir nuestro organismo. En la alimentación, de cada individuo, intervienen diferentes factores: biológicos, psicológicos, culturales, sociales e históricos. Estos, a lo largo del tiempo, han influido y determinado en la dieta de la sociedad. Es por ello que José Miguel Mulet, catedrático de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia, hace un análisis de la evolución de la nutrición en su nuevo libro, Comemos lo que somos. Como la cultura y la sociedad han modificado la comida.
¿Por qué en algunos países se comen insectos y en otros no?
En los países occidentales existe el rechazo a la ingesta de insectos mientras que en otras regiones del mundo son considerados como un alimento más de su dieta. A pesar, de la aversión que preexiste hacia su consumo, los seres humanos lo llevan comiendo desde hace miles de años. ¿Cómo se explica esta diferencia?
Esto tiene una explicación antropológica, que se remonta a la Prehistoria, y explica José Miguel Mulet: “Los países donde los insectos forman parte de su dieta y su cultura son ecuatoriales o tropicales. ¿Por qué? Si vives en un país cálido, le pegas una patada a un tocón podrido y te salen 20.000 larvas. Con eso ya has comido y ya puedes dedicarte el resto del tiempo a pintar las paredes de la cueva o hacer hachas de sílex. Mientras que en un país templado o frío si tienes que buscar insectos para comer, echas todo el día. Por lo tanto, era más fácil ponerse todos de acuerdo y cazar un mamut. Y así tenían toda la proteína y todo el alimento que necesitaban”.
Las primeras plantas cultivadas y animales domesticados
Los cultivos primitivos en ser domesticados por el hombre fueron “los que nos siguen dando de comer en la actualidad”: el trigo, la avena y la cebada. Sin embargo, las dos últimos surguieron como una plantación secundaria. “A medida que las poblaciones humanas se iban desplazando hacia climas más fríos, el trigo se moría. Pero, la avena y la cebada, que son más resistentes, eran las que se daban”, explica en los micrófonos de Radio Nacional. Esto ocurrió entre el 10000 a.C y el 6000 a.C Y conforme los poblados se fueron dividiendo en diferentes tipos de sociedades y estos emigraron a distintas regiones, con otro tipo de climas, otras plantas y animales lograron ser amansados. El perro fue el primer animal en ser amaestrado, “lo que pasa es que no fue para comérselo si no fue una domesticación simbiótica”, argumenta.
El nacimiento de la primera bebida alcohólica
El catedrático asegura que, a ciencia cierta, no se sabe la fecha exacta. No obstante, el primer resto arqueológico donde se ha localizado una bebida alcohólica es en una vasija, en China. Pero, no está claro cuál era la bebida que contenía el recipiente. Lo que sí se sabe, con certeza, es el cuál fue de la primera bebida alcohólica: el hidromiel. “Es la más fácil de hacer, básicamente miel y agua y con la levadura que hay en el ambiente, cuando te olvidas y la vuelves a encontrar, ya lo tienes hecho”. Además, “en las lenguas indoeuropeas, todas las raíces relacionadas con vino, con bebida, con borrachera y con fiesta remiten a la raíz de la palabra miel”.
El alimento que ha conquistado al mundo, la pizza
Es considerada una de las comidas más internacionales, conocidas y degustadas por la población. Nadie se resiste a una porción de este bocado tan delicioso. Pero, ¿Por qué se ha hecho tan popular? Pues por un accidente histórico.
En palabras de José Miguel Mulet, “En la batalla de Montecassino, que fue la conquista de Italia a los alemanes por las tropas aliadas, los soldados americanos estuvieron durante cuatro meses en la zona de Nápoles. Y básicamente comieron pizzas. De repente, cuando vuelven a Estados Unidos, quieren probarlo, y van a buscarlo a los barrios italianos. Como les parece un alimento muy pobre, empiezan a ponerle de todo y a hacer la masa gorda. ¿Y qué pasa? Que, en el resto del mundo, como lo veíamos en las películas, queríamos probarlo”.
Alimentación Tradicional vs. Dietas Modernas
En el mundo moderno, estamos acostumbrados a la rapidez. No solo queremos autos más rápidos o internet de mayor velocidad, sino también comidas que se preparen y consuman en minutos. Sin embargo, los efectos de esta “comida rápida” van más allá de la conveniencia: afectan nuestra salud, nuestro bienestar y, sorprendentemente, también nuestras tradiciones culturales. Las dietas tradicionales, aquellas que nuestros abuelos probablemente seguían de forma natural, han sido desplazadas en muchos lugares por alimentos ultraprocesados, que aunque son prácticos, a menudo no aportan el mismo valor nutricional ni cultural que los alimentos tradicionales.
La dieta mediterránea, por ejemplo, es un claro caso de cómo una dieta tradicional puede ser beneficiosa para la salud. Este tipo de alimentación incluye una gran variedad de frutas y verduras frescas, pescados ricos en ácidos grasos saludables, aceite de oliva, frutos secos y legumbres. Un estudio importante publicado en The Lancet muestra que este tipo de dieta está asociada con beneficios a largo plazo, como una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 e incluso ciertos tipos de cáncer (Willett et al., 2019). A través de su investigación, los autores de este estudio enfatizan que el valor de estas dietas tradicionales no radica solo en los ingredientes, sino también en el estilo de vida que promueven, que incluye desde métodos de cocción sencillos y naturales hasta una manera de disfrutar la comida que fomenta la convivencia y la atención plena.
Otra dieta que también resalta por sus beneficios es la dieta japonesa, que se caracteriza por su enfoque en alimentos frescos, baja cantidad de grasas saturadas y un alto consumo de pescado y vegetales. Esta dieta, común en Japón, se asocia con una de las tasas de esperanza de vida más altas del mundo, y muchos expertos creen que su enfoque en alimentos ricos en nutrientes pero bajos en calorías es clave para mantener un peso saludable y prevenir enfermedades. En contraste con el tipo de alimentación rápida y abundante en carbohidratos refinados o grasas saturadas que encontramos en muchos lugares occidentales, la dieta japonesa pone de relieve cómo una alimentación culturalmente enraizada puede apoyar la salud física y emocional.
Sin embargo, las dietas modernas también tienen sus defensores, y es fácil ver por qué. En un mundo que se mueve rápidamente, donde las personas tienen agendas ocupadas y en muchos casos poco tiempo para dedicarle a la preparación de sus alimentos, la conveniencia de una dieta moderna y rápida es atractiva. Hoy en día, muchas personas dependen de los alimentos procesados y empaquetados por la facilidad que ofrecen, ya que pueden simplemente abrir un paquete o pedir comida a domicilio. Estos alimentos han sido diseñados para ser atractivos al gusto, con ingredientes que maximizan la palatabilidad, como azúcares, grasas y sales.
El problema es que esta comodidad tiene un costo. Los alimentos ultraprocesados, aunque convenientes, han sido asociados con una mayor incidencia de enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas. Además, estos productos suelen contener aditivos, conservantes y una cantidad elevada de grasas trans o azúcares añadidos, que contribuyen a una serie de problemas de salud. En muchos sentidos, la dependencia de los alimentos procesados parece estar en contradicción con los patrones de alimentación más tradicionales, que generalmente se centran en ingredientes frescos y en preparaciones más simples y naturales.
Es interesante también considerar cómo los cambios en la dieta pueden afectar nuestras emociones y nuestro bienestar. Estudios en el campo de la nutrición y la psicología sugieren que una dieta rica en alimentos procesados puede contribuir a problemas como la ansiedad y la depresión. Esto contrasta con los patrones alimenticios más tradicionales, que tienden a incluir una mayor variedad de nutrientes esenciales que apoyan el buen funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso.
Como estudiante universitaria, experimento en carne propia las limitaciones de tiempo y las tentaciones de las opciones rápidas. En medio de las clases, las tareas y las actividades extracurriculares, no siempre es fácil encontrar el tiempo o la energía para cocinar o comer una dieta equilibrada. Sin embargo, cuando me esfuerzo por preparar una comida casera, especialmente si es una receta tradicional que he aprendido de mi familia, noto una diferencia clara: me siento más satisfecha y con más energía para continuar con mis responsabilidades. Las comidas tradicionales, además de ser más saludables en muchos casos, pueden ser un recordatorio de nuestras raíces y una forma de nutrir también nuestra identidad.
Esto me lleva a reflexionar sobre la importancia de encontrar un equilibrio. Aunque los alimentos procesados pueden ser convenientes, y es inevitable recurrir a ellos en ocasiones, intentar integrar prácticas alimenticias más tradicionales podría ser beneficioso tanto para nuestra salud como para nuestra conexión con nuestras raíces. Tomarnos el tiempo para cocinar, aprender recetas familiares o explorar la comida local y de temporada no solo puede enriquecer nuestra dieta, sino también mejorar nuestra relación con la comida y nuestra calidad de vida.
En un mundo que nos empuja hacia lo rápido y lo práctico, rescatar las tradiciones alimenticias puede ser un acto de resistencia, de autocuidado y de conexión con el pasado. La idea de que comer puede ser un ritual o un acto consciente, y no solo un acto de supervivencia o conveniencia, es un recordatorio de la riqueza que la cultura puede aportar a nuestras vidas, incluso en algo tan cotidiano como la comida.
Alimentación y Cultura: Más que Nutrición
Desde hace mucho tiempo, la comida ha sido algo más que una necesidad básica; representa la esencia de la identidad cultural de cada región. A través de los alimentos, las sociedades transmiten tradiciones, valores y conocimientos de generación en generación. Según un artículo de Current Anthropology, la comida “es un vehículo para la transmisión cultural” y, además, se destaca que “las elecciones alimentarias están determinadas no solo por factores biológicos, sino también por influencias culturales” (Mintz & Du Bois, 2002).
Esto significa que los alimentos que consumimos no solo dependen de lo que necesitamos físicamente, sino también de quiénes somos y de las tradiciones a las que pertenecemos. Por ejemplo, en Japón, el sushi no es solo pescado y arroz: es una expresión de respeto hacia los ingredientes frescos y locales, y de técnicas de preparación cuidadosas y precisas. En cambio, en México, los ingredientes básicos como el maíz, el chile y los frijoles, que son comunes en la mayoría de los platillos tradicionales, nos hablan de una historia influenciada por culturas indígenas y, más adelante, por la mezcla con la tradición española.
Estas elecciones alimenticias no se deben solo a la disponibilidad de los ingredientes, sino a significados más profundos de identidad y conexión. Como estudiante universitaria, cuando pienso en las recetas familiares o en los alimentos que asocio con momentos especiales, veo el impacto de mi cultura en mi propia dieta. La comida representa también la manera en que una comunidad entiende el mundo y celebra la vida, y esto va mucho más allá de solo “nutrirse”.
La tecnología y la ingeniería alimentaria impactan el desarrollo de la industria alimentaria
La transformación alimentaria ofrece nuevas oportunidades para un sistema alimentario más innovador
6 DE SEPTIEMBRE DE 2024
La innovación tecnológica y los avances en la ingeniería alimentaria están transformando rápidamente la manera en que se producen, procesan y distribuyen los alimentos.
A medida que la demanda de productos más sostenibles, saludables y funcionales crece, las empresas del sector deben adaptarse a nuevas tendencias y tecnologías que garanticen eficiencia, calidad y seguridad.
Estos avances no solo responden a las necesidades del consumidor moderno, sino que también abordan algunos de los desafíos más urgentes de la industria, como la sostenibilidad ambiental y la reducción del desperdicio alimentario.
Esta evolución redefine los métodos de producción, distribución y consumo, y también está abriendo oportunidades sin precedentes para nuevas empresas dispuestas a liderar el cambio.
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Tecnología alimentaria y su impacto en la industria
La innovación tecnológica y la ingeniería alimentaria se erigen como pilares fundamentales para garantizar la producción eficiente, segura y sostenible de alimentos.
De acuerdo con Carolina Najar, Directora de Mercado Alimentación de AZTI, el ámbito de innovación tecnológica e ingeniería alimentaria se establece como una temática fundamental para enfrentar los desafíos del sector, desde:
- sostenibilidad
- eficiencia
- personalización del consumo
- búsqueda de nuevos ingredientes
Lograr la eficiencia a través de la tecnología
Según Najar, la gestión eficiente de recursos representa uno de los retos más importantes de la industria alimentaria. La adopción de tecnologías como la inteligencia artificial y el big data optimizan la cadena de suministro en su totalidad, incrementando la seguridad alimentaria, mejorando la previsión de la demanda y la logística.
Estas herramientas potencian la eficiencia operativa y también contribuyen a la reducción del desperdicio alimentario, un componente decisivo para alcanzar un modelo sostenible y responsable con las personas y el planeta.
En ese sentido, la especialista destaca que en el Centro tecnológico han desarrollado herramientas que hace más eficiente y segura la gestión de la investigación y desarrollo de cualquier empresa de alimentación.
Con lo cual se asegura la viabilidad económica de las operaciones en la industria alimentaria, y se garantiza una mayor seguridad alimentaria. Lo que permite hacer más sencilla la innovación a las empresas del sector.
Personalización de la nutrición
Actualmente, en la industria alimentaria la personalización se ha convertido en un factor clave para satisfacer las demandas de los consumidores cada vez más exigentes. Quienes buscan productos que se adapten a sus preferencias individuales, desde consideraciones dietéticas y nutricionales hasta requisitos
específicos de sabor y textura.
La especialista de AZTI, subraya que la capacidad para desarrollar productos alimenticios adaptados a las necesidades y preferencias individuales de los consumidores es posible gracias a la incorporación de tecnologías emergentes.
Refiere que herramientas como la secuenciación genética, las ciencias ómicas y los biomarcadores están permitiendo una comprensión más profunda de las necesidades nutricionales individuales.
Lo cual abre las puertas a recomendaciones personalizados que pueden mejorar sustancialmente la salud y el bienestar basados en IA.
Seguridad alimentaria, trazabilidad y avance tecnológico
Los consumidores están cada vez más interesados por conocer el detalle del origen, cómo se producen, transforman y asegurarse de la seguridad de los alimentos que consumen. Por esa razón, la trazabilidad es de suma importancia,
La especialista del centro tecnológico subraya que las soluciones basadas en blockchain ofrecen transparencia a lo largo de toda la cadena de suministro, y garantizan que los productos sean seguros y que también se produzcan de manera ética.
Najar enfatiza que estas tecnologías no solo satisfacen las demandas de los consumidores, sino que también refuerzan la confianza en las marcas que adoptan estas prácticas avanzadas.
Finalmente, la colaboración entre diferentes sectores y disciplinas es esencial para aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece la FoodTech.