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La globalización del trago y la comida peruanos

La popularidad del pisco fuera del Perú está siguiendo el patrón de la gastronomía peruana. Cada vez más, el trago nacional peruano se encuentra en bares y restaurantes de las principales ciudades del mundo.

En Washington, DC, por ejemplo, el restaurante Causa Amazonia ofrece una selección de 34 piscos peruanos. Conocí recientemente a uno de los socios, Glendon Hartley, en la residencia del embajador peruano Alfredo Ferrero, quien organizó una «Noche del pisco» con numerosos invitados y varios dueños de restaurantes y bares de la capital estadounidense que sirven el trago y sus derivados cócteles.

Hartley, cuyo restaurante tiene una estrella Michelin, es hijo de inmigrantes antillanos y ha puesto el pisco también en el menú de sus otros reconocidos bares y restaurantes no peruanos. Así como ha habido un ‘boom’ de la cocina peruana alrededor del mundo, la globalización está empezando a incentivar una demanda creciente por el pisco.

El auge internacional de la gastronomía peruana ha sido impresionante y se debe tanto a la globalización como a la innovación. Según un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre la comida peruana, «hace una década solo había alrededor de 200 restaurantes peruanos en el exterior, mientras que en la actualidad hay cerca de 4.000″.

Este ‘boom’ no hubiera ocurrido sin la apertura y otras reformas económicas que implementó el Perú en los 90, que crearon la estabilidad económica y la oportunidad de innovar en este sector. El reporte del BID observa que estudiar en el exterior fue clave: «un elemento en común que tiene la mayoría de los chefs que revolucionaron la cocina peruana es que se formaron en las mejores escuelas de cocina del mundo y realizaron experiencias laborales en los mejores restaurantes del mundo».

El BID aplica un análisis económico de la innovación para decir algo simple: la experiencia que trajeron los chefs peruanos del exterior permitió que se aplicaran nuevos conocimientos a condiciones y realidades locales.

Es así como «el público peruano se encontró más que dispuesto a abrazar un nuevo mundo de comida peruana local, orgulloso, innovador y gourmet, usando una mezcla de técnicas y productos locales con las lecciones de los mejores institutos culinarios de Estados Unidos y Europa«.

Pero la verdad es que la gastronomía peruana ha sido globalizada por siglos, y su éxito se debe en gran medida a esa diversidad cultural y a la biodiversidad. Han influido las comidas y cocinas indígenas mezcladas con las españolas, italianas, japonesas, chinas y africanas. El turismo en el Perú no solo ha dado impulso al «turismo gastronómico«, sino que también ha jugado un papel en el auge internacional de la cocina peruana.

En palabras del chef Mitsuharu Tsumura del restaurante Maido, «el Perú acepta otras cocinas, no las rechaza; las integra dentro de sus recetarios». Agrega algo que es importante para muchos sectores, pero no bien apreciado por quienes estudian la innovación: «El éxito que tenga un cocinero es el éxito de todos porque nosotros no estamos pensando solo en el Perú, estamos pensando en el mundo; si a la cocina peruana le va bien, si el mundo pide cocina peruana, lo que van a faltar son cocineros. Aparte de ser amigos, nos apoyamos mutuamente porque cada uno tiene su ciclo distinto. Compartir conocimiento no es copiar; al contrario, es importante compartir los conocimientos».

En la práctica, los innovadores tienden a compartir sus conocimientos porque cada uno se enfoca en sus ventajas comparativas y al crear un sistema abierto sacan un mayor provecho. Esperemos que el ejemplo de apertura que nos han dado los chefs peruanos inspire a una creciente parte de la economía peruana.

La globalización del trago y la comida peruanos – Ian Vásquez – Libertad Digital

La FAO advierte de que la globalización ha abaratado los alimentos, pero ha potenciado los ultraprocesados

¿Qué estamos ganando y qué estamos perdiendo?

En las últimas dos décadas, la globalización ha transformado radicalmente nuestra alimentación. Los alimentos que antes eran exclusivos de ciertas regiones hoy están al alcance de casi todos, y la variedad en nuestras mesas nunca ha sido mayor. Pero este cambio no viene sin sus sombras. Un nuevo informe de la FAO, El estado de los mercados de productos básicos agrícolas de 2024, pone el foco en cómo el comercio global está remodelando lo que comemos y los efectos de esta transformación en nuestra salud.

Más comida, más opciones, más riesgos

El comercio agrícola ha crecido exponencialmente en los últimos 20 años, pasando de un valor de 400.000 millones de dólares en el año 2000 a 1,9 billones en 2022. Este boom ha permitido que más personas tengan acceso a alimentos diversos, ricos en nutrientes y más económicos. En promedio, las calorías disponibles por persona a nivel global han aumentado considerablemente, reflejando una mejora en la seguridad alimentaria.

Sin embargo, junto a esta diversidad también ha crecido el consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en grasas, azúcares y sal. Según la FAO, por cada aumento del 10% en los ingresos de un país, la demanda de ultraprocesados crece un 11%. Estos productos, aunque convenientes, están estrechamente ligados al sobrepeso y la obesidad, un problema de salud que ha crecido del 8,7% al 15,8% en adultos entre 2000 y 2022.

La paradoja de la malnutrición

Un dato alarmante del informe es que en muchos países de rentas bajas y medias, la desnutrición y la obesidad coexisten. Es decir, mientras una parte de la población carece de micronutrientes esenciales como el calcio o el zinc, otra está lidiando con las consecuencias de un exceso de calorías provenientes de alimentos ultraprocesados.

¿Dónde está el equilibrio?

La globalización no es inherentemente mala ni buena, pero nos obliga a tomar decisiones más conscientes. Ahora bien, el acceso a alimentos diversos ha reducido la desnutrición y ha mejorado la disponibilidad de nutrientes esenciales, el aumento del consumo de ultraprocesados es una clara advertencia.

Para aprovechar los beneficios de este nuevo panorama alimentario, es crucial fomentar políticas que incentiven dietas equilibradas y accesibles, y que reduzcan el consumo de productos que, aunque baratos y convenientes, no benefician a nuestra salud a largo plazo.

En resumen, el comercio global de alimentos es una herramienta poderosa. Ha traído oportunidades para mejorar la nutrición, pero también desafíos que debemos abordar. Desde nuestros hábitos de compra hasta las políticas públicas, cada decisión cuenta. ¿Qué eliges poner en tu plato hoy?

Recursos

https://elpais.com/planeta-futuro/2024-11-29/la-fao-advierte-de-que-la-globalizacion-ha-abaratado-los-alimentos-pero-ha-potenciado-los-ultraprocesados.html

Por qué tiene tanta importancia la cocina en la serie ‘La Promesa’, ganadora de un Emmy Internacional

La gastronomía es una de las patas importantes de este producto audiovisual, que cuenta con un equipo de documentación y una persona se encarga de cocinar todos los platos que aparecen

Cuando se estrenó la bautizaron como el “Downton Abbey español”, pero tras casi dos años en antena, su reciente aterrizaje en Netflix y el Emmy Internacional con el que se ha hecho este lunes, la serie diaria de RTVE ha demostrado que va sobrada de personalidad propia. La Promesa, creada por Josep Cister Rubio, transcurre en el primer cuarto del siglo XX en un lujoso palacio del mismo nombre situado en el Valle de los Pedroches (Córdoba) y, más allá de sus laberínticas tramas, destaca por el mimo con el que tratan los aspectos culinarios de la ficción. No es de extrañar, cuando el propio Cister se define a sí mismo como “un loco de la gastronomía”. Para él, era impensable que la comida no jugara un papel fundamental.

“En ningún lugar se come tan bien como en La Promesa”, es un piropo que se repite a menudo en la serie. El secreto está en el equipo de cocina del palacio, que despierta la admiración de todo el que pasa por allí, ya sea para una simple merienda o para quedarse una temporada. Ese equipo, formado por tres de los personajes más queridos, tiene además un peso importante en las tramas. “Yo siempre digo que la cocina es uno de los pulmones que hace respirar a La Promesa. Sin la cocina, no sería lo que es”, dice Cister.

El plató dedicado a la cocina en la serie. Fotografía cedida por Bambú Producciones.
El plató dedicado a la cocina en la serie. Fotografía cedida por Bambú Producciones.

Simona es la cocinera más experimentada. Candela, su ayudante y amiga del alma. Y a ellas se une Lope, un lacayo que descubre que su vocación no está llevando bandejas, sino en los fogones y que, tras muchas peripecias, consigue trabajar en lo que le gusta, a pesar de que en La Promesa nunca antes habían tenido a un hombre en cocina. Simona y Candela ponen el sabor local y tradicional, mientras que el personaje de Lope es el que aporta una visión de lo que pasa fuera de España a nivel gastronómico, sobre todo en Francia. Él es quien introduce en palacio recetas como los éclairs, el parmentier o los volovanes.

Este peculiar trío protagoniza algunos de los momentos más divertidos, emotivos y didácticos de la serie. Porque con La Promesa se aprende, y mucho, de gastronomía española. Por ejemplo, lo que simboliza el huevo duro en un potaje de vigilia o que hay tantas variantes de la pipirrana como personas, pero también cosas más prácticas, como cuál es la mejor manera de recuperar la mayonesa cuando se corta, la ciencia que hay detrás de un buen cocido o el truco para que el arroz con leche quede bien cremoso. La ficción está plagada, además, de anécdotas históricas, como la explicación al color rojo de las puertas de las tabernas madrileñas (una forma de indicar a la gente que no sabía leer que allí se servía vino) o el guiño a que la palabra “cocreta” se recogerá algún día en el diccionario (a pesar del alcance de esta leyenda, la RAE aclara que nunca ha figurado en el diccionario académico).

Pero el protagonismo de lo gastronómico en La Promesa va más allá. Uno de los negocios familiares es una línea de mermeladas con recetas vanguardistas que logra un gran éxito y que, por supuesto, es fuente de múltiples conflictos. Nuestra ilustre gastrónoma Emilia Pardo Bazán ha salido a relucir en algunos episodios cuando a una duquesa de la zona le da por seguir sus pasos y elaborar un recetario. Y la comida ha cobrado importancia en momentos de gran peso dramático, como cuando Simona relata que unas manitas de cerdo lograron que el marqués empezara a superar la muerte de su primera esposa o cuando Lope prepara un cabritillo con trufa para homenajear a un compañero que acaba de morir, recordando que “la comida es uno de los placeres de la vida”, dice Cister.

En 'La Promesa' se come de verdad. Fotografía cedida por Bambú Producciones.
En ‘La Promesa’ se come de verdad. Fotografía cedida por Bambú Producciones.

Tampoco pierden la oportunidad de hacerle algún guiño a la actualidad. En esos meses en los que ir al súper era sinónimo de gastarse un dineral, hicieron una mención a la subida del precio de los alimentos que también tenía lugar en la España de la época en la que transcurre la serie. “Estando en la tele pública, creo que nuestra obligación es entretener y algo más. Ese algo más es siempre tener el retrovisor puesto, y estas series te permiten ver cómo hemos cambiado, para bien o para mal”, cuenta Cister.

Estos detalles son la demostración de que cuentan con un gran equipo de documentación. Diego Sandoval, del restaurante Coque, les asesoró en los inicios sobre algunos aspectos clave y, para las cosas más concretas, los guionistas se documentan con libros de todo tipo. El equipo de arte se encarga de que cada cosa esté en su sitio para sumergir al espectador en la cocina de aquella época. Para quien tenga la duda: sí, en La Promesa se come de verdad. Una persona se encarga de cocinar todos los platos que aparecen en pantalla y tienen hasta una vajilla propia con el emblema del palacio, un sueño personal de Cister, que logró cumplir hace un año. “Podrías decir ‘si esto no se ve, nunca haces un plano corto de un plato’. Pero para mí es importante cuidar los detalles, que la gente que está actuando aprecie que eso es real”, explica Cister.

Parte de la vajilla que se utiliza en la serie. Fotografía cedida por Bambú Producciones.
Parte de la vajilla que se utiliza en la serie. Fotografía cedida por Bambú Producciones.

Por supuesto, la comida es uno de los aspectos que más conversación generan en torno a la serie en redes sociales. “Ay, esto mi abuela lo hacía exactamente así’ o ‘Simona ha dicho que le pondría un toquecito de vinagre, así que se lo voy a poner yo también”, son solo dos ejemplos de los muchos comentarios que reciben. Hay quien les saca los colores señalando algún ingrediente o receta que está fuera de lugar, pero lo cierto es que se toman estas licencias de forma consciente, para poder reflejar un abanico culinario lo más amplio posible. “Cuando hacen pescado, por ejemplo, es algo que no sería normal en el Valle de los Pedroches, pero entendemos que La Promesa no solamente es el reflejo de ese lugar. Con el tiempo, se ha convertido en un reflejo de España”, dice Cister.

https://elpais.com/gastronomia/2024-11-26/por-que-tiene-tanta-importancia-la-cocina-en-la-serie-la-promesa-ganadora-de-un-emmy-internacional.html

Gastronomía y literatura, el mejor maridaje posible

En el mundo de la creatividad humana, hay dos artes que han sido inseparables desde tiempos inmemoriales: la gastronomía y la literatura

En la intersección de estas dos disciplinas, se entretejen historias de sabores, aromas y emociones que han enriquecido nuestras vidas de maneras inimaginables.

El próximo 23 de abril, en el Día Internacional del Libro, celebramos la profunda conexión entre estas dos formas de expresión cultural. Desde los banquetes descritos en las epopeyas homéricas hasta los exquisitos platos mencionados en las novelas contemporáneas, la literatura ha sido un vehículo para transmitir la pasión por la comida y la cocina.

Uno de los aspectos más fascinantes de esta relación es cómo los autores utilizan la gastronomía como una herramienta narrativa para profundizar en la caracterización de sus personajes y en la ambientación de sus historias. A través de descripciones detalladas de comidas y bebidas, los escritores pueden evocar no solo sensaciones gustativas, sino también contextos culturales y emocionales que enriquecen la trama de sus obras.

Un ejemplo clásico de esta fusión entre gastronomía y literatura es ‘Como agua para chocolate’ de Laura Esquivel, donde las recetas culinarias se convierten en metáforas de los deseos y las pasiones de los personajes. En esta novela, cada plato preparado por la protagonista está imbuido de sentimientos intensos que desencadenan eventos trascendentales en la trama.

Asimismo, la literatura ha inspirado a chefs y cocineros de todo el mundo a crear platos que rinden homenaje a obras y personajes célebres. Pero la conexión entre la gastronomía y la literatura va más allá de las páginas de un libro o los platos de un restaurante. En la cocina misma, cada receta es un relato en sí mismo, transmitido de generación en generación a través de la tradición oral o escrita. Detrás de cada ingrediente y técnica culinaria, se esconde una historia que nos conecta con nuestras raíces culturales y con las personas que nos precedieron.

En este Día del Libro, los lectores tienen la oportunidad de explorar el delicioso mundo de la literatura gastronómica. Sumergirse en las páginas de las novelas y cuentos favoritos y dejarse llevar por los aromas y sabores que despiertan en la imaginación. Como dijo el genial Jean Anthelme Brillat-Savarin«La cocina es la base de la felicidad del hombre».

https://www.canarias7.es/gastronomia-c7/gastronomia-literatura-mejor-maridaje-posible-20240416172739-nt.html

11 escenas memorables de comida en el cine

La comida, como el amor, siempre está presente en nuestra vida aunque no siempre le pongamos el total de nuestra atención. En el cine, la comida (casi) siempre tiene un papel relevante: a veces es solo un elemento para unir o familiarizar a los personajes; otras veces es un protagónico.

La relación del cine y la comida en nuestra vida es inevitable. Está en las palomitas de maíz que no perdonamos cuando vamos al cine o le damos play a Netflix: pero también está en las escenas icónicas que se quedan en nuestra memoria y que nos antojan comer lo que el de la pantalla está comiendo, por ejemplo: las codornices en sarcófago del Babette’s Feast (Gabriel Axel, 1987), la hamburguesa con queso de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), o el espagueti marinara de Goodfellas (Martin Scorsese, 1990).

¿Cuál es tu escena favorita de comida en el cine? Aquí diez de las más memorables. (Quitamos las películas específicas de comida, no sin antes resaltar una frase de Julia Child —salida de Julie & Julia—: “La gente que ama comer, siempre es la mejor gente”).

Inglorious Basterds (Quentin Tarantino, 2009)

Difícil de olvidar la escena del strudel que pide Hans Landa (Christoph Waltz) y obliga a comer a Shoshanna (Mélanie Laurent), donde cada segundo, aún con esa delicia en la mesa, se hace cada vez más tenso. Entre el sonido crujiente del hojaldre y cómo llega hasta sus bocas esta escena es food porn absoluto.

Marie Antoinette (Sofia Coppola, 2006)

Ver la historia de la reina de Francia María Antonieta nos obliga a pensar en lo delicioso que pudo ser ella… bueno, antes de que la enfermedad hiciera su aparición; pero en los años dorados, un pastel, una copa de champaña o un macarrón podía arreglarlo todo. Los banquetes, las fiestas, los zapatos, la diversión que se vive en el Versalles de Coppola se quedó en nuestros sueños por siempre.

Eat, Pray, Love (Ryan Murphy, 2010)

Elizabeth (Julia Roberts) va en busca del amor propio y para ello debe hacer tres cosas fundamentales, pero lo que mejor le sale es comer. Al principio le cuesta trabajo deshacerse de la culpa por comer “carbs”, pero cuando entiende que no se puede conocer un lugar sin probar su comida, disfruta con todo su ser un plato de espagueti y una pizza Margarita que se come ella sola, sin importarle nada más en el mundo.

Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994)

“¡Hamburguesas! La piedra angular de cualquier desayuno nutritivo”, dijo Samuel L. Jackson en su papel de Jules Winnfield. ¿Qué clase de hamburguesas? “Hamburguesas con queso”. Esta escena, en la que Jules le da una gran y deliciosa mordida a una hamburguesa con queso de Big Kahuna Burger —marca inventada por el director— es pilar en la película que fue premiada con un Óscar en 1994. Aunque también recordamos la escena en la que Mía Wallace (Uma Thurman) cena malteadas con Vincent Vega (John Travolta) en Jack Rabbit Slims. “Es como fumar un helado”, dicen. Sí, también queremos una orden de eso, por favor.

Blue Is The Warmest Color (Abdellatif Kechiche, 2013)

Espagueti a la boloñesa es la respuesta a muchas dudas en esta película. Tan importante es esta boloñesa que casi se convierte en un personaje. No hay timidez a la hora de presentar los rojos y cárnicos tallarines en porciones abundantes. Tampoco hay decoro en la forma de comer de Adèle, quien come con voracidad, con gusto, sin preocuparse por la salsa que le escurre. Incluso hay teorías sobre la manera de comer de Adèle, pues es parte de su personalidad sensual y su libertad sexual. Cada vez que vemos esta escena se nos antoja comer el mismo espagueti. Así funciona el antojo: no solo deseamos el objeto, sino la sensación de gozarlo.

A Little Princess (Alfonso Cuarón, 1995)

Un día despertó y tenía un banquete servido para ella y su amiga Becky (Vanessa Lee). Sarah (Liesel Matthews) se va a dormir sin comer y cierra los ojos deseando saciar el hambre que no la deja descansar. Al despertar se encuentra con un banquete servido sólo para ella y su amiga Becky (Vanessa Lee). Están todas sus comidas favoritas y la escena está tan bien filmada que las ganas de comer llegan inmediatamente al espectador.

Crazy, Stupid, Love (Glenn Ficarra, John Requa, 2011)

Pizza + Ryan Gosling. ¡Oh si! ¿Necesitas más razones para verla? Ok, pues la mejor escena del filme —la que en realidad hace que valga la pena verla— es esa en la que Jacob (Ryan Gosling) espera a Cal (Stev Carell) comiendo pizza, así sin más, con toda la desfachatez del mundo.

Zombieland (Ruben Fleischer, 2009)

Si de algo nos acordamos, además de Emma Stone y Jesse Eisenberg, es de la búsqueda implacable por Twinkies de Woody Harrelson. ¡Claro!, son una excelente comida para el apocalipsis zombie: duran prácticamente para siempre.

El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006)

La joven Ofelia no pudo resistirse al banquete que brillaba frente a sus ojos y nadie la culpa, nosotros también hubiéramos caído en la tentación. Esta escena es clave en la historia de esta hermosa película.

Spirited Away (Hayao Miyazaki, 2001)

Ya hemos hablado de la importancia de la comida en ésta, una de las películas más representativas de Miyazaki. Tres escenas llenas de comida marcan esta historia: la primera es cuando los padres de Chihiro se convierten en cerdos; la segunda ocurre durante una cena de Chihiro con la bruja; y la tercera es la ofrenda al espíritu. Todo siempre se ve delicioso a pesar de que es un dibujo animado. Incluso existen blogs donde se comparten recetas y fotos de cómo luce en la vida real la comida de la película.

Matilda (Danny DeVito, 1996)

El castigo que le impuso Tronchatoro a Bruce fue comer un enorme —y a juzgar por cómo se ve, delicioso— pastel de chocolate. Esta escena marcó nuestra infancia y no sabíamos si se nos antojaba o sólo teníamos miedo de que nos pasara alguna vez.

Hay muchas más grande escenas en el cine que nos han hecho morir de antojo. Y podríamos pasar horas hablando de esas comida icónicas, aunque sería mejor si lo hacemos compartiendo un espagueti boloñesa, una hamburguesa con queso o un pastel de chocolate, ¿no?

https://www.vice.com/es/article/11-escenas-memorables-de-comida-en-el-cine/

Qué son los Soles Repsol y cómo se otorgan

En el mundo de la gastronomía se habla muchas veces de los Soles Repsol. ¿Sabes exactamente qué son los Soles Repsol, quién los creo, cómo se dan y cuándo? Te explicamos todo lo que debes saber.

Cuando hablamos de restaurantes muchas veces escuchamos hablar de los Soles Repsol. Es posible que incluso al visitar algún restaurante te hayas encontrado con la correspondiente pegatina en la puerta, ¿Qué son exactamente los Soles Repsol? ¿Cómo se entregan y quién se encarga de hacerlo? Damos respuestas a todas estas preguntas acerca de una de las distinciones gastronómicas más relevantes en España.

Qué son los soles Repsol

Los soles Repsol son los reconocimientos que entrega la Guía Repsol como sistema de calificación de los mejores restaurantes de España. Un restaurante puede recibir hasta 3 soles Repsol, que significan «una experiencia única». Los dos soles premian «un sitio que sobresale», mientras un sol premia ese restaurante «que recomendarías a un amigo y al que ya estás pensando en volver un montón de veces».

Los «soles» nacieron ya con la primera Guía del viajero editada por Campsa en 1979, guía precursora de la posterior Guía Campsa hoy conocida como Guía Repsol, aunque en aquel momento se comenzaron entregando hasta cuatro.

La guía se vio forzada a cambiar los soles por surtidores en 1983 tras no publicarse durante dos años, pero los recuperaría en 1989. Fue en el año 2009 cuando Repsol, empresa propietaria para entonces de Campsa, rebautizó la guía con su nombre y convirtió los soles en «soles Repsol».

Qué significan los soles Repsol

Los soles Repsol evalúan la calidad de un restaurante según el criterio de la Guía Repsol. Como hemos visto, un restaurante puede tener entre uno y tres soles:

  • 3 Soles Repsol: es la máxima distinción que puede ostentar un restaurante en la guía. En la actualidad, 42 restaurantes poseen los tres soles, que la guía considera como “el destino final del viaje. Donde percibes nada más entrar que será una experiencia única”. Se premia la cocina que buscar portar nuevo conocimiento, que trabaja de forma cercana con productores locales, que ofrece bodegas sobresalientes y un servicio de sala a la altura.
  • 2 Soles Repsol: hasta 155 restaurantes en 2022 poseen la doble distinción. Con ella, Repsol destaca “Un sitio que sobresale por desarrollar un concepto en el que la cocina muestra la madurez, el potencial y la ambición para seguir evolucionando”, poniendo también el foco en materias primas, técnicas, servicio o bodega. “Merece los muchos kilómetros recorridos”.
  • 1 Sol Repsol: 469 restaurantes poseen un sol en la guía, restaurantes donde “es premisa la calidad del producto y la intención de elaborar una cocina honesta y coherente que irá creciendo”. Bodega y servicio también intervienen en la valoración. “Justifica hacer kilómetros o parar a conocerlo en medio de un viaje”.
Martín Berasategui y Xabier Goikotxea con el primer Sol Repsol de Oria

Cómo se otorgan los soles Repsol

Actualmente, para otorgar los soles Repsol se pone en común la opinión de un equipo de 62 inspectores (frente a los 53 del pasado año), profesionales de distintos ámbitos sin vinculación directa con el mundo de la hostelería pero con gran conocimiento de la gastronomía de sus regiones, abarcando todas las comunidades autónomas: «abogados, diseñadoras, periodistas, catedráticas, ingenieros, músicos, economistas, psicólogos, galeristas, médicos…». Los inspectores de la guía Michelin son personas con mucho conocimiento en el mundo de la gastronomía que tienen entre 20 y 70 años y cuya pasión común es descubrir nuevos restaurantes que visitar, lo que en palabras de Repsol está «en las antípodas del estereotipado inspector elitista».

Ellos son los encargados de visitar los restaurantes y de aplicar un sistema de calificación desarrollado en 2018 con el asesoramiento del Basque Culinary Center en busca de reflejar fielmente la experiencia del comensal. La valoración se fundamenta en la parte gastronómica, pero también tiene en cuenta otros factores que terminan siendo determinantes a la hora de recomendar un restaurante: el espacio, la bodega, el servicio de sala o la relación del restaurante con los productores locales y su aportación a la economía local son también algunos de los aspectos valorados.

¿Qué es un Recomendado Guía Repsol?

Son restaurantes que no llegan a tener un sol pero que la guía quiere destacar igualmente por ofrecer una cocina y un servicio digna de mención. Por lo general, son restaurantes donde la clientela pone en valor una cocina sincera y de calidad. Con este reconocimiento Repsol busca que sus lectores estén al día sobre restaurantes recomendados y que potencialmente podrían llegar a conseguir un sol aportando su visión experta. La figura del restaurante recomendado existe desde la primera edición de la guía en 1979.

Qué es la Guía Repsol

La Guia Repsol es una guía de viajes editada por la empresa Repsol que con los años se ha convertido en una de las guías gastronómicas de referencia. Aunque la cartografía y los restaurantes convivieron desde su aparición en 1979 como Guia del viajero Campsa, lo cierto es que el papel de la guía como guía gastronómica de restaurantes en España se ha convertido en su principal negocio. La Cofradía de la Buena Mesa de Madrid y la Academia de Gastronomía asesoraban esa primera edición.

La guía nació con intención turística en una España que se abría a la democracia. Tras un parón en 1981 y 1982, continuaría editándose de forma ininterrumpida a partir de 1983 ya convertida en Guía Campsa, nombre que mantendría hasta 2009 cuando Repsol, que había integrado Campsa en los años 90, puso su firma en las tapas.

https://www.bonviveur.es/preguntas/soles-repsol

Estos son los beneficios de la alimentación ecológica y BIO

Huevos de gallinas «felices y libres», tomates que huelen y saben a tomate, verduras recién cogidas de la huerta… El consumo de alimentación bio ha pasado de ser una tendencia a convertirse en un nuevo estilo de vida cada vez más habitual entre las familias que a la hora de hacer la compra valoran otros aspectos como la trazabilidad del producto o si es respetuoso con el medio ambiente.

Los hábitos de consumo han evolucionado hasta el punto que desde la ciudadanía hasta las empresas apuestan por un modelo alimentario sostenible que ponga a las personas y al planeta en el centro. 

Los alimentos bio son aquellos que provienen de la agricultura o la ganadería ecológica. «Se obtienen de una forma respetuosa con el medio ambiente, sin pesticidas ni conservantes ni fertilizantes químicos”, detalla Jasmijn de Kegel, cooperativista de Molsa y una de les propietarias de Molsa Tot Bio (Masnou). La producción de la alimentación bio se basa en métodos y procesos tradicionales optimizando los recursos naturales para conservar la esencia de los productos de la tierra.Lee también

«Al ser alimentos que no se han procesado ni llevan conservantes artificiales, mantienen todas las propiedades naturales», cuenta de Kegel, que también destaca que son más sanos porqué no llevan residuos químicos. En este sentido, la alimentación bio también es sostenible, ya que se cultiva a través de medios de producción artesanales y naturales que ayudan a reducir la contaminación del agua y el aire, entre otros.

¿Por qué es importante el certificado “ecológico»?

Ante el boom de «lo saludable», el certificado ecológico toma más relevancia que nunca. La producción agraria y la industria alimentaria deben acreditar que sus alimentos proceden de sistemas de producción ecológica certificada si quieren generar confianza al cliente, cada vez más exigente. 

Para que un alimento sea calificado como ‘ecológico’, en su fase de producción ningún elemento puede ser artificial. Es decir, en el caso de la agricultura ecológica, desde las semillas hasta el abono tienen que ser naturales; y en la ganadería no pueden aplicarse hormonas ni piensos industriales y los animales, como las gallinas, tienen que criarse al aire libre.

Las tiendas Molsa solo venden productos ecológicos certificados. «Creo que es importante remarcarlo, ya que asesoramos e informamos a nuestros clientes sobre el tipo de alimentos que están comprando, también a través de nuestra tienda online«, apunta Jasmijn de Kegel. En este sentido, los establecimientos Molsa cuentan con un proveedor 100% ecológico: Hortec, una cooperativa que lleva trabajando en el sector de productos de la huerta bio y eco desde el año 1991 y reúne agricultores de más de 10 comarcas catalanas diferentes. 

«Hortec surgió porque una serie de productores eco detectaron la necesidad de crear una red de distribución que suministrara fruta y verdura ecológica a las tiendas de alimentación», señala Núria Cantí, directora de la cooperativa, que apunta que el interés por este tipo de producto ha crecido exponencialmente en los últimos años. 

Hortec solo sirve producto fresco, ecológico, 100% responsable con el medio ambiente y con la etiqueta que garantiza la procedencia eco. «Además, intentamos que los agricultores que trabajan con nosotros tengan unas buenas condiciones y que las tiendas que proveemos tengan mucha variedad de productos, sobre todo de fruta y verdura», detalla Cantí. En este sentido, tanto Hortec como los establecimientos Molsa, priorizan el producto de temporada y proximidad, que contiene más valor nutricional y está en el momento justo de maduración, lo que permite aportar más sabor al alimento. 

El tejido industrial ecológico se abastece de agentes locales y rurales. Hortec no solo trabaja con agricultores que cultivan grandes cantidades, sino que también cuenta con la colaboración de pequeños agricultores «para que el cliente pueda escoger y tenga más variedad”.

Barcelona, capital mundial de la Alimentación Sostenible

Este 2021, Barcelona es la Capital Mundial de la Alimentación Sostenible. A lo largo del año, se desarrollarán más de noventa proyectos y políticas de fomento de la alimentación sostenible que se extenderán hasta el mes de diciembre. Los mercados municipales, los restaurantes, los centros de investigación, el tejido asociativo, las cooperativas y los comedores escolares ecológicos han convertido la Ciudad Condal en la Capital Mundial de la Alimentación Sostenible. En este sentido, las tiendas Molsa, repartidas por toda la ciudad y por gran parte del territorio catalán, también fomentan este tipo de alimentación gracias a su clara apuesta por los productos bio, ecológicos y sostenibles.

https://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20210408/6604547/por-que-alimentacion-bio-tambien-es-sostenible-cooperativa-molsa.html

«Cultura por alimentos» de Afundación presenta un nuevo ciclo de cine con la Alianza francesa de Santiago 

Afundación, la Obra Social de ABANCA, en colaboración con la Alianza Francesa de Santiago de Compostela, presenta un nuevo ciclo de cine francés, «Pas comme les autres». La actividad se enmarca en la iniciativa social «Cultura por alimentos» que Afundación lleva a cabo en colaboración con FESBAL (Federación Española de Bancos de Alimentos) y que pretende llevar alimentos de primera necesidad a los bancos de alimentos locales. El acceso a cada una de las sesiones será a cambio de la entrega de productos no perecederos.

Los filmes La page blanche, Trois nuits par semaine, Pétaouchnok, Les Goûts et les couleurs La petite bande son los escogidos para formar parte del cartel de este ciclo que se desarrollará del 9 de abril al 11 de junio, con proyecciones en versión original subtitulada, a las 19.30 h, en la Sede Afundación de Santiago de Compostela (rúa do Vilar, 19).

LAS PELÍCULAS

El ciclo se inaugurará el próximo martes 9 de abril con la película La page blanche, de Murielle Magellan (2022). Eloïse está sentada sola en un banco en París. No puede recordar quién es, de dónde viene o cómo llegó allí. Ante esta situación decide iniciar una divertida investigación sobre su vida. La amnesia puede ser también una oportunidad para encontrar el amor y hasta para reinventarse.

El 23 de abril se proyectará Trois nuits par semaine de Florent Gouëlou (2022). A sus 29 años, Baptiste tiene la sensación de que no está haciendo nada con su vida, centrada en un trabajo de encargado en unos grandes almacenes y una vida conyugal desestructurada. Pero al conocer a «Cookie Kunty», descubre que hay otros caminos. Como si se tratase de un hechizo, una ventana que se abre, Baptiste se deja arrastrar por el camino noctámbulo del pequeño grupo de drag queens que rodea a Cookie. Un encuentro del que nace la oportunidad de iniciar un proyecto fotográfico, su verdadera vocación.

La siguiente película, Pétaouchnok, de Édouard Deluc (2022), se podrá ver el martes 14 de mayo. Dos buenos amigos, en una situación precaria y a quienes les acompaña la mala suerte, deciden crear una empresa que organiza excursiones a caballo en las montañas de los Pirineos franceses, para intentar cambiar su poca fortuna.

Les Goûts et les couleurs, de Michel Leclerc (2022), se proyectará el 28 de mayo. Marcia, una joven cantante, graba un álbum con Daredjane, un icono del rock de los 70 que muere accidentalmente antes del lanzamiento del disco. Marcia enfrenta dificultades para obtener la aprobación del heredero de Daredjane, Anthony, acomodador en el mercado de una pequeña ciudad, que nunca amó a su pariente y mucho menos a su música. Entre lo bueno y lo malo, lo popular y lo chic, la sinceridad y la mentira, sus dos mundos se enfrentan.

El martes 11 de junio se podrá ver La petite bande, de Pierre Salvadori (2021). Narra la historia de Cat, Fouad, Antoine y Sami, cuatro adolescentes de 12 años. Deciden emprender un proyecto: destruir la fábrica que contamina el río de su pueblo desde hace años. Incorporan a su grupo a Aimé, un niño solitario y que sufre acoso escolar. Los cinco jóvenes aprenderán en esta aventura a vivir y luchar juntos.

https://www.afundacion.org/es/prensa/noticia/cultura-por-alimentos-de-afundacion-presenta-un-nuevo-ciclo-de-cine-con-la

Cómo la alimentación y la sobremesa marcaron la evolución humana: “Los Sapiens hemos creado una naturaleza nueva y distinta”

Lo que somos hoy es lo que comimos ayer. Las carnes para las que entrenamos nuestras muelas, las verduras que cocinamos al fuego y los ahumados que preparamos para conservar la comida han jugado un papel clave en la evolución del ser humano, así como otras actividades más sociales, como contar anécdotas en torno a un fuego domesticado. O lo que es lo mismo: hace 100.000 años, los Homo Sapiens ya se reunían en una especie de sobremesa, una costumbre que gustosamente hemos heredado de nuestros antepasados.

Pese a que en sí misma y como un elemento aislado la nutrición no explica la evolución humana, también es cierto que esta no se entiende sin la otra. Los paleoantropólogos descubren cada día nuevos hallazgos que desmontan teorías hasta entonces sostenidas sobre la diferencia entre los Sapiens y las otras especies con las que coexistieron en un intervalo de entre hace 300.000 y 50.000 años. Si había disparidades en la alimentación de Sapiens y neandertales, es todavía hoy un objeto de estudio en abierto.

Hasta ahora, varios autores sostenían que, mientras los neandertales eran cazadores de grandes animales (bisontes, renos, rinocerontes e incluso elefantes), los humanos anatómicamente modernos tenían un espectro alimenticio bastante amplio. A medida que vamos profundizando en los estudios, se ha descubierto que las diferencias se van difuminando. “Hoy sabemos que los neandertales también cazaban animales pequeños, entonces ya no existe esa gran diferencia”, explica aInfobae España Antonio Rosas, profesor de investigación del CSIC y director del Grupo de Paleoantropología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

Las investigaciones en Atapuerca le granjearon a Rosas y su equipo el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997, y desde 2003 es el responsable de los estudios antropológicos de los neandertales de El Sidrón. Dicho trabajo le ha catapultado a participar en el proyecto del Genoma Neandertal, un plan para la secuenciación del ADN de este homínido. Junto con Marina Mosquera, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez Castro, Eudald Carbonell e Ignacio Martínez, Rosas es el descubridor de la especie Homo Antecessor, el homínido más antiguo de Europa.

Para el paleoantropólogo, cuestionarnos hasta qué punto ha podido influir la alimentación en el éxito de la supervivencia de nuestra especie es la “pregunta del millón”, pues aunque reconoce su papel, no deja de entenderla como “un elemento que se inserta en un sistema social”. “Nosotros, como especie, tenemos una singularidad clara, y es que tenemos un cerebro muy grande que necesita mucha energía, especialmente en las mujeres encinta para el desarrollo de los fetos y los niños en periodo de lactancia”, aclara Rosas.

Para el mantenimiento y la supervivencia de las poblaciones humanas, era necesario llevar una dieta rica en ciertas vitaminas o ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, los conocidos omegas que nuestro cuerpo no son capaces de sintetizar y necesitamos adquirir con la dieta. Sin embargo, esto no nos explica, sino “la sofisticación cultural, la capacidad muy acentuada que tenemos las poblaciones de Homo Sapiens para comunicarnos con símbolos y la habilidad para construir grupos y redes sociales intensas”. Al fin y al cabo, lo simbólico no deja de ser la abstracción de un concepto.

En ocasiones, erramos en pretender explicar la evolución del Sapiens al poner el foco en las diferencias o similitudes de la dieta con otras especies de homínidos. Por ejemplo, “la dieta de los esquimales no tiene nada que ver con la dieta de la gente que vive en el Sahara y ambos grupos son humanos. Por tanto, efectivamente hay elementos básicos que hay que adquirir desde fuera de la dieta porque no los sintetizamos, pero cada grupo culturalmente se apaña como puede con lo que tiene”. En materia de nutrición, tampoco podemos obviar la capacidad de conservar alimentos, que permitía a las poblaciones tener acceso a la comida en épocas de carestía. Esto se lograba con técnicas de ahumado o salazón que aseguraban la disponibilidad de víveres cuando la cosecha silvestre era deficiente.

El dominio del fuego

Para hablar de la evolución de nuestra especie y el vínculo con la alimentación, hay que hacerlo en torno a una hoguera, un fuego domesticado que permitió la cocción de los alimentos. No obstante, es importante tener en cuenta que este dominio del fuego no es exclusivo de los Sapiens, pues los registros arqueológicos lo sitúan hace 400.000 años en Europa por obra de los antepasados directos de los neandertales. Algunas teorías recientes ubican la domesticación del fuego hace más de medio millón de años en el continente africano.

Comer carne y verduras cocinadas tiene varias implicaciones: “La dieta se hace más blanda y mucho más nutritiva porque el cocinado permite una predigestión. Además, consigue que algunos alimentos vegetales puedan ser consumidos porque se les quita el factor de toxicidad”. A ello se le suma la utilidad de proporcionar luz y calor, permitiendo vivir en ecosistemas muy fríos y ahuyentando a las fieras.

El paleoantropólogo da un paso más allá y asocia el fuego a unas transformaciones morfológicas también decisivas en nuestra evolución. “La dureza de la dieta es la que explica el tamaño de los dientes o de la mandíbula. Hay otros factores implicados porque la cara, la mandíbula y los dientes están insertos en el crecimiento de toda la cabeza, que es un sistema muy complicado en el que interacciona el posicionamiento de los ojos, los oídos, el cerebro, las vías respiratorias…”

La sobremesa, una tradición prehistórica

Donde hay comida, hay sobremesa. El tiempo compartido tras un almuerzo, la conversación lenta y la pausa antes de volver a las obligaciones están tan presentes hoy como hace medio millón de años. No es baladí este rato de sobremesa en la Prehistoria, pues es alrededor del fuego donde se produce este intercambio de ideas, el famoso “fuego de campamento”. “La capacidad de estar un tiempo parados charlando propicia una red de interacciones sociales y probablemente una tradición oral. La luz y el calor permite ese tiempo porque alarga el periodo de actividad diaria”.

La realidad de los Homo Sapiens se conforma así por una red social, cultural y biológica imposible de separar, cuyas implicaciones también se ven expresadas en términos alimenticios. “Hemos inventado una manera de existir en la que lo biológico y lo social están íntimamente unidos: una naturaleza nueva y distinta”, concluye Rosas.

https://www.infobae.com/espana/2024/11/24/como-la-alimentacion-y-la-sobremesa-marcaron-la-evolucion-humana-los-sapiens-hemos-creado-una-naturaleza-nueva-y-distinta

Cómo la alimentación y la sobremesa marcaron la evolución humana: “Los Sapiens hemos creado una naturaleza nueva y distinta”

Lo que somos hoy es lo que comimos ayer. Las carnes para las que entrenamos nuestras muelas, las verduras que cocinamos al fuego y los ahumados que preparamos para conservar la comida han jugado un papel clave en la evolución del ser humano, así como otras actividades más sociales, como contar anécdotas en torno a un fuego domesticado. O lo que es lo mismo: hace 100.000 años, los Homo Sapiens ya se reunían en una especie de sobremesa, una costumbre que gustosamente hemos heredado de nuestros antepasados.

Pese a que en sí misma y como un elemento aislado la nutrición no explica la evolución humana, también es cierto que esta no se entiende sin la otra. Los paleoantropólogos descubren cada día nuevos hallazgos que desmontan teorías hasta entonces sostenidas sobre ladiferencia entre los Sapiens y las otras especiescon las que coexistieron en un intervalo de entre hace 300.000 y 50.000 años. Si había disparidades en la alimentación de Sapiens y neandertales, es todavía hoy un objeto de estudio en abierto.

Hasta ahora, varios autores sostenían que, mientras los neandertales eran cazadores de grandes animales (bisontes, renos, rinocerontes e incluso elefantes), los humanos anatómicamente modernos tenían un espectro alimenticio bastante amplio. A medida que vamos profundizando en los estudios, se ha descubierto que las diferencias se van difuminando. “Hoy sabemos que los neandertales también cazaban animales pequeños, entonces ya no existe esa gran diferencia”, explica a Infobae España Antonio Rosas, profesor de investigación del CSIC y director del Grupo de Paleoantropología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

Para el paleoantropólogo, cuestionarnos hasta qué punto ha podido influir la alimentación en el éxito de la supervivencia de nuestra especie es la “pregunta del millón”, pues aunque reconoce su papel, no deja de entenderla como “un elemento que se inserta en un sistema social”. “Nosotros, como especie, tenemos una singularidad clara, y es que tenemos un cerebro muy grande que necesita mucha energía, especialmente en las mujeres encinta para el desarrollo de los fetos y los niños en periodo de lactancia”, aclara Rosas.

La sobremesa, una tradición prehistórica

Donde hay comida, hay sobremesa. El tiempo compartido tras un almuerzo, la conversación lenta y la pausa antes de volver a las obligaciones están tan presentes hoy como hace medio millón de años. No es baladí este rato de sobremesa en la Prehistoria, pues es alrededor del fuego donde se produce este intercambio de ideas, el famoso “fuego de campamento”. “La capacidad de estar un tiempo parados charlando propicia una red de interacciones sociales y probablemente una tradición oral. La luz y el calor permite ese tiempo porque alarga el periodo de actividad diaria”.

La realidad de los Homo Sapiens se conforma así por una red social, cultural y biológica imposible de separar, cuyas implicaciones también se ven expresadas en términos alimenticios. “Hemos inventado una manera de existir en la que lo biológico y lo social están íntimamente unidos: una naturaleza nueva y distinta”, concluye Rosas.

Fuente:https://www.infobae.com/espana/2024/11/24/como-la-alimentacion-y-la-sobremesa-marcaron-la-evolucion-humana-los-sapiens-hemos-creado-una-naturaleza-nueva-y-distinta/