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Alimentación y cine: una larga relación

l comedor, en muchas ocasiones integrado en la cocina, ha sido durante largo tiempo el lugar más importante de la casa, en tanto en cuanto lugar de reunión y, por lo tanto, de comunicación y sociabilidad dentro de un hogar. La función principal de este espacio, comer, se convierte también en un acto social, en torno al cual puede surgir la comunicación y fluir los sentimientos. Por esta razón, el cine se ha servido de la alimentación como vía para reflejar el intercambio de afectos, pasiones, ideas o creencias.

En la obra The Cultural Flow of Food in Cinema, por ejemplo, su autor, Iommazzo, explora el papel de la comida en el cine global contemporáneo como elemento mágico de placer y conocimiento, y como poderoso catalizador de la unión de las personas y del despertar de las pasiones.

A lo largo de la historia del cine se han sucedido, por lo tanto, no sólo muchos títulos cuyo tema central es la alimentación, la gastronomía o la cocina, sino que, en muchas películas la escena más importante se desarrolla en torno a una mesa o la gastronomía es utilizada como referencia para mostrar diferencias e identidades culturales.

Desde que el 28 de diciembre de 1895 (fecha oficial del nacimiento del cine), los hermanos Lumiére proyectaron las primeras escenas de su hijo comiendo ante las cámaras e invitando al espectador a compartir su plato, el cine y la gastronomía se fundieron sin condiciones para ofrecer al espectador aromas y sabores de todos los lugares del mundo y de todos los momentos de la historia.

Puede decirse que la primera secuencia gastronómica de la historia del cine aparece en 1925, en La Quimera del Oro. En ella, Charles Chaplin logra que un zapato viejo sea un plato digno del más exigente gourmet. Sin embargo, no fue hasta bastantes años después cuando empezaron a surgir títulos en los que la alimentación era tema esencial o, por lo menos, la excusa principal y visible para mostrar otras cuestiones como sentimientos o valores. 

En esta línea, una película que impulsó el género fue El festín de Babette, estrenada en 1987 y ganadora de un Óscar a mejor película extranjera. El sentimiento fundido con la comida tan bien representado en El festín de Babette, también queda de manifiesto en dos títulos italianos: La cena, de Ettore Scola, y La grande bouffe (La gran comilona) de Marco Ferreri. Si en el primero un vulgar restaurante y su comida es el escenario ideal por el que pasan multitud de personajes curiosos (interpretados por un reparto estelar), el segundo es una obra maestra de la estridencia italiana y un clásico dentro del género gastronómico.

Sin embargo, una de las mejores escenas del cine provocador y surrealista, relacionada también con la comida, se rodaría bastantes años antes y el artífice sería un español, Luis Buñuel, que inmortalizó en Viridiana (1961) una cena mítica del cine, en la que varios pobres se dan un homenaje en torno a una mesa bien dispuesta, mientras uno de ellos les hace una de las fotografías más irreverentes de la historia del cine.

Buñuel utilizó también el recurso de la comida en El discreto encanto de la burguesía (1972), donde relata, en clave de humor e ironía, la continua imposibilidad de un grupo de burgueses por congregarse en torno a la mesa.

Igualmente, otro español también ha manifestado una profunda relación con la comida: Bigas luna. No sólo Jamón, jamón tiene marcadas referencias, sino que su filmografía está repleta de citas bastantes sabrosas.

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Un apetito de película

¿Por qué comemos tanto en las salas de cine? (Hay una explicación científica)

Casi como si se tratase de un ritual, antes de sentarse en sus butacas a disfrutar de una película en el cine, la mayoría de los espectadores tiene una regla de oro: comprar palomitas (y si son del tamaño grande, mejor). Una vez comienza la proyección, se activa la cuenta atrás para llegar al final del bote y –seamos claros– también para evitar que tu acompañante te robe más de la cuenta. Pero, ¿por qué se despierta el apetito de manera intensa mientras vemos una película?

El fenómeno de sentir hambre mientras disfrutamos de una película en la pantalla grande tiene mucho que ver con el entorno en el que comemos. Y es que el espacio produce un importante impacto en nuestras elecciones y comportamientos a la hora de comprar comida.

Por eso los cines buscan crear un espacio sensorial ‘prefabricado’ con una iluminación tenue que cree un ambiente relajado y centrado en la pantalla. Es una estrategia que también utilizan los restaurantes de lujo para animar a los comensales a comer más, condicionando su estado de ánimo. Sarah Lefebvre, profesora de marketing en la Universidad Estatal de Murray, en Kentucky, Estados Unidos, destaca que la disminución de la iluminación nos induce a estar más relajados, y en ese estado tendemos a consumir más porque la preocupación por la cantidad de comida que ingerimos se desvanece, no le prestamos atención.

La disminución de la iluminación nos relaja y, en ese estado, tendemos a consumir más porque la preocupación por la cantidad de comida que ingerimos se desvanece

La iluminación baja no solo influye en la cantidad que comemos, sino también en nuestras preferencias a la hora de elegir. Hay estudios que demuestran que, en ambientes con poca luz, las personas tienden a optar por comidas más ‘indulgentes’ en lugar de saludables. Esta tendencia se amplifica en el cine, donde la distracción con la trama en pantalla juega un papel adicional. Es aquí donde las palomitas de maíz, un snack poco atractivo en otros lugares, se convierten en un capricho reconfortante. Del que siempre queremos más.

Incluso el sabor de los alimentos se ve influenciado por la iluminación. Lefebvre explora la ‘compensación sensorial’, una teoría que sugiere que la privación de un sentido puede intensificar otro. En un estudio, descubrió que en condiciones de poca luz, los alimentos con un único matiz de sabor, como dulce o salado, saben mejor que cuando están iluminados. Sin embargo, cuando se agrega un segundo elemento de sabor, la diferencia que experimentamos al comerlo en un lugar iluminado u oscuro, disminuye.

Al no ver la comida, los alimentos con un único matiz de sabor, como dulce o salado, nos saben mejor que cuando están iluminados

En el apetito que se nos despierta en el cine también intervienen otros factores ambientales como el aire acondicionado de las salas. Una temperatura baja consigue que queramos comer más, puesto que el frío consume nuestras reservas de energía y hace que el cerebro envíe señales en busca de más calorías. Y los cines, obviamente, aprovechan esta técnica de termostato.

¿Y lo que hay en la pantalla no afecta en el apetito? Evidentemente, las películas en sí mismas desempeñan un papel determinante en nuestro ritual gastronómico en el cine. De hecho, los personajes y la trama pueden moldear nuestro apetito durante la proyección.

Seguro que te ha pasado alguna vez que has visto a un personaje comiendo una hamburguesa o cualquier otra apetitosa comida en una escena y has cogido un gran puñado de palomitas. Así lo explica Vivien Shuo Azhou, profesora de estudios de comunicación en la Universidad Bautista de Hong Kong: «Las acciones de los personajes de las películas, particularmente cuando están comiendo, crean patrones en la forma en que come la audiencia».

Se trata de un efecto de imitación –o experiencia vicaria– donde los espectadores comen cuando los personajes lo hacen, a modo de imitación. Aunque no ocurre siempre, solo cuando las personas se identifican con los personajes de la película, aclara Zhuo. Además, añade: «Comer es un comportamiento relacionado con objetivos, y cuando nos preocupamos por un personaje, inconscientemente adoptamos sus objetivos como propios».

Algunos cines en los que se permite cenar dentro de la sala llevan esta relación entre la película y la comida un paso más allá, ofreciendo elementos temáticos del menú que coinciden con la trama de la película. Por ejemplo, ante el fenómeno de la película Barbie, el menú edición limitada de palomitas rosas en las cajas de las muñecas está siendo un éxito rotundo entre los asistentes de todas las edades.

https://www.elcomercio.es/xlsemanal/ciencia/por-que-comemos-mucho-en-el-cine-peliculas-palomitas.html/?ref=https%3A%2F%2Fwww.elcomercio.es%2Fxlsemanal%2Fciencia%2Fpor-que-comemos-mucho-en-el-cine-peliculas-palomitas.html%2F

¿Por qué comemos tanto en las salas de cine?

El consumo de palomitas en las salas de cine es más que una simple tradición; está respaldado por estrategias cuidadosamente diseñadas y hasta tiene una base científica. Desde la iluminación tenue hasta el aire acondicionado frío, los cines configuran un ambiente que favorece el consumo de alimentos. Sarah Lefebvre, profesora de marketing en la Universidad Estatal de Murray, explica que la baja iluminación nos relaja, disminuyendo nuestra preocupación por la cantidad de comida que consumimos. Este fenómeno, conocido como «compensación sensorial», intensifica el sabor de alimentos simples como las palomitas de maíz​.

Además, el ambiente frío de los cines aumenta el apetito, ya que el cuerpo necesita más calorías para mantener la temperatura. Por otro lado, las películas también influyen en nuestros hábitos alimenticios. Según Vivien Shuo Azhou, profesora de comunicación en la Universidad Bautista de Hong Kong, el comportamiento de los personajes puede desencadenar una respuesta vicaria, haciéndonos comer cuando ellos lo hacen.

Incluso, algunos cines llevan la experiencia gastronómica a otro nivel, ofreciendo menús temáticos relacionados con las películas, como ocurrió con la película Barbie, que popularizó las palomitas rosas. Todo esto demuestra cómo el entorno del cine está diseñado para estimular nuestros sentidos y aumentar el consumo de alimentos. Para continuar sobre esta noticia:

https://www.abc.es/xlsemanal/ciencia/por-que-comemos-mucho-en-el-cine-peliculas-palomitas.html

La gastronomía en el cine de Almodóvar

Cómo la comida se convierte en un eje central dentro de la obra cinematográfica del director.

Haz clic aquí para leer la versión en inglés.

Los medios aluden a una especie de justicia poética para Pedro Almodóvar a colación de su último hito, recibir un León de Oro por su primera obra en inglés ‘La habitación de al lado’; tras una ovación infinita de palmas perfectamente sincronizadas por parte del público. Un eco que continuará resonando para siempre ya no sólo en la historia del cine español, sino también en el panorama internacional.

La obra cinematográfica de Almodóvar está orbitada por un colectivo de devotos que adoran desde su espíritu castizo o su estética kitsch hasta el dramatismo, la redención o la libertad de la época que proyectan. Dentro de todas esas secuencias, la gastronomía, sobre todo manchega, acaba de enfatizar la narrativa de sus películas que beben del revolucionario movimiento cultural del Madrid de la Transición bajo una visión moderna de la sociedad española.

Costumbrismo pop

Pedro Almodóvar proyecta ese universo cinematográfico de costumbrismo pop en cocinas, restaurantes o enclaves culinarios en los que las mujeres reclaman sus derechos, mientras comparten sus secretos más oscuros. Espacios en los que se despliegan grandes banquetes de comida española con platos regionales o castizos que han contribuido a su internacionalización, debido a la trascendencia cultural del cineasta a nivel mundial.

Desde el bacalao al pil pil que Carmen Maura le prepara a Bom en ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ (1980), hasta el pisto manchego de Victoria Abril en ‘Átame’ o el ‘choricillo’ que ofrece Peter Coyote en ‘Kika’; junto a otras elaboraciones como tortillas, calamares, pimientos o flanes. Un menú cañí que incluye asimismo postres como los barquillos y las rosquillas que les deja la Tía Paula (Chus Lampreave, de nuevo) a Sole (Lola Dueñas) y Raimunda (Penélope Cruz) en ‘Volver’.

Crímenes y horror

La cocina se convierte en el contexto simbólico en el que se desarrollan parte de las grandes tramas de su filmografía. En un escenario en el que se llevan a cabo sórdidas escenas de crímenes o intoxicaciones como en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. El mítico gazpacho de Pepa se proyecta como el eje de la acción que gira en torno a la pregunta por parte de la policía: ¿Qué tiene este gazpacho? ‘Tomate, pepino, pimiento, cebolla, una puntita de ajo, aceite, sal, vinagre, pan rallado y agua’. ¿El ingrediente secreto? grandes dosis de Valium que acaba consumiendo Rossy de Palma en la película.

Más allá de representarse la comida como arma, la muerte también se ilustra en la cocina. En ‘Volver’, Raimunda acabará asesinando con un cuchillo a su marido por su condición de maltratador y violador. La cocina se llena de sangre y violencia.

Las magdalenas se presentan asimismo como un símbolo del horror cotidiano de Gloria en ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto!'(1984). Aquí, la comida se convierte en otro reflejo más del infierno doméstico que experimenta, así como de la brecha que separa a las clases sociales. 

Amor

En las historias de Almodóvar, el afecto familiar se expresa muchas veces a través de la comida. La gastronomía se canaliza como un acto afectivo en torno a la cocina o la mesa, sobre todo por parte de las madres o las mujeres que habitan y empoderan sus historias.

Ese afecto con la comida lo proyectan personajes como Chus Lampreave en ‘La flor de mi secreto’, o Manuela en ‘Todo sobre mi madre’. También lo hacen las protagonistas de Volver: ‘Mañana os voy a poner de comida que os vais a caer de culo’. Su tortilla de patatas es una muestra de ello. En ‘Todo sobre mi madre’, la cocina también es el espacio sagrado en el que se transmite el amor.

El desayuno

En el cine de Pedro, desayuno es el ritual culinario por antonomasia. En ‘Kika’, Rossy de Palma expresa a Paul Bazo: ‘tu arrebaña todo lo que puedas’, reflejando la importancia que el director le ofrece.

Mientras tanto, en ‘Átame’, Ricky (Antonio Banderas) se asegura que la chica que acaba de secuestrar desayune, a pesar de la violencia suspendida en la escena. Ese rol se transforma en un papel sanador en ‘Los abrazos rotos’. Tras una noche de confesiones, por la mañana Diego (Tamar Novas) sirve zumo de naranja, tortilla española y café para reconectar espiritualmente con su madre (Blanca Portillo). ‘Hay que empezar bien el día’, concluye él, antes de recibir otra confesión.

Esta información la he encontrado en :

https://www.tapasmagazine.es/la-gastronomia-en-el-cine-de-almodovar/

Canibalismo: ¿por que no?

Todos somos relativamente familiares con el canibalismo, sobre todo gracias a la visibilidad que le ha dado el mundo cinematográfico con documentales como los de Jeffrey Dahmer o películas como La sociedad de las nieves.  

Obviamente estos dos son ejemplos completamente diferentes, y es que existen tres tipos de canibalismo: el ritual, el de supervivencia y el patológico. Podemos colocar el ejemplo de Jeffrey Dahmer dentro del patológico, identificándolo como el producto de una enfermedad mental, mientras que el canibalismo mostrado en la película La Sociedad de las Nieves” es de supervivencia, luego el canibalismo ritual sería como el de la cultura de una tribu africana conocida como Korowai, obligados por tradición. 

Ahora bien, cuando uno habla de la tradición del canibalismo, realmente no es algo tan extraño, y no solo por el que haya aún tribus que realicen estos ritos, sino porque el ser humano es uno de los únicos animales que no recurren de forma natural al canibalismo.  La pregunta es: ¿por qué no?

La respuesta es, realmente, sencilla, y es que no es solo que hayamos evolucionado y desarrollado una ética, moral y sociedades que nos conducen hacia un mundo sin canibalismo, sino que como humanos somos una pésima opción en el aspecto nutricional. Según algunos estudios no llegamos ni a las 100 calorías por cada 100 gramos, mientras que otros animales como las vacas tienen hasta 250 calorías por 100 gramos. Ahí podemos ver como no somos la opción más viable a la hora de alimentarse, siendo entonces que tampoco es viable el canibalismo entre nosotros.

Esa es la verdadera razón entonces de que no practiquemos el canibalismo entonces en la sociedad actual, y es que en una sociedad donde tanto se busca la eficiencia poseemos un valor nutricional tan bajo que nunca tendremos que preocuparnos por ser consumidos por nuestros congéneres.

Puedes encontrar más información en los siguientes enlaces:

https://www.larazon.es/ciencia/que-ocurre-comes-carne-humana_20231218657fa0cdf03b8e0001f42381.html

https://www.biobiochile.cl/noticias/sociedad/historia/2023/01/08/lo-que-le-pasaria-a-tu-cuerpo-si-comieras-carne-humana.shtml

https://www.nationalgeographic.es/ciencia/estudio-canibalismo-revela-humanos-no-somos-tan-nutritivos

De la hamburguesa de ‘Pulp Fiction’ al sushi de ‘Kill Bill’, ¿qué quiere decir Tarantino con la comida en sus películas?

Quentin Tarantino, el maestro del cine posmoderno, ha tejido a lo largo de su extensa filmografía una trama paralela donde la comida se erige como un poderoso canal de expresión. Desde su debut con Reservoir Dogs hasta las odas culinarias en Pulp FictionKill BillÉrase una vez… En Hollywood, y más allá, el director ha convertido la gastronomía en un simbolismo que intensifica la trama y enriquece la narración de sus proyectos audiovisuales.

El despliegue de comida rápida

En Pulp Fiction Tarantino despliega un festín visual de comida rápida, reflejando la obsesión del director por este tipo de alimentación y dando vida a una metáfora compartida sobre el consumo rápido y la consideración de lo que se etiqueta como basura. La icónica escena en Jack Rabbit Slim’s, donde Vince lleva a cenar a Mia, revela el amor extremo por las hamburguesas, batidos y demás delicias de la época.

La metáfora del sushi

En Kill Bill: Vol. 1 el sushi preparado por Hattori Hanzo no solo sirve para mostrar a los espectadores cuáles son las costumbres japonesas sino que se convierte en una metáfora, de la relación. A medida que los platos son mayores, la relación es más profunda. Así que a través de la comida se narra la evolución de la relación. 

Aspectos y cambios en los personajes

En Reservoir Dogs, aunque con un menú más corto, utiliza la comida para revelar aspectos del carácter de los personajes, como la desesperación expresada por Holdaway en una cafetería nocturna.

Por su parte, en Érase una vez… En Hollywood, la preparación de la cena para el perro Brandy por parte de Cliff refleja el estilo de vida del personaje y se convierte en una metáfora de las similitudes compartidas entre el hombre y su mascota. Además, es en los bares, en medio de carias copas, cuando se produce un cambio de etapa de los personajes, y donde se toman decisiones trascendentales. 

La constante presencia de alimentos y bebidas en las películas de Tarantino va más allá de la simple ambientación, convirtiéndose en un elemento fundamental para establecer dinámicas entre personajes, ejercer poder y control, y acompañar los diálogos de las escenas.

https://www.lavanguardia.com/comer/20240112/9495497/hamburguesa-pulp-fiction-sushi-kill-bill-que-quiere-decir-tarantino-comida-peliculas-pmv.html

Cómo el cine nos enseña a comer

Y mira que habíamos visto películas en las que jóvenes surfistas, rockeros, rebeldes, todos jóvenes y apolíneos, engullían hamburguesas prefabricadas como quién se traga la esencia de la juventud. Pero aquí, en la España de la transición, los restaurantes de fast food se podían contar con los dedos de una mano y la realidad superaba el deseo que el cine nos había inculcado fotograma tras fotograma.

Con el devenir de los años y la modernización del país, el cine perdió el misterio, y los hábitos alimentarios son el ejemplo. El mundo convertido en una enorme hamburguesa con kétchup.

“El mundo se convirtió en una enorme hamburguesa con kétchup”

La globalización alimentaria ha tenido en el cine a uno de sus mayores aliados. La influencia del cine en nuestros hábitos no es negativa, pero tampoco es siempre positiva. El cine crea fascinación por productos que no merecen de poesía por su naturaleza prosaica e industrial.

Estamos en un siglo en el que nada de los que aparece en las imágenes nos es extraño. Vemos una película japonesa y asistimos a una merendola de sushi con ojos de experto. O podemos ver una película sudamericana, y sabemos perfectamente a qué sabe una ensalada de nopal con el cilantro perfumando la mezcla.

“Estamos en un siglo en el que nada de los que aparece en las imágenes nos es extraño”

Todos los deseos que nos puede crear una imagen cinematográfica los podemos ahora satisfacer yendo a la tienda de proximidad, al supermercado o a una gran superficie cerca de casa. Si la parte positiva del cine ha sido la aceptación de los hábitos alimentarios foráneos, la negativa ha sido la homogeneización del gusto en contra de una singularidad fundamental para que, incluso, el cine se pueda nutrir de bellas imágenes.

Si en los setenta, las bellas imágenes gastronómicas provenían de Francia e Italia gracias al savoir faire de sus directores y su cultura, toda esta influencia positiva estuvo a punto de desaparecer por el colonialismo del cine americano palomitero.

“Todos los deseos que nos puede crear una imagen cinematográfica los podemos ahora satisfacer yendo al supermercado”

Una influencia que incluso cambió hábitos lingüísticos. Al bistec ruso de nuestras abuelas, por ejemplo, se le cambió el nombre por el de hamburguesa. Por suerte, el cine americano rompió sus hábitos regalándonos un personaje como Hannibal Lecter, el sofisticado caníbal que nos demostró que incluso en América existe vida fuera del fast food.

Tras el impacto de Lecter, subió el consumo de ris de veau acompañadas de un vino tinto. A mí me gustan rebozadas; el doctor Lecter seguro que las prefiere envueltas de un sabor más sofisticado. En este mundo,de norte a sur, de este a oeste, hay lugar para todos los gustos posibles pero es fundamental saber separar la paja del trigo.

https://www.lavanguardia.com/comer/opinion/20180128/44299397798/como-cine-ensena-comer.html

“Super Size Me”, El documental que mostraba los efectos en la salud del consumo de comida rápida.

El director y productor estadounidense Morgan Spurlock dirigió y protagonizó Super Size Me, un documental que muestra cómo vivió durante un mes entero alimentándose en McDonald’s, para evaluar el impacto que la comida rápida tiene en la salud.

El cineasta promocionó el filme frente a una sucursal de McDonald’s durante el Festival de Cine de Sundance de 2004. Desencadenó un gran debate y le valió una nominación al Oscar en la categoría de Mejor Documental.

SUPER SIZE ME.

Spurlock fue la estrella de Super Size Me, filmándose a sí mismo durante un mes mientras comía docenas de hamburguesas y nuggets de pollo, acompañados por litros de gaseosas.

El cineasta aumentó su peso en 11 kilos y los médicos le dijeron que su salud estaba en riesgo si no terminaba su experimento de 30 días.

La audiencia vio a Spurlock contar que se sentía enfermo y con poca energía, en medio de las alertas médicas sobre su presión arterial y colesterol.

La película también planteó preguntas sobre la industria alimentaria estadounidense y sugirió que, con voluntad política, podrían crearse alternativas más saludables.

El lanzamiento de Super Size Me llevó a McDonald’s a publicar un comunicado en el que defendió el menú que ofrecía y denunció que el documental de Spurlock era «poco realista».

Además, la empresa publicó anuncios en los que decía que sus alimentos debían consumirse como «parte de una dieta equilibrada«.

Sin embargo, la compañía dejó de ofrecer en su menú ese año la modalidad de máxima porción o “super size”.

https://www.bbc.com/mundo/articles/clee462p8qpo

La comida en el cine

Tanto la comida como el arte cinematográfico, son hechos culturales y creativos. Dos vehículos más que eficaces de comunicación masiva. El cine produce un placer audio visual que abre en los espectadores distintos apetitos como en este caso el gastronómico.

La relación entre el arte gastronómico y el arte cinematográfico se inicia desde el principio del cine, a finales del siglo XIX. Desde los primeros films del cine mudo hasta los más actuales. Hay escenas memorables que nos remiten a la relación entre el cine y la comida, desde los Hermanos Lumière, pasando por Charles Chaplin, Buster Keaton, o el “gordo y el flaco”.

Sin embargo, el primer film, donde la comida es presentada con mayores detalles y sofisticación, ya que están enmarcados en escenas de banquetes y fiestas, es Cleopatra (1917) de Gordon Edwards, basada en la tragedia de Shakespeare Antonio y Cleopatra.

La obra cinematográfica de Charles Chaplin, tiene escenas inolvidables, donde la comida al mismo tiempo, adquiere al menos dos significados: como procedimiento para producir humor, y arrancar la risa, y como símbolo del hambre, para emocionar hasta las lágrimas a los espectadores. Como ocurre en el film La quimera del oro (1925). Donde los dos abandonados vagabundos sucumben ante el hambre. Charlot prepara una cena con lo único que tiene a mano: uno de sus zapatos de cuero con sus respectivos cordones, transformados en suculentos spaghettis, mientras su compañero cree ver en Carlitos una gallina, tratándolo de comer.

En su otra obra maestra Tiempos Modernos (1936), Chaplin es sometido a una máquina de alimentación automática para dar de comer a los obreros de la fábrica, y así eliminar el receso del almuerzo, y que estos no dejen de producir.

Otros films relevantes, en cuanto a la profundización de la problemática de la comida, como también por la divulgación de la gastronomía típica de otras culturas, asociadas íntimamente a la identidad de un país. Y donde el acto de comer, es un verdadero acto de amor, son: Comer, beber, amar (1994) de Ang Lee. Chocolate (2000) de Lasse Hallstrom, El olor de la papaya verde (1993) de Anh Hung Tran. Tomates verdes fritos (1992) de Jon Avnet. Como agua para chocolate (1992) de Alfonso Arau. La cena (1998) de Ettore Scola. Big Night (1996) de Campbell Scott y Stanley Tucci, una crítica a la cocina italiana “americanizada”, donde el risotto de tres colores y el elaborado tímpano, preparados por el increíble cocinero siciliano, compiten con las simples hamburguesas y los insulsos hot-dogs. La exquisita secuencia de la fiesta, con su increíble timbal de macarrones, del film El Gatopardo (1963) de Luchino Visconti. O la escena donde Harrison Ford, en medio de la polución y la lluvia interminable, devora un sashimi, en Blade Runner (1982) de Ridley Scott, film que nos acercó el futuro en esa preparación de la cocina japonesa.

Debemos comer para vivir, lo mismo que debemos respirar. Lo primero que gustamos es la leche del pecho de nuestra madre, acompañado por amor y afecto, que constituyen nuestros primeros sentimientos de placer. En muchos de estos films, a través del sentido del gusto, el olfato sugerido por el sentido de la vista y el oído, lo recrean.

FUENTE: https://www.topia.com.ar/articulos/comida-cine

Le prohíben entrar al cine con comida del exterior y sentencia con la respuesta: «Es una práctica absurda»

El elevado coste de los productos que se venden en las salas de proyección ha llevado a muchos espectadores a optar por traer su propia comida de casa.

Muchas personas no conciben ir a ver una película al cine sin el aroma de las palomitas recién hechas y el refresco que las acompaña. Sin embargo, el elevado coste de estos productos en las salas ha llevado a muchos espectadores a optar por traer su propia comida de casa. Una práctica que ha generado conflictos en muchos cines, donde, supuestamente, se prohíbe el ingreso con alimentos y bebidas externos, lo que produce situaciones incómodas y enfrentamientos entre consumidores y el personal de los cines. En ese sentido, el creador de contenido ‘david_reclama’ ha publicado un vídeo en TikTok donde muestra el momento en el que una empleada de un cine le impide la entrada por llevar comida de fuera.

En el vídeo, que acumula más de 2,3 millones de reproducciones, la trabajadora del cine le revela que «no se puede pasar con comida ni bebida del exterior, salvo agua», una regla que, según asegura, está estipulada en la normativa del establecimiento. Sin embargo, el creador de contenido no se queda callado, calificando la norma como «absurda» y desafiando la postura del cine. «Si yo tengo que estar obligado a consumir algo de ahí, me sale más caro. ¿Por qué, si vuestro negocio no es eso?», replica, poniendo de manifiesto un punto crucial, los cines no son restaurantes y la venta de comida y bebida es solo «un servicio complementario».

La ‘prohibición’ de los cines

Este tipo de incidentes no son nuevos, y la polémica sobre si los cines pueden prohibir la entrada con comida externa lleva años en disputa. En este contexto, el influencer señaló que «hay sentencias que dicen que es un servicio complementario». De hecho, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) emitió un informe en 2017 en el que consideraba la prohibición como una práctica «ilegal» y de «carácter abusivo». El informe argumentaba que los espectadores, tras haber pagado su entrada, «se ven privados de la prestación principal» del cine, que es disfrutar de la película, debido a una limitación impuesta de manera unilateral sobre un servicio accesorio no solicitado, como la venta de comida y bebida.