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Cambio de hora: ¿cómo influye la luz en lo que comemos?

El ritmo circadiano del cuerpo influye en diversos aspectos, desde la temperatura corporal hasta el apetito, y la luz es la encargada de regular este reloj biológico. Con el cambio de hora que tendrá lugar el 27 de octubre, más de 48 millones de personas deberán ajustar sus relojes al horario de invierno, lo que afecta no solo al rendimiento físico y mental, sino también a los hábitos alimenticios. El ciclo circadiano, que dura 24 horas, regula nuestras funciones fisiológicas, y la luz, que llega a través de la retina, desempeña un papel fundamental en este proceso. Durante el invierno, los días más cortos alteran la producción de melatonina y cortisol, hormonas que afectan el sueño y la vigilia, lo que provoca un desequilibrio en el organismo.

A pesar de que los estudios sobre los efectos del cambio de hora se han centrado en el rendimiento, también incide en la alimentación y el sistema digestivo. Según Alba García Aragón, especialista en el Instituto del Sueño de Madrid, la desincronización entre las horas de comida y el reloj biológico puede generar alteraciones hormonales que aumentan el apetito y, a largo plazo, favorecen trastornos metabólicos y enfermedades como la obesidad y el cáncer. En España, el horario que se sigue, basado en el horario central europeo, no se ajusta geográficamente al que debería corresponderle, lo que empeora la desalineación con el ciclo natural del cuerpo.

Para mejorar la salud y el equilibrio energético, la nutricionista Clara Puig Muñoz recomienda ajustar los horarios de las comidas para alinear el metabolismo con la luz y la oscuridad. Además, subraya que un sueño de calidad es crucial para tomar decisiones alimentarias adecuadas, ya que la fatiga tiende a llevarnos a optar por alimentos calóricos. Por otro lado, la experta Cristina Sabaté aconseja que la cena se realice temprano, idealmente antes de las 7 o 8 de la noche, para evitar problemas digestivos y favorecer un descanso adecuado. En su lugar, recomienda optar por comidas ligeras, como sopas o verduras, que no sobrecarguen el sistema digestivo antes de dormir.

Cambio de hora: ¿cómo influye la luz en lo que comemos?

El ritmo circadiano del cuerpo determina aspectos que van desde la temperatura corporal hasta el apetito. Y la luz dirige esta ‘gran orquesta biológica’

Cambio de hora alimentacion

Sensación de malestar, somnolencia y variaciones en el estado de ánimo son algunas de las consecuencias que produce el cambio de hora en la salud. Más de 48 millones de habitantes deberán ajustar las manecillas de los relojes por segunda vez en el año para adaptarse, en esta ocasión, al horario de invierno el próximo 27 de octubre. La medida está vigente desde 1974 y aunque puede parecer algo menor a estas alturas, repercute en el ritmo circadiano, el reloj del cuerpo que regula las funciones fisiológicas y recibe órdenes de una región del cerebro llamada hipotálamo. La mayoría de las investigaciones científicas al respecto se han centrado principalmente en analizar los efectos en el rendimiento físico y mental de las personas, sin embargo, también desencadena cambios en los hábitos alimenticios y el aparato digestivo.

El ciclo natural dura 24 horas e influye en aspectos que van desde la temperatura corporal hasta el apetito. Y la luz, que los ojos perciben a través de la retina, dirige esta gran orquesta biológica. Durante la estación más fría del año, se genera un desequilibrio en la producción de la melatonina y el cortisol (las hormonas que regulan el sueño y el estado de alerta), porque los días son más cortos y las personas suelen reducir su exposición al sol. Alba García Aragón, médica especialista del Instituto del Sueño de Madrid (IIS), explica que en la actualidad existe un desfase de una hora en el periodo invernal y de dos horas en verano, lo que afecta especialmente a adultos mayores y adolescentes.

“Por desgracia, los españoles duermen cada vez menos y peor. No estamos viviendo de acuerdo a las horas de luz y al final, esto influye en lo que comemos”, sostiene sobre el huso horario que se remonta al periodo de la dictadura franquista, una medida que lleva 84 años. La desincronización entre la hora de comer y el reloj biológico del cuerpo humano provoca que las personas no descansen correctamente, lo que produce alteraciones hormonales que repercuten en un aumento de la sensación de hambre. Esto, a largo plazo, eleva también el riesgo de desarrollar alteraciones metabólicas y enfermedades como la obesidad y el cáncer.Más información

En el país, salvo en las Islas Canarias, rige el horario central europeo (al igual que en Alemania y Francia) en lugar del occidental que debería tener España por su localización geográfica en el meridiano de Greenwich, tal como en Portugal o el Reino Unido. Para mantener un equilibrio en los niveles de energía y evitar la fatiga, la nutricionista Clara Puig Muñoz recomienda ajustar los horarios de las comidas. “El cambio de hora hace que algunas personas tengan más apetito durante el día. Es importante adaptar la hora de comer, para así alinear el metabolismo en relación con la luz y oscuridad”, explica.

Según Puig Muñoz, un sueño de buena calidad es, al mismo tiempo, fundamental para tomar buenas decisiones alimentarias.“El cansancio nos lleva a escoger alimentos calóricos con el fin de encontrar en ellos ese plus de energía que necesitamos”, recalca. La falta de sueño lleva a muchas personas a comer mal y en mayor cantidad. En otros casos, algunos acaban teniendo un consumo elevado de café y bebidas energéticas.

“Independientemente de que haya o no un cambio de horario, ya llegamos algo desfasados y esto afectará al cuerpo hasta que se acostumbre nuevamente”, agrega la especialista del IIS.

La importancia de cenar temprano

El ritmo circadiano influye en el metabolismo y la velocidad con la que el cuerpo digiere y absorbe los nutrientes. Por ello, Cristina Sabaté, dietista del Centro Júlia Farré, aconseja que la última comida del día sea preferiblemente más temprano. “Lo ideal sería que la cena no sea más allá de las siete u ocho de la tarde”, señala. Para Sabaté no es saludable “comer a las diez de la noche” de manera constante. Si no es posible adelantar la hora de comer, la experta recomienda que las personas opten por una sopa o un plato de verduras.

Clara Puig Muñoz coincide en este punto: “si hacemos comidas muy pesadas antes de dormir, podemos tener reflujo o acidez y además, seremos más propensos a los despertares nocturnos”, dice. La nutricionista sugiere que es mejor cenar ligero, con tres o cuatro horas de antelación antes de dormir. Sabaté recomienda alimentos ricos en triptófano —un aminoácido que cumple un papel crucial en la producción de serotonina y melatonina—, como queso, yogur, huevos, pescado y pollo.

En esa línea, un estudio de la revista International Journal of Obesity reveló en 2013 que los carbohidratos y las grasas se metabolizan por varias horas. Las calorías que el cuerpo quema al digerir, absorber y metabolizar los nutrientes están regidas por el ritmo circadiano.

Sabaté enfatiza en que no existe alimento que sea mejor que otro, sino más bien la clave es comer equilibrado y elegir los principales que conforman una dieta saludable: cereales, verduras, frutas, lácteos y proteínas. “Es una buena idea tener un menú planificado de la semana, para así lograr reducir el tiempo de cocinar la cena”, propone la dietista.


FUENTE: https://elpais.com/salud-y-bienestar/2024-10-18/cambio-de-hora-como-influye-la-luz-en-lo-que-comemos.html