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Nuevas proteínas a base de altramuces y garbanzos para afrontar el aumento poblacional
El instituto tecnológico Ainia desarrolla productos a partir de vegetales e insectos ante el crecimiento de la demografía mundial
El Instituto Tecnológico de la Alimentación (Ainia) trabaja en el desarrollo de nuevas proteínas sostenibles a partir de insectos, legumbres como los altramuces, habas, garbanzos o lentejas, y otros vegetales. Este proyecto pionero, denominado Airprot, tiene como objetivo la obtención de proteínas de alta calidad con un bajo impacto ambiental para la industria alimentaria ante el incremento de la población mundial.
Actualmente ya existe una gran demanda en el mercado de ingredientes proteicos, nutritivos y de calidad procedentes de fuentes alternativas accesibles y sostenibles. No obstante, las tecnologías convencionales empleadas para su obtención necesitan mucha agua, compuestos químicos y conllevan un gasto energético muy alto debido a las operaciones de secado.
Esto plantea problemas a nivel medioambiental, así como elevados costes de transformación y de gestión de residuos. Otro inconveniente ligado a estos procesos es la posible modificación de la estructura original de las proteínas, que pueden perder parte de sus cualidades.
Para hacer frente a este problema, los técnicos de Ainia han apostado por una tecnología innovadora que consiste en el fraccionamiento en seco de partículas. Los responsables del proyecto subrayan que se trata de una técnica respetuosa con el medio ambiente y eficiente desde el punto de vista energético e hídrico que se posiciona como prometedora para producir ingredientes proteicos a partir de diversas materias primas.
Tecnología
La técnica consiste en la utilización de aire para conseguir la separación física de las proteínas, los almidones y otros compuestos como las fibras en función del tamaño y de la densidad de sus partículas. Este proceso permite preservar la funcionalidad de los componentes alimentarios.
Esta técnica empleada por Ainia, combinada con la modificación de las proteínas para mejorar sus propiedades o añadirles nuevas funciones, facilita mejorar sus cualidades, haciéndolas adecuadas para una amplia gama de aplicaciones alimentarias. Con el proyecto Airprot, que cuenta con la financiación de la Generalitat Valenciana (a través de la Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo), Ainia promueve la sostenibilidad y la economía circular a través del uso de materias primas locales, como es el caso del altramuz. Esta legumbre, que se cultiva mayoritariamente en la Comunitat Valenciana, destaca por su bajo requerimiento de agua y su perfil nutricional equilibrado y alto contenido en proteínas.
Algarroba
Otra fuente de estudio es la algarroba, una leguminosa mediterránea que demanda poca agua y presenta una baja huella de carbono. Los investigadores del instituto tecnológico Ainia trabajan también con otras leguminosas y cereales como el arroz, y exploran el uso de subproductos de la industria local para fomentar la circularidad en la cadena de suministro.
Además, los técnicos implicados en el proyecto defienden el potencial de fuentes animales alternativas como los insectos, que mediante procesos de acondicionamiento pueden transformarse en ingredientes funcionales, promoviendo la sostenibilidad en la producción alimentaria.
La regulación de la proteína PASK podría frenar la aparición de obesidad y diabetes
Un estudio del CIBERDEM y la Universidad Complutense de Madrid, liderado por Elvira Álvarez y Carmen Sanz, ha descrito un nuevo mecanismo por el cual se puede bloquear el desarrollo de la obesidad.
Según los resultados, publicados en la revista Journal of Nutritional Biochemistry, las dietas altas en grasa alteran la regulación de la proteína PASK y el bloqueo de esta proteína quinasa podría frenar la obesidad, una enfermedad cuya prevalencia está aumentando y que trae consigo numerosas complicaciones asociadas.
“Mediante estudios realizados en ratones deficientes en la proteína PASK, hemos evidenciado que éstos no solo no desarrollan obesidad, sino que tienen mejorada la respuesta a la insulina, cuando se les somete a dietas altas en grasas” apunta la investigadora Elvira Álvarez.
Según los resultados, esta proteína podría ser clave en la adaptación a los estados de ayuno y alimentación. La regulación de las vías metabólicas (gluconeogénesis, lipogénesis, etc.) que responden al ayuno y alimentación de una forma normal y que son necesarias para mantener la homeostasis de glucosa y lípidos, se ven alterados con la dieta alta en grasa y ello puede contribuir al desarrollo de la obesidad y patologías asociadas como la diabetes, entre otras.
Sin embargo, el bloqueo de la proteína PASK hace que se restablezca la respuesta normal de estas vías metabólicas en condiciones de ayuno o alimentación y no se desarrolle hiperglucemia ni resistencia a la insulina y, asimismo, disminuye la acumulación de lípidos en el hígado.
Los investigadores responsables de estos resultados, del CIBERDEM, de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos (IdISSC), concluyen que “el bloqueo de esta proteína es de alto interés en el control del desarrollo de la obesidad y de las alteraciones metabólicas asociadas producidas por dietas de alto contenido graso”.
La ciencia descubre que comer arándanos te hará más inteligente y mejorará tu memoria
Recientes investigaciones demuestran que comer bastantes arándanos al día puede mejorar tu salud.
De sobra es conocido que los frutos rojos, como fresas, arándanos, frambuesas, moras y cerezas, son muy beneficiosos para la salud gracias a su alto contenido de antioxidantes, vitaminas y fibra. Estas características los convierten en alimentos ideales para prevenir enfermedades y promover una buena salud en general.
Recientes estudios han analizado uno de estos frutos rojos, los arándanos, y han descubierto nuevos beneficios que nos ofrecen estos frutos:
- Un estudio publicado en el Journal of the International Society of Sports Nutrition descubrió que los arándanos pueden mejorar la presión arterial, la función endotelial (una capa de células que recubre todos los vasos sanguíneos y regula los intercambios entre el torrente sanguíneo y los tejidos circundantes) y la rigidez arterial.
- Un estudio de 2021 publicado en Nutrients descubrió que los arándanos pueden mejorar la gestión de la glucosa y los niveles de insulina.
- Un estudio publicado en Antioxidants descubrió que los arándanos pueden mejorar la elasticidad de la piel y reducir la aspereza de la misma.
- Un estudio publicado recientemente en Nutrients descubrió que los participantes que comieron solo media taza de arándanos al día durante 12 semanas experimentaron mejoras en el aprendizaje, la memoria y la función ejecutiva: toma de decisiones, planificación, concentración, gestión de tareas, etc.
Los beneficios de los arándanos frente a la demencia
Según indican los investigadores del estudio publicado en Nutrients, Blueberry Supplementation in Midlife for Dementia Risk Reduction, observaron un mejor desempeño del grupo de estudio que consumía arándanos en las medidas de acceso léxico e interferencia de la memoria, y una reducción en la dificultad de codificación de la memoria en las actividades de la vida diaria. Esta evidencia sugiere que la suplementación continua con arándanos puede contribuir a la protección contra el deterioro cognitivo cuando se implementa de manera temprana.
Aunque los arándanos no son mágicos, la genética también importa y puede jugar un papel importante en la prevalencia a padecer demencia. Más allá de eso, una gran cantidad de investigaciones muestran que la dieta, el ejercicio y un estilo de vida saludable tienen gran impacto en la mejora, o al menos en el mantenimiento, del efecto del envejecimiento cognitivo y la memoria.
Por lo que algunos aspectos que puedes mejorar para ayudar a tu salud son:
- Una dieta saludable puede reducir el deterioro cognitivo relacionado con la edad y el riesgo de desarrollar diversas enfermedades neurodegenerativas.
- El ejercicio puede retrasar o incluso revertir el deterioro físico de su cerebro. Las investigaciones demuestran que el ejercicio puede aumentar el tamaño del hipocampo incluso a los 60 o 70 años, lo que ayuda a mitigar el impacto de la pérdida de memoria relacionada con la edad.
- En cuanto al estilo de vida, la falta de sueño se asocia con una atrofia cerebral acelerada y una conectividad funcional cerebral deteriorada. El alcohol, el tabaco y otras drogas afectan directamente al cerebro, provocando que envejezca más rápidamente, se atrofie y pierda capacidad funcional.
Rafael Guzmán, experto en nutrición: «Si la lechuga te genera gases es que tu microbiota no es la adecuada»
Según el profesor colaborador del Máster en Nutrición y Microbiota de la Universidad de Córdoba, Rafael Guzmán García, uno de los peores hábitos que atentan contra la salud es una alimentación desequilibrada que destruye la riqueza de una microbiota..
Se habla mucho de carbohidratos saludables, de cómo son los más adecuados para el consumo habitual porque son los que liberan energía sostenida y no generan picos de glucemia. «La lógica dice que es preferible decantarse por los hidratos de carbono de asimilación lenta, también llamados celulares. Son todos aquellos que no producen un incremento rápido de glucosa en sangre -hiperglucemia- y, por tanto, no generan tampoco hiperinsulinemia», explica el experto en nutrición y psiconeuroinmunología Rafael Guzmán García.
ALIMENTOS RICOS EN CARBOHIDRATOS SALUDABLES
Los alimentos que pueden darnos esa energía de manera sostenida, tal como explica el experto en nutrición y microbiota, son raíces, verduras y tubérculos que tengan capas o círculos al partirse. Es decir, que sería recomendable comer de manera asidua zanahorias, remolacha, puerro, cebolla, nabo, lombarda, espárragos… siempre que no se trituren por completo, porque si así lo hiciésemos estaríamos destruyendo la barrera que encierra los azúcares, transformándolos en azúcar simple de fácil absorción. De ahí que los zumos, cremas y purés no se recomienden en primera instancia porque es más recomendable tomar estos alimentos de forma íntegra. «Obviamente, si tomas un zumo de limón, cuyo contenido en azúcares no es muy alto, no vas a tener mucho problema, pero si lo haces de manzana, pera o piña… el nivel de glucosa se incrementará de forma considerable en sangre y será preciso realizar cualquier actividad física intensa para contrarrestarlo», indica Rafael Guzmán García.
Muchas personas, en cambio, notan que al tomar algunos de estos alimentos no se sienten bien tras comerlos, lo que les hace pensar que es mejor no consumir este tipo de alimentos. Sin embargo, el problema no es tanto el alimento sino el estado de la microbiota. «Si eres de esas personas a las que la lechuga le genera gases y digestiones pesadas, en lo primero que tienes que pensar es en que tu microbiota no es la adecuada, ya que no metaboliza esa fibra de manera correcta», explica Rafael Guzmán García.
La solución, una vez más, es mantener una dieta variada, basada en alimentos naturales o mínimamente procesados y de temporada para aprovechar su máxima calidad nutricional. De esa manera, conseguiremos fortalecer la colonia de bacterias en el intestino que abren la puerta a una metabolización de las fuentes energéticas más provechosa y saludable.
Los tomates a la vanguardia de la revolución alimentaria
¿Puede la edición de genes ayudar a que las plantas comestibles se adapten al cambio climático en un mundo de temperaturas en alza y fenómenos meteorológicos extremos? BBC Future informa sobre una planta que, a simple vista, parecía un tomate común. Marta Zaraska analizó una variedad desarrollada en 2018 en la Universidad de Minnesota: hojas alargadas y pequeños frutos rojos caracterizaban a la especie silvestre de tomate originaria de Perú y Ecuador, conocida como Solanum pimpinellifolium o tomate «Red Currant». Este tomate era especial. Según Zaraska, esta planta tenía menos ramas pero producía más frutos, que además eran ligeramente más oscuros, una señal de mayor contenido de licopeno, un antioxidante relacionado con la reducción de riesgos de cáncer y enfermedades cardíacas. El tomate fue diseñado específicamente para desarrollar estas características.
La planta fue creada por el genetista Tomas Cermak y su equipo mediante la edición de genes con Crispr, una tecnología galardonada con el Premio Nobel, que actúa como una herramienta de «cortar y pegar» en el material genético. Esta técnica está revolucionando la agricultura y contribuye a crear cultivos para el futuro. La ambición de Cermak es desarrollar un tomate fácil de cultivar, nutritivo y sabroso, que además esté mejor adaptado a un clima cambiante. “La planta ideal sería resistente a todo tipo de estrés: calor, frío, salinidad y sequía, además de a las plagas”, explica.
Un clima adverso para los tomates
El cambio climático plantea problemas para muchos cultivos, y los tomates no son una excepción. Estos crecen mejor entre 18°C y 25°C. Un estudio de 2020 estimó que, para mediados de siglo, hasta el 66% de las tierras de cultivo en California, donde tradicionalmente se cultivaban tomates, podría superar esta temperatura óptima. Otras investigaciones indican que, para 2050, grandes extensiones de tierra en Brasil, África Subsahariana, India e Indonesia también podrían volverse inadecuadas para el cultivo de tomates.
Si bien el aumento de temperaturas promedio podría hacer que regiones previamente frías se vuelvan aptas para el cultivo de tomates, las condiciones extremas siguen siendo un problema. En 2019, en el norte de Italia, la temporada de cultivo estuvo marcada por granizadas, vientos fuertes, lluvias intensas, y temperaturas extremas tanto de frío como de calor, lo cual resultó en una cosecha deficiente y tomates de baja calidad.
La escasez de agua también lleva a los agricultores a usar agua de peor calidad para el riego, a menudo con contenido salino, lo que incrementa la salinidad del suelo y afecta a los tomates comerciales. Además, niveles más altos de ozono hacen que los tomates sean más susceptibles a enfermedades como la mancha bacteriana en las hojas.
Crispr al servicio de la agricultura
Además de ser uno de los cultivos favoritos de la humanidad, el tomate es una planta de cultivo modelo: de crecimiento rápido, fácil de criar y relativamente simple de manipular a nivel genético. “La investigación sobre los tomates recibe más fondos que otros cultivos, lo cual permite el desarrollo de recursos como secuencias genómicas, ingeniería genética y edición de genes”, dice Joyce Van Eck, genetista de plantas de la Universidad de Cornell. Esto hace que los tomates sean ideales para investigar nuevas tecnologías de edición genética, como Crispr, que en un futuro cercano podría producir muchas plantas adaptadas al clima.
Después de identificar genes que ayudan a la adaptación al clima, Crispr puede dirigirse a estos genes para eliminar algunos indeseables, ajustar otros o insertar nuevos. Usada en plantas desde 2013, Crispr permite a los investigadores modificar el genoma con gran precisión para obtener rasgos específicos, como tolerancia a la sal o resistencia a patógenos, e incluso se ha utilizado para crear plantas enanas que resisten mejor los vientos fuertes, otro efecto secundario del cambio climático. Investigadores como Cermak van aún más lejos, utilizando Crispr para domesticar especies silvestres “de novo” o desde cero, logrando en una sola generación lo que antes tomaba miles de años y con mucha mayor precisión.
La domesticación de Solanum pimpinellifolium «de novo» fue la manera en que Cermak y sus colegas en Minnesota crearon un tomate en 2018, obteniendo frutos más grandes que en su versión silvestre. Aún no era el tomate perfecto que el científico buscaba. “Añadiendo más genes, podríamos hacer que los frutos sean aún más grandes y abundantes, aumentar la cantidad de azúcar para mejorar el sabor, así como los antioxidantes, vitamina C y otros nutrientes”, afirma Cermak.
Una revolución verde en el plato
La domesticación «de novo» también podría fomentar el interés en los «cultivos huérfanos», plantas que se cultivan a pequeña escala pero que tienen gran potencial para contribuir a la seguridad alimentaria. La baya de kamchatka, una pariente silvestre del tomate, es una de estas plantas domesticadas recientemente con Crispr. En el futuro, esta técnica podría llevar a cultivos como el frijol caupí, el sorgo y el teff –cereales africanos– a una audiencia mundial. Crispr también se usa actualmente para mejorar diversos cultivos, desde bananas y uvas hasta arroz y pepinos.
Algunos científicos consideran que Crispr marca el comienzo de una segunda revolución verde, que ayudaría a alimentar a la creciente población mundial. No obstante, aún existen desafíos técnicos, como las regulaciones legales y la aceptación social. Las plantas modificadas con Crispr pueden estar «libres de transgénicos», es decir, no contienen ADN de otra especie, a diferencia de los cultivos transgénicos tradicionales.
Sin embargo, los estudios sobre la aceptación de productos alimenticios editados con Crispr arrojan resultados mixtos. En una encuesta en EE.UU., Canadá, Bélgica, Francia y Australia, los consumidores veían de manera similar los alimentos modificados con Crispr y los transgénicos. Pero en un estudio de 2020 en Canadá, los consumidores mostraron mayor disposición a aceptar los alimentos modificados con Crispr.
Cómo la ciencia está transformando la alimentación del futuro
La industria alimentaria está en un constante proceso de transformación. A medida que la población mundial sigue creciendo, también aumenta la dificultad para proporcionar una alimentación variada y adecuada.
A lo anterior se suman los cambios en los estilos de vida y en las preferencias de consumo. Todo esto prevé una gran transformación alimentaria en las próximas décadas para incrementar la eficiencia en la producción de alimentos y, al mismo tiempo, mejorar la nutrición.
La biotecnología y el desarrollo de proteínas alternativas están revolucionando la forma en que se producen los alimentos. Gracias a la ciencia y la tecnología se están encontrando soluciones para aumentar la producción de manera más eficiente y sostenible.
La industria alimentaria está en un constante proceso de transformación. A medida que la población mundial sigue creciendo, también aumenta la dificultad para proporcionar una alimentación variada y adecuada.
A lo anterior se suman los cambios en los estilos de vida y en las preferencias de consumo. Todo esto prevé una gran transformación alimentaria en las próximas décadas para incrementar la eficiencia en la producción de alimentos y, al mismo tiempo, mejorar la nutrición.
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La diversificación
La amenaza del cambio climático genera la posibilidad de experimentar crisis alimentarias severas. Los científicos ya están trabajando para adaptar las dietas y garantizar un suministro alimentario sostenible.
Una de las soluciones más efectivas para combatir el hambre, preservar la biodiversidad y adaptarnos a la crisis climática es diversificar la alimentación. Existen miles de especies de plantas comestibles en todo el mundo que son consumidas por diferentes poblaciones. Sin embargo, aún no se ha explotado su potencial.
Hay más de 7.000 plantas comestibles disponibles en el planeta, pero solo 417 se cultivan de manera generalizada. Uno de esos vegetales poco conocidos es el pandano (Pandanus tectorius), un pequeño árbol que se encuentra en las zonas costeras, desde las islas del Pacífico hasta Filipinas.
Las hojas de pandano son utilizadas para darle sabor a una variedad de platos, tanto dulces como salados. Además, su fruta se puede consumir cruda o cocida y es similar a la piña. Es un alimento resistente al clima y que se adapta perfectamente a condiciones adversas como sequía y vientos fuertes.
Legumbres y cereales
Las legumbres también pueden ser otro de los “alimentos del futuro”. Son económicas, ricas en proteínas y vitaminas del grupo B, y se adaptan a entornos tan diversos como costas y montañas. Aunque existen cerca de 20.000 especies de leguminosas, solo una pequeña cantidad se utiliza en la alimentación.
Se cree que todavía hay cientos de especies de leguminosas desconocidas para la ciencia. Un ejemplo de esto es el frijol morama (Tylosema esculentum), un alimento básico en regiones de Botswana, Namibia y Sudáfrica. Allí se utilizan estos frijoles para preparar crema de avena o una bebida similar al cacao.
De igual manera, hay una amplia diversidad de cereales que puede llegar a las 10.000 especies. Un ejemplo es el fonio (Digitaria exilis), un cereal muy nutritivo originario de África. Este grano se utiliza en la preparación de cuscús, crema de avena y varias bebidas. Es capaz de tolerar graves sequías y es rico en hierro, calcio y vitaminas.
Otro vegetal prometedor es el ensete (Ensete ventricosum), también conocido como “falsa banana”, que se consume en ciertas regiones de Etiopía. Aunque su fruto no es comestible, sus tallos y raíces son ricos en almidón y se pueden fermentar para elaborar gachas y pan. Se estima que su cultivo podría alimentar a más de 100 millones de personas en todo el mundo.
Genética y microbioma
Muchos científicos trabajan en el desarrollo de las llamadas “dietas personalizadas”. Se considera que esto podría representar un gran avance en el modelo de la “salud de precisión”, que está muy en boga.
Establecer la dieta ideal para cada persona es muy difícil, debido a que hay una compleja interacción entre el genoma particular, el microbioma y el estilo de vida. Estos factores en conjunto son conocidos como “exposoma”. Este término engloba los elementos biológicos, las influencias ambientales y conductuales que afectan la salud nutricional.
En la actualidad se adelantan varios estudios con el objetivo de entender mejor los factores que explican las diferencias en las respuestas a los alimentos. Se espera que los hallazgos permitan a las personas ajustar su estilo de vida y dieta, así como modificar su microbiota intestinal.
Innovaciones en la distribución de alimentos
Con el crecimiento del comercio electrónico, la forma en que compramos alimentos también está cambiando. La ciencia de datos y la inteligencia artificial están revolucionando la logística y la distribución de alimentos. Plataformas que analizan patrones de compra y preferencias de los consumidores permiten a las empresas optimizar sus inventarios y reducir el desperdicio de alimentos.
Además, tecnologías como el blockchain están emergiendo como herramientas clave para garantizar la trazabilidad en la cadena de suministro. Esto no solo ayuda a los consumidores a comprender de dónde provienen sus alimentos, sino que también aumenta la transparencia y la confianza en el sistema alimentario.
Alimentos de origen alternativo
La ciencia también está detrás de la creación de alimentos alternativos que buscan reducir nuestra dependencia de la agricultura tradicional. La producción de proteínas a partir de insectos, por ejemplo, ha ganado popularidad como una fuente sostenible de alimento. Insectos como los grillos y los gusanos de la harina son ricos en proteínas y requieren significativamente menos recursos que las fuentes de proteína animal convencionales.
Otro avance interesante es la producción de carne cultivada en laboratorio, que utiliza células madre de animales para crear carne sin necesidad de criar y sacrificar animales. Este enfoque no solo tiene el potencial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la ganadería, sino que también puede ofrecer una alternativa ética para quienes buscan reducir su consumo de carne.
https://okdiario.com/ciencia/como-ciencia-esta-transformando-alimentacion-del-futuro-13665226
Investigadores madrileños producen 20 nuevos alimentos a partir de restos de comida
La Comunidad de Madrid ha utilizado técnicas de innovación para producir 20 nuevos alimentos partiendo de trozos, cáscaras o cascarillas que habitualmente se desechan. Un equipo de expertos del Centro de Innovación Gastronómica (CIG) ha realizado numerosos ensayos para que sus propuestas beneficien a la salud y se adapten a las tendencias del mercado.
El CIG, perteneciente al Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), impulsa así la gastronomía circular y el aprovechamiento de recursos, uniéndose al Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, con el objetivo además de fomentar el consumo de cercanía, con grandes ventajas medioambientales, socioeconómicas y nutricionales.
De estos estudios han surgido innovaciones a partir del orujo de uva, con el que se han creado helados, chocolates, salsas y kombucha (bebida de origen chino a base de té fermentado); con el orujo de aceituna se han obtenido ahumados y destilados, y del bagazo de cerveza se han elaborado aperitivos, tortillas y croquetas. Además, se ha conseguido pasta a partir de los tallos de espárragos o cremas untables con la cascarilla del cacao.
La investigación puntera para el acondicionamiento y transformación culinaria se ha realizado a base de cocciones, extracciones y fermentaciones, logrando características sensoriales distintivas y propiedades saludables, lo que permite lanzar al mercado propuestas de interés para las empresas. Por ello en el proyecto han colaborado Bodega del Nero y Cervezas Gabarrera, facilitando la introducción de estas novedades en el mercado.
Desde el punto de vista nutritivo se han observado altos porcentajes de fibra en el orujo de uva (hasta el 58%), y de proteínas y fibra en bagazo (16,5 y 32,4%). También se han desarrollado estudios de aceptación entre consumidores –con una respuesta positiva- y estos alimentos se han extendido a la cocina gourmet de la mano de Rubén Amro, Campeón de España de Gastronomía 2021, que ha elaborado cuatro propuestas culinarias.
También se ha recuperado el yero, una legumbre con una destacada absorción de agua, además de alto contenido en proteínas y baja proporción de grasas. Con ella se han desarrollado germinados, condimentos, humus o ensaladas, con una alta aceptación inicial.
El CIG también juega un papel crucial en la conservación y promoción de las variedades autóctonas madrileñas. Mediante catas, talleres y campañas promocionales, pone en valor productos emblemáticos como el tomate de Patones, el ajo de Chinchón, el aceite de la denominación de origen protegida Aceite de Madrid o las carnes de razas autóctonas como la oveja rubia de El Molar, la negra colmenareña o el cabrito de la Sierra de Guadarrama.
¿Cómo influye la investigación alimentaria en nuestras vidas?
Dar soluciones innovadoras a pacientes con cáncer o ‘apps’ que permiten entender las etiquetas son algunos logros de la I+D+i en nutrición, clave para que el consumidor tome las mejores decisiones.
La inteligencia artificial, el ‘food tech’ o el ‘big data’ son conceptos que forman ya parte indispensable de la investigación en materia alimentaria y que cada vez son más utilizados por empresas y entidades debido a las múltiples ventajas que permiten.
Un ámbito, el de la I+D+i relativo a la nutrición, cuyo impulso es fundamental para que el consumidor esté bien informado y tome así las decisiones que mejor se adecúe a sus necesidades. Asimismo, aspectos tan relevantes como la seguridad alimentaria, los productos impresos en 3D, las dietas basadas en el ADN, las propuestas innovadoras que tratan de aportar comodidad en sus comidas a los enfermos de cáncer, las ‘apps’ que permiten entender las etiquetas nutricionales o los sistemas de control de dolencias como la diabetes en dispositivos móviles son algunos de los logros que permite la tecnología aplicada a la alimentación.
Proporcionar soluciones prácticas de formación profesional y educativa para futuros agricultores urbanos contribuyendo así a concienciar a la sociedad sobre el papel de la agricultura urbana en la sostenibilidad ambiental y socioeconómica de las ciudades es el objetivo de‘Innofarming’, proyecto europeo Erasmus+ K204 ‘Asociaciones Estratégicas en el ámbito de la Educación de Personas Adultas’ y desarrollado por el Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2).
«La investigación en temas de nutrición y salud es clave para aumentar el conocimiento sobre los beneficios y mecanismos de actuación de los alimentos y sus distintos componentes. También es necesario investigar en otros ámbitos como la actividad física, las tecnologías de procesado y conservación de alimentos o en áreas sociales que estudian factores de compra, aceptabilidad e influencia psicosocial en las mismas. Además, es crucial la divulgación y comunicación a la sociedad; solo un consumidor bien informado podrá tener unas correctas decisiones de compra y de consumo», apunta Sara Remón, Gestora y Promotora de Proyectos del IA2.
Entre las formas en las que la tecnología puede ayudar al consumidor en su día a día la doctora en Ciencia y Tecnología de los Alimentos destaca soluciones sencillas como las ‘apps’ de lectura de etiquetas nutricionaleso «las técnicas de análisis que permiten identificar multitud de componentes de los alimentos y evaluar los efectos sobre la salud del consumo de los mismos, así como el desarrollo de sensores que posibilitan monitorizar procesos e incluso identificar biomarcardores de riesgo».
En el apartado de las personas que tienen necesidades nutricionales específicas también existen ejemplos, como los sistemas de control de diabetes en dispositivos móviles u otros métodos rápidos de detección de alérgenos o sistemas de cuantificación de gluten. «Poco a poco, los sistemas de detección que se van desarrollando son más fáciles de usar y permitirán en el futuro su uso por el propio consumidor, lo que le dará mayor garantía en sus decisiones nutricionales», apunta Remón.
En el IA2, más de 200 doctores trabajan en distintas líneas de investigación en toda la cadena agroalimentaria que va ‘del campo a la mesa’. Unos programas que están destinadas tanto a potenciar la investigación de excelencia como a favorecer la transferencia de esta al sector.
A lo largo de su carrera, la investigadora ha participado en diversas iniciativas que reflejan la importancia de la I+D+i en la nutrición, como una sobre fortificación de panes en ácido fólico para mujeres gestantes o el proyecto ‘Higea’, en el que se trabaja en la reducción del índice glucémico de distintas matrices alimentarias. Y, recientemente, al IA2 le han concedido otro proyecto Erasmus+, cuyo acrónimo es ‘Indeed’ y que está destinado a desarrollar guías de alimentos texturizados para personas con disfagia.
Soluciones para enfermos
A este respecto, cabe subrayar igualmente planes como ‘Oncofood’, un proyecto europeo financiado por EIT Food y coordinado por AZTI, centro de investigación especialista en la cadena de valor alimentaria y marítimo-pesquera, para diseñar nuevas soluciones alimentarias innovadoras dirigidas a pacientes de cáncer considerando sus requerimientos nutricionales y sus alteraciones sensoriales, promoviendo así el placer de comer y previniendo la malnutrición.
«Se están desarrollando distintas soluciones alimentarias dirigidas a cubrir sus necesidades nutricionales, sensoriales y de textura. Productos como cremas, sopas o sazonadores deben integrarse en su día a día y que sean de fácil acceso para casa. También soluciones a nivel hospitalario cuando se necesitan texturas adaptadas obtenidas con la tecnología de impresión 3D», explica Itziar Tueros, coordinadora de departamento de Alimentación y Salud en AZTI.
La doctora en Química afirma que la clave de este tipo de proyectos está en el trabajo desarrollado por equipos multidisciplinares, que incluyen expertos de diferentes campos como tecnología de alimentos, bioquímica, nutrición y dietética, consumidor y análisis sensorial. «Además, es necesario que exista una orientación a mercado, de forma que la investigación no se quede en un cajón, sino que se transfiera a este y sea así accesible para el paciente», agrega.
La información la he encontrado en :
El hallazgo del queso más antiguo del mundo revela una compleja relación evolutiva entre humanos y microbios
El hallazgo del queso más antiguo del mundo revela una compleja relación evolutiva entre humanos y microbios. Muestras de kéfir de hace 3. 600 años encontradas en China plantean nuevas hipótesis sobre el origen de la fermentación en la prehistoria como técnica para conservar alimentos.
En la década de 1970, un equipo de arqueólogos descubrió momias en la cuenca del Tarim, en China, que sorprendieron a muchos por su antigüedad y buen estado de conservación. Después de años de investigación, se encontró que algunas de las momias tenían restos de queso de kéfir en el cuello. Gracias a técnicas avanzadas de análisis de ADN antiguo, se pudo confirmar que este queso era de hace 3. 600 años, siendo el más antiguo registrado hasta la fecha.
Qiaomei Fu, paleogenetista, y su equipo lograron extraer y analizar el material genético del queso, revelando una estrecha relación entre humanos y bacterias probióticas a lo largo de la historia. La interacción entre personas y microbios ha sido fundamental en la evolución de la alimentación y la cultura prehistórica. La fermentación de alimentos, como el queso de kéfir, permitió a las personas preservar alimentos de manera duradera y mejorar su digestión, especialmente en poblaciones intolerantes a la lactosa.
Investigaciones recientes sugieren que el kéfir pudo haber tenido orígenes en el Tíbet, en lugar del Cáucaso como se pensaba anteriormente. El ADN de las bacterias encontradas en las muestras de queso de kéfir de las momias pertenece a una subespecie diferente a la típica de Europa y otras regiones, lo que sugiere múltiples rutas de propagación de esta técnica. Además, se encontró evidencia de intercambios genéticos entre las bacterias a lo largo del tiempo, lo que mejoró su adaptación a los humanos.
La coevolución entre humanos y microbios a lo largo de miles de años ha sido fundamental en la adaptación a nuevas condiciones ambientales y en la mejora de la dieta. Los intercambios culturales y las interacciones evolutivas entre humanos y bacterias han moldeado estilos de vida específicos y promovido cambios tecnoculturales a lo largo de la historia. Este descubrimiento arroja luz sobre la importancia de estas relaciones simbióticas en la evolución humana y alimentaria, y cómo han ayudado a las poblaciones a mantenerse adaptadas y saludables a lo largo de los siglos.
Así era la comida de la prehistoria, de acuerdo con la ciencia
A lo largo de la historia, la alimentación ha estado presente como acción de supervivencia. La vida de las personas tiene una enorme dependencia a los alimentos, tanto para saciar las sensaciones de hambre, como para suministrarle al organismo de todos los nutrientes que precisa para su funcionamiento y conservación.
Pero muchos años atrás, en la prehistoria, los humanos no contaban con ciertos conocimientos y por ello las investigaciones se multiplican para develar todo sobre su vida. Así, la alimentación también es una gran incógnita para la ciencia que intenta determinar fehacientemente cómo es que cubrían esta necesidad.
Alimentación en la prehistoria
La prehistoria es la época que va desde la aparición de los primeros seres humanos hasta la invención de la escritura, según precisa un informe del gobierno de Canarias (España). Esta etapa de la historia dio paso luego a la edad de piedad y la de los metales, y las subdivisiones que conocemos como Paleolítico, Neolítico, Edad del Cobre, Edad del Bronce y Edad del Hierro.
Lejos de quedarnos en esta apreciación histórica, los estudios que han puesto el foco sobre la prehistoria han intentado determina cómo era su alimentación. En este marco, se estima que los humanos de esta etapa de la historia, conocidos por ser cazadores y recolectores, se habrían alimentado de semillas, carnes, frutas, huevos, verduras y frutos secos.
Al respecto, una investigación reciente sobre fósiles de un yacimiento de Marruecos reveló que la alimentación de las personas de la prehistoria, indudablemente, consumían vegetales y duda de que hayan consumido carne animal. Además, precisa que el paso a la domesticación de animales y el establecimiento de comunidades sedentarias suponen la recolección y el almacenamiento de vegetales para su consumo.
Los estudios remarcan que aún restan muchas investigaciones para lograr determinar a ciencia cierta qué es lo que se comía en la prehistoria. Sin embargo, en la actualidad se ha hecho muy conocida la «dieta paleolítica», un plan de alimentación basado en alimentos que los humanos podrían haber consumido durante esa era, según el Instituto Mayo Clinic.