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Las cáscaras de alimentos que tiras y que pueden salvar tu salud
Cáscara de cebolla
La investigadora Vanesa Benítez lleva años trabajando con las cáscaras marrones de la cebolla, uno de los residuos más comunes de la industria de fabricación de aros de cebolla, sopas o salsas.
En varios artículos científicos ha descrito el elevado nivel de fibra que contienen, así como de unas moléculas llamadas polisacáridos con enormes capacidades de facilitar el tránsito intestinal, absorber la grasa y bajar los niveles de glucemia en sangre.
Para probarlo, Benítez usa un Simulador Gastrointestinal Dinámico (SIMGI), una infraestructura desarrollada por científicos del CIAL para observar ‘in vitro’ los procesos de digestión y fermentación que sufren los alimentos en el tracto gastrointestinal humano.
El SIMGI simula, en continuo y de manera conjunta, las condiciones del tracto gastrointestinal humano, comprendiendo el estómago, el intestino delgado y tres reactores en continuo donde se reproducen las condiciones fisiológicas de las regiones ascendente, transversa y descendente del colon.
Tras los trabajos ‘in vitro’, Benítez ha realizado experimentos con ratas, previamente sometidas a una dieta rica en grasas que les causó sobrepeso. Los resultados corroboran lo visto en el SIMGI: la cáscara de cebolla prensada disminuye los lípidos y la glucosa en sangre, de tal manera que los animales perdieron peso y mejoraron los niveles de colesterol y glucemia, explica en una entrevista con EFE.
El ingrediente ha sido añadido, en laboratorio, a uno de los alimentos más usados en España, la salsa de tomate, que con un 0,8 % de cáscara de cebolla mejora en un 64 % su contenido en fibra, sin variar su agradable sabor, según mostraron las catas.
Cascarilla de cacao
Otro de los subproductos con más potencial al ser reutilizado es la cascarilla de cacao que investiga otro equipo del CIAL liderado por Mari Ángeles Martín.
Los países no productores de cacao, como es el caso de España, importan habas de cacao fermentadas de los países para hacer el chocolate, y para ello las pasan por un proceso de tostado del que queda como residuo una cascarilla, similar a la de una judía blanca tras ser hervida.
«Es un producto que se desecha, al que no se da valor, pero hemos visto que si la procesamos tiene una elevada cantidad de compuestos fenólicos, retenidos en su fibra, que cuando llegan al colon tienen una gran capacidad antioxidante y antiinflamatoria», relata a EFE.
Los experimentos ‘in vitro’ y con ratas han demostrado también las propiedades de este subproducto para absorber el colesterol y disminuir los triglicéridos.
En este caso, han añadido el ingrediente a productos como barritas de cereales o galletas, comprobando, mediante catas, que «huele y sabe bien, y por tanto se podría incluir en cualquier formulación de repostería para mejorarla», agrega.
Pulpa de café
Otro equipo del CIAL, liderado por la investigadora Dolores del Castillo, acaba de publicar un estudio en la revista científica Foods en el que describe cómo han obtenido polvos solubles con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias a partir de la pulpa deshidratada de la cáscara del café.
Los polvos pueden usarse como ingrediente en comidas y bebidas instantáneas y como suplemento alimenticio, y aunque su sabor, con notas frutales y herbáceas, es diferente al de las bebidas de café elaboradas a partir de granos tostados, las catas han demostrado que gusta.
«La harina que se puede fabricar con este producto podría usarse, por ejemplo, en la elaboración de panes sin gluten para celíacos», indica del Castillo a EFE.
Pese a que las aplicaciones de estos subproductos han probado ser extremadamente beneficiosas para la salud, las investigadoras coinciden en que el reto ahora es que la industria alimentaria asuma estos avances científicos para hacer los alimentos cotidianos mucho más saludables.
¿Qué pasa si tomas café sin azúcar todas las mañanas? Esto dicen los expertos
El café es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Según un informe realizado en 2023 por la cadena «Cafe & Té», en España el 63% de los ciudadanos mayores de 15 años toman café a diario. De este porcentaje, la mayoría consumen un promedio de 3,6 cafés diarios entre semana, y 2,7 los fines de semana.
Los motivos por los que la gente toma café son principalmente por gusto (un 67%), seguido de costumbre (17%), y solo un 11% lo toma para «mantenerse despierto». Una afirmación que es muy polémica y que lleva años siendo debate entre la comunidad científica. ¿Tomarlo por la mañana mejora tu atención o es un placebo?
Beneficios del café sin azúcar
El café, cuando se toma sin azúcar, puede ayudar a optimizar la salud, basándonos en la evidencia científica disponible. Aquí te traemos algunos beneficios de tomar café solo y sin azúcar por las mañanas.
Aumenta la memoria
El café contiene cafeína, una sustancia estimulante que actúa sobre el sistema nervioso central y mejora el estado de alerta, la atención, la concentración y la capacidad de aprendizaje. Además, puede prevenir enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimero el párkinson.
Mejora el rendimiento cerebral
El café sin azúcar puede bloquear un neurotransmisor llamado adenosina, que se encarga de regular el ciclo del sueño. Al bloquear la adenosina, favorece el disparo neuronal y la <strong>liberación de otros neurotransmisores beneficiosos</strong>, como la dopamina y la noradrenalina. Estos neurotransmisores están relacionados con el humor, la motivación, el placer y el movimiento.
Mejora la salud bucal
El café puede prevenir la propagación de las caries. Tiene propiedades antibacterianas y un efecto antiadhesivo sobre la placa dental, que es la principal causa de la caries. También ayuda a <strong>evitar el mal aliento</strong>, ya que estimula la producción de saliva y neutraliza los ácidos que causan el mal olor.
Ayuda al funcionamiento del estómago y del hígado
El café estimula los movimientos intestinales y facilita la evacuación. Por ese motivo es un buen aliado para mantener una buena digestión. Además, ayuda a limpiar el estómago y el hígado de bacterias, toxinas, parásitos y otros elementos que pueden causar problemas gastrointestinales o hepáticos.
Ayuda a perder peso
El café sin azúcar es una bebida baja en calorías y grasas, siempre y cuando no se le añada ningún tipo de edulcorante o crema. Este acelera el metabolismo basal y aumenta la termogénesis, que es el proceso por el cual el cuerpo genera calor. También puede reducir el apetito y aumentar la sensación de saciedad,lo que puede ayudar a controlar la ingesta calórica y a evitar los antojos.
Es rico en antioxidantes
Contiene más de 1.000 compuestos bioactivos, algunos de sustancias con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Los antioxidantes ayudan a proteger las células del daño causado por las moléculas del estrés,la contaminación, el tabaco o una dieta poco saludable. El consumo de café (sin azúcar) puede contribuir a prevenir estas enfermedades y a mejorar la salud vascular.
Regula la presión arterial
El café tiene un efecto estimulante sobre el sistema nervioso y el sistema cardiovascular, lo que puede provocar un aumento transitorio de la presión arterial.
Puede ayudar a prevenir la diabetes
Puede ayudar a prevenir la <strong>diabetes tipo 2</strong>, al mejorar la sensibilidad a la insulina, que es la hormona encargada de regular los niveles de glucosa en la sangre.También puede reducir la inflamación crónica y el estrés oxidativo, que son dos procesos implicados en el desarrollo de la resistencia a la insulina y la diabetes.
Consumo recomendable
Se considera un consumo moderado entre 3 y 5 tazas al día, siempre que no se superen los 400 mg diarios de cafeína, según los expertos. En cuanto al tipo y la preparación del café, se recomienda elegir un café de calidad, orgánico y de comercio justo, que garantice un buen proceso de cultivo, recolección y tostado.
Los cafés que se deben evitar son:
- Soluble: contiene muchos aditivos y menos antioxidantes que el natural
- Café hervido o filtrado en papel: puede aumentar los niveles de colesterol LDL (malo)
- Café de cápsulas: puede contener acrilamida, una sustancia química que se forma durante el proceso de tostado del café y tiene efectos negativos en la salud
https://www.elperiodico.com/es/vida-y-estilo/20240714/tomar-cafe-mananas-beneficio-salud-dv-90591882
¿Cuál es la historia del origen del café?
Entrar en una cafetería y pedir un café nos parece algo tan sencillo que nos cuesta imaginar una época pasada en que no fuese así. Pero lo cierto es que, hasta hace no tanto, esta bebida ni siquiera se encontraba en Europa. Tuvieron que pasar muchos siglos para que estos granos procedentes de latitudes exóticas y lejanas llegasen a las ciudades de nuestro continente y apasionasen a nuestros antepasados tanto como a nosotros. Si quieres descubrir cómo y cuándo empezamos a tomar café, ¡sigue leyendo!
Origen del café
En toda investigación del pasado se entrecruza siempre la leyenda con la verdad de los hechos. Una de las versiones más extendidas sobre la aparición del café se ubica en los desérticos parajes de Etiopía y tiene como protagonista a un enigmático pastor de origen etíope llamado Kaldi.
Según cuenta esta historia, Kaldi descubrió las propiedades del café al darse cuenta de cómo afectaban a su rebaño, que mordisqueaba las bayas de café de los arbustos. Además, al arrojar unos cuantos granos al fuego, se percató del intenso aroma que desprendían aquellas “bayas mágicas”.
Pero más allá de estos relatos legendarios, lo que sí parece cierto es que el café se descubrió hacia el siglo VII en esas mismas regiones africanas. De hecho, la etimología de la palabra café está emparentada con Kaffa, una zona de altiplanos en Etiopía donde se cultiva el cafeto, la planta del café pero su origen es Holandés, ya que los árabes, los descubridores del café, usaron su propio nombre “gahwa”.
Los musulmanes lo extienden dentro del imperio Otomano, y se hace común debido a la prohibición del alcohol. A través de los siglos, llega a la Europa occidental a través de Holanda, luego Francia, y siguen el resto de colonizadores. Cuentan las crónicas que se abrió la primera cafetería llamada Kiva Han en Constantinopla en el año 1475 y en la actualidad sigue abierta.
Expansión del café en Europa
Mucho antes de que nuestro proveedor de café para bares nos surtiese puntualmente con este producto, esta bebida comenzó a extenderse en Europa de la mano de los grandes viajes colonizadores y de exploración realizados al inicio de la Edad Moderna.
La llegada de los colonizadores europeos al Pacífico y América propició un encuentro cultural del que sacaron provecho los europeos para obtener los preciados granos de café. El café llegó a Europa del Oeste alrededor del año 1600, a través de la evolución de los diferentes imperios musulmanes.
Con la llegada de los colonizadores europeos a América, se introdujo el café en esta región. En 1700 se plantaron varios cafetos en el jardín botánico de Ámsterdam. Posteriormente, estos jardines fueron regalados al Gobierno francés y se llevaron a la Isla Martinica donde proliferaron y constituyeron las mayores plantaciones de la época. Portugal fue quien hizo llegar este producto a Brasil, a las zonas de Paraná y Amazonas. Por su parte, Inglaterra lo cultivó en Jamaica mientras que España lo hicieron llegar a Filipinas y Costa Rica.
Sin embargo, su entrada en Europa no estuvo exenta de polémica. A partir del siglo XVI, su consumo fue condenado por el Vaticano, que lo veía como una bebida impropia de cualquier creyente e incluso como una amenaza para el orden público. Pero la Iglesia tuvo que adaptar su punto de vista ante el éxito que cosechó el café en todos y cada uno de los lugares donde se introdujo.
El café fue creciendo de la mano de un compañero indispensable: las cafeterías. Durante los siglos XVII y XVIII, estos negocios no solo eran lugares de ocio donde tomar una reconfortante taza de café, sino que además era punto de encuentro de intelectuales y políticos que usaban las cafeterías tanto para conspirar como para alumbrar algunas de las ideas más importantes de nuestra era.
Esa mezcla de popularidad y elitismo acompañó los primeros pasos del café en Europa, pero ya en el siglo XIX la bebida se decantó definitivamente hacia el lado popular y su ascenso fue imparable. El incremento de las cafeterías y la diversificación de las gamas de café propiciaron su democratización y el café se convirtió, por derecho propio, en el rey de las bebidas.
El café hoy en día
La globalización tiene como uno de sus efectos el acercamiento de los hábitos y costumbres de dos personas que pueden encontrarse en las antípodas. Con el consumo de café, esta regla no escrita se ve confirmada.
El café se consume en Europa y en Asia, en América y en África, tanto en locales modestos como en las grandes cafeterías vienesas y parisinas. Además, la demanda de los consumidores ha motivado que los productores cada vez muestren más exigencia en sus cultivos y ofrezcan un café para bares de mayor calidad a los clientes.
Actualmente, los mayores productores de café son países como Brasil, Vietnam, Colombia, Indonesia y Ethiopia, que cuentan con grandes plantaciones de cafeto y la mayoría de los consumidores busca con anhelo en los paquetes de café la zona de producción, sabiendo que, con esta bebida, el lugar de origen es señal de calidad.
Esta quizá sea la principal revolución de nuestros tiempos: la aparición de un consumidor que tiene a su disposición muchísima información y que demanda tanto a los productores como a los restauradores la mejor experiencia.
Así se cierra la historia del café: de un origen remoto a la democratización de la bebida del café, y de un consumo limitado a su conquista de todos los corazones (y paladares) del mundo.
https://www.nestleprofessional.es/noticias/cual-es-la-historia-del-origen-del-cafe