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Alimentos irradiados: mitos y verdades sobre esta técnica
La irradiación de alimentos es una técnica efectiva para reducir el riesgo de intoxicación bacteriana, pero aún tiene que lidiar con el temor de algunos consumidores
La irradiación de alimentos es una técnica usada en la producción de alimentos. Se puede utilizar para matar bacterias que provocan intoxicaciones alimentarias como Salmonella, Campylobacter y E.coli. También puede ayudar a conservar los alimentos y reducir el desperdicio de alimentos.
Consiste en aplicarles radiaciones ionizantes, un proceso físico no térmico por el que se exponen los alimentos a una fuente de energía radiante que puede ser de tres tipos: rayos gamma, rayos X o electrones acelerados.
Aunque este tratamiento ha ganado poco a poco la aceptación de consumidores, sobre todo de ciertos países como EEUU, en otros países europeos tarda en ganar apoyo. Muchos consumidores son, en un primer momento, hostiles a la irradiación, porque solo la palabra ya genera preocupación.
Los mitos más extendidos de la irradiación de alimentos
Los beneficios de los alimentos irradiados, así como sus limitaciones, están bien documentados en el registro científico, que muestra que la técnica puede ayudar a abordar los problemas de suministro y seguridad de los alimentos sin que ello suponga un riesgo para la salud.
Algunos de los mitos más generalizados sobre la irradiación de alimentos hablan de:
1. En España abundan los productos irradiados en los lineales
No es cierto porque la legislación es muy estricta en este sentido. En nuestro país los productos alimenticios que se pueden someter a un tratamiento de radiaciones ionizantes son las hierbas aromáticas secas, las especias y los condimentos vegetales, con un valor máximo de la dosis total media de la radiación absorbida de 10 kGy. Esto no significa que no se importen gran cantidad de alimentos irradiados ya que no existe ninguna prohibición sobre la comercialización de estos productos.
2. Los alimentos irradiados pueden ser radiactivos
El proceso no constituye un riesgo porque no convierte el alimento en radioactivo, no pueden emitir radiación. La idea detrás de este proceso es destruir las bacterias exponiéndolas a los radicales libres que son altamente reactivos y pueden interrumpir la división celular.
Esto no hace que la comida sea radioactiva. Pero el proceso debe llevarse a cabo en las instalaciones autorizadas, se apliquen unas determinadas fuentes de radiaciones ionizantes y con una dosis total media igual o inferior a 10 kGy.
3. El alimento pierde buena parte de sus nutrientes
Proteínas, grasas y carbohidratos, principales componentes de los alimentos, son bastante resistentes a la irradiación. Algunas vitaminas, como la A, la E y la K son un poco más sensibles, como lo son también a otros procesos que se aplican con el mismo propósito.
En cambio, según un informe, las patatas irradiadas con 0,1 kGy para inhibir su germinación y que se almacenan a 15-20ºC retienen más vitamina C que las no irradiadas y refrigeradas a 5-5ºC para el mismo propósito. No obstante, se ha demostrado que enrancia las grasas, sobre todo lácteas, por lo que se trata de productos que no suelen irradiarse.
Aunque las propiedades organolépticas se mantienen en gran parte inalteradas, con las dosis adecuadas, también es cierto que a dosis elevadas, si bien no afecta a la inocuidad, sí pueden producirse modificaciones que afecten la calidad sensorial.
4. No podemos saber si un alimento es irradiado
En la Unión Europea, todos los alimentos o ingredientes de alimentos que han sido irradiados tienen que llevar en la etiqueta la indicación “irradiado” o “tratado con radiación ionizante”, junto con el logotipo de radura en el envase (con excepción de algunas especias y algunos ingredientes) para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas.
5. La radiación puede hacer los alimentos cancerígenos
Muchos consumidores creen que se exponen a compuestos cancerígenos que se forman durante la irradiación, un error que suele venir porque asociamos conceptos como radioterapia o radiación con el cáncer.
La mayoría de los alimentos se someten a niveles de radiación inferiores a los 10 kiloGray, una radiación con efectos similares a los de la pasteurización de la leche, aunque sin esterilización. En general, la irradiación no deja residuos en los alimentos.
6. Las instalaciones donde se tratan usan fuentes nucleares/radiactivas
La mayor parte de los componentes de una instalación de estas características están pensados para dar total seguridad al proceso. Las barras de cobalto-60 y cesio-137 usadas se destinan de forma expresa a este proceso después de haber pasado por rigurosos controles.
La comida nunca toca la fuente de energía radiactiva y los rayos matan las bacterias dañinas de los alimentos como Salmonella en lugar de permanecer en ellos. La irradiación solo aumenta la vida útil de un producto.
Aunque se trata de un tratamiento que mejora la resistencia de los productos, esto se debe sobre todo a que elimina buena parte de los organismos que los deterioran, como Escherichia coli O150:H7, Salmonella y Campylobacter Jejuni.
Los beneficios de la irradiación
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), si solo se irradiara el 50% de los alimentos, se podrían evitar casi un millón de casos de infecciones bacterianas y se salvarían unas 350 vidas cada año.
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el Comité Científico de la Alimentación Humana (CCAH) se muestra a favor de la irradiación de frutas, hortalizas, cereales, tubérculos como patatas, condimentos y especias, pescados, moluscos, carnes frescas, carne de ave, camembert de leche cruda, ancas de rana, clara de huevo, copos de cereales, harina de arroz, etc. Aunque no debe usarse como sustituto de las medidas de higiene.
FUENTE: https://www.eldiario.es/era/alimentos-irradiados-mitos-verdades-tecnica_1_9579869.html