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¿Por qué los perritos calientes o hot dogs se llaman así?

Esta noticia sobre la historia de los perritos calientes nos remonta al origen de estos, uno de los productos más famosos de los Estados Unidos. En el artículo descubriremos de donde procede este producto originalmente y el motivo de su nombre.

Perrito caliente o hot dog. Da igual cómo lo llames porque ambas palabras sirven para designar lo mismo: ese pan alargado y cerrado en cuyo interior hay una salchicha, junto con otros posibles ingredientes (cebolla, queso…) y salsas, siendo las más populares el ketchup o la mostaza, pero también la mayonesa o la barbacoa.

Este alimento es muy popular en todo el mundo debido a su sencillez y a su bajo precio, pero es en Estados Unidos donde su consumo es casi una religión, estando presente en acontecimientos deportivos, conciertos o multitud de puestos callejeros.

Sin embargo, su origen corresponde a los alemanes. A lo largo del siglo XIX fueron muchos los inmigrantes que cruzaron el charco para buscar una vida mejor y con ellos llevaron algunos de sus platos populares. Uno de ellos, eran las salchichas Frankfurt, también llamadas salchichas dachshund.

Como en Estados Unidos es muy típica la comida para llevar, no era muy práctico coger las salchicas en un papel porque los clientes se terminaban quemando, por lo que se incorporó ese trozo de pan con el que sujetar el alimento y poder comerlo fácilmente.

El dibujo que lo cambió todo

Respecto al origen de la denominación, como siempre, hay varias teorías. La más popular dice que un caricaturista llamado Tad Dorgan dibujó un perro salchicha dentro de un pan después de ver cómo en un partido de béisbol se vendía el producto. Y es que la palabra dachshund, además de ser el nombre alemán de las salchichas también hace referencia a los perros salchicha.

Gracias a ese doble sentido, hizo el dibujo y el término rápidamente se popularizó, cruzando fronteras y llegando hasta nuestros días, aunque no estuvo exento de polémica.

Y es que debido a su nombre, la gente se empezó a preguntar si realmente era porque el pan contenía carne de perro y las ventas se resintieron. Aforttunadamente, hoy en día, el término es de uso común y ya nadie duda del contenido.

https://www.elmundo.es/como/2024/09/09/66deca3b21efa07d338b4594.html

¿Existen los superalimentos? Está en disputa. Pero si existieran, las legumbres serían las más cercanas.

Ni el aguacate, ni la quinoa, ni la chía, ni la cúrcuma, ni el kale… Si de verdad existiera un superalimento (un concepto de moda que está cuestionado por la mayoría de los nutricionistas), sería algo más parecido a las legumbres que a cualquier otro alimento. Y aunque los garbanzos , las lentejas y las alubias son las primeras opciones que suelen venir a la mente cuando se habla de legumbres, lo cierto es que, según en el Código Alimentario Español también lo son el cacahuete, el altramuz, la algarroba , el guisante o el haba.

Aunque sus nutrientes y las sustancias fitoquímicas que contienen varían en función de cada tipo de legumbre, su consumo de forma regular se asocia con un efecto hipolipemiante (que reduce los niveles de lípidos en sangre) y con un efecto protector frente a la inflamación, la oxidación y el daño hepático, según explica la Dra. Elena Aguilar, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos. En líneas generales podría decirse que si se consumen legumbres de forma regular se reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, sobrepeso, obesidad, hipertensión, síndrome metabólico y diabetes mellitus.

Para conocer a fondo esas propiedades nutricionales que harían a las legumbres merecedoras de la etiqueta de superalimento buscamos la respuesta a estas 10 preguntas:

1. ¿Cuál es la composición nutricional de las legumbres?

Contienen poca agua y son ricas en hidratos de carbono complejos (almidón y fibra alimentaria) y proteínas . En cuanto a su contenido de grasas depende de la tipología pues la soja y el cacahuete se consideran oleaginosas, con un 20% de lípidos, mientras que las leguminosas de grano como los garbanzos, las lentejas y las alubias apenas contienen entre 1-4% de lípidos, según revela la Dra. Aguilar.Entre sus micronutrientes destacan las vitaminas del grupo B (ácido fólico), la vitamina E y el potasio, pero también minerales como el calcio y el magnesio.

Son ricas en compuestos bioactivos ( fitoquímicos ) como los fitoestrógenos, los fitoesteroles y los flavonoides con efectos beneficiosos para la salud, si bien existen diferencias entre cada leguminosa en cuanto a la cantidad, calidad nutritiva y fitoquímicos.

2. ¿Por qué las legumbres son saciantes?

La fibra alimentaria que aportan las legumbres contribuye a que la respuesta del azúcar en sangre sea más moderada (y su absorción más lenta), lo que permite mantener la saciedad saciados durante más tiempo y ayuda a regular el tránsito intestinal.

3. ¿Cuántas legumbres se aconseja tomar al día?

Las recomendaciones dietéticas actuales en cuanto al consumo de legumbres son, en líneas generales, de 3-4 veces por semana (ración en crudo= 20-30 gramos). Aunque lo ideal para completar el perfil de aminoácidos de las legumbres y lograr una calidad proteica de mayor valor biológico es acompañarlos de cereales , como se ha hecho tradicionalmente con las alubias o las lentejas con arroz, por ejemplo, como propone la Dra. Elena Aguilar.

4. ¿Por qué las legumbres se incluyen en la llamada ‘dieta de la longevidad’?

Un cambio de dieta que incluya un aumento del consumo de legumbres, cereales integrales y frutos secos y una reducción del consumo de carne roja y de carne procesada aumentaría la esperanza de vida más de 10 años en las mujeres y hasta 13 años de media en el caso de los hombres, según las conclusiones de un estudio reciente del investigador Lars Fadnes, de la Universidad de Bergen (Noruega) y publicado en la revista ‘PLOS Medicine’.

5. ¿Por qué se aconseja remojar las legumbres?

Las legumbres contienen cierto fitoquímicos (saponinas, inhibidores de proteasas, hemaglutininas, glucósidos cianogenéticos…) que actúan como antinutrientes, es decir, que, tal como explica la Dra. Aguilar, pueden provocar efectos adversos sobre la biodisponibilidad de los micronutrientes (vitaminas y minerales) y la inhibición enzimática. Poniendo a remojo , especialmente los garbanzos y las alubias, se consiguen neutralizar esos antinutrientes.

Garbanzos en remojo.
Garbanzos en remojo.

6. ¿Por qué se dice que las legumbres son sostenibles?

El cultivo de legumbres fija el nitrógeno de la atmósfera y se lo aporta al suelo, lo que actúa como fertilizante natural, disminuyendo la necesidad de utilizar fertilizantes sintéticos. Además se necesita menos agua para su producción si se compara con alimentos ricos en proteínas de origen animal, como el pollo o la ternera. De hecho, según la FAO, el cultivo de legumbres ayuda a combatir el cambio climático.

7. ¿Qué hago si las legumbres me dan gases?

Es frecuente escuchar que muchas personas sufren molestias tras consumir legumbres y esto se debe, según explica Elisa Escorihuela en su blog ‘Aula de nutrición’ , a su alto contenido en FODMAPs (frutactanos, oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles). Para reducir estas molestias la experta propone añadir bicarbonato al agua de remojo, cocer las legumbres con más del doble de agua de lo que equivale a su peso y enjuágalas despues de cocer.

Para mejorar la digestibilidad de las legumbres algunos expertos aconsejan añadir especias como el comino, anís, pimienta, hinojo, clavo y laurel en las preparaciones culinarias, tanto en frío como en caliente.

8. Qué debo revisar en la etiqueta de las legumbres en conserva

Como regla general, cuantos menos ingredientes figuren en el etiquetado de lo que vayamos a comprar en el supermercado , mucho mejor. Lo ideal es que en la etiqueta aparezca en primer lugar el nombre de la legumbre en cuestión y a continuación el agua y la sal. En cuanto a es importante escoger las conservas que aporten menos de 1,2 gramos de sal por 100 gramos de producto.

Guiso con garbanzos.
Guiso con garbanzos.

9. ¿Qué tipo de platos podemos preparar con legumbres?

Son más populares y tradicionales los platos de cuchara con los garbanzos, las lentejas y las alubias como protagonistas, pero la versatilidad de las legumbres en la cocina hace que sea posible preparar todo tipo de elaboraciones. Se pueden elaborar patés tipo hummus hamburguesas y albóndigas vegetales , ensaladas frías o incluso es posible adquirir en el supermercado «pasta» elaborada a base de legumbres.

10. ¿Cómo puedo aprovechar el caldo de las legumbres en conserva?

Aunque es frecuente deshacerse del líquido que acompaña a las legumbres en conserva o el sobrante de haberlas cocido en casa, lo cierto es que puede resultar útil para dar sabor y consistencia a otras preparaciones o incluso como ingrediente principal en algunas recetas, según las propuestas culinarias de la dietista-nutricionista Ana Núñez .

Fuente: https://www.abc.es/bienestar/alimentacion/abci-si-verdad-existieran-superalimentos-parecerian-legumbres-202202100018_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Fbienestar%2Falimentacion%2Fabci-si-verdad-existieran-superalimentos-parecerian-legumbres-202202100018_noticia.html

La pasta italiana: historia de una pasión

Macarrones, espaguetis, raviolis, tortellinis, tallarines…: todos estos nombres indican a las claras que la pasta es la comida italiana por excelencia. La inventiva que el país transalpino ha aplicado a estos productos parece infinita: las listas de tipos de pasta de todas las formas –cuadrados, tubos, cuerdas, espirales…– fácilmente alcanzan los 200 elementos, que se declinan en un sinfín de recetas con sus variantes regionales.

Aunque, para escena típica, la de las películas de los años cincuenta y sesenta, con familias napolitanas en torno a un cuenco de espaguetis del que se sirven profusamente, cuando no le hincan las manos sin más. Desde luego, esta pasión italiana por la pasta tiene una larga historia, aunque sólo acabó de tomar forma en el siglo XVIII.

La pasta se elabora con un tipo especial de cereal, el trigo duro (triticum durum), distinto del grano tierno que se usa para el pan común. El grano triturado da lugar a una harina o sémola que se amasa y se modela de distintas formas. Se consume una vez cocida en agua hirviente, directamente en el caso de la pasta fresca, mientras que la pasta secca, la más característica hoy en día, se deja secar y se puede conservar largo tiempo antes de la cocción.

¿Fideos chinos o árabes?

Hoy día sigue abierta la discusión sobre los orígenes de la pasta. El testimonio más significativo de la difusión de la pasta en la Edad Media lo ofrece el geógrafo hispanomusulmán al-Idrisi, quien explica que a mediados del siglo XII, en cierta comarca de Sicilia, existían molinos que producían pasta en grandes cantidades.

Es probable que este tipo de pasta procediera del norte de África y que pasara al continente desde Sicilia, región bajo dominio musulmán hasta 1072. En todo caso, a partir del siglo XIII las referencias a los platos de pasta –macarrones, raviolis, gnocchi, vermicelli…– se hacen cada vez más frecuentes en Italia.

En la Edad Media, e incluso hasta entrado el siglo XVI, estos platos de pasta tenían un carácter diferente al actual. No sólo los tiempos de cocción eran más largos –muy lejos de la actual preferencia por la pasta al dente, pues–, sino que la pasta se combinaba con ingredientes que hoy resultan sorprendentes, mezclando sabores dulces y picantes de especias.

La pasta se consideraba un plato de ricos, o en todo caso tenía un puesto destacado en los banquetes de la aristocracia del Renacimiento. Por ejemplo, Bartolomeo Scappi, que fue cocinero papal a mediados del siglo XVI, imaginó un tercer plato para un banquete que se componía de un pollo hervido acompañado por raviolis rellenos de una pasta de vientre de cerdo hervido, ubre de ternera lechal, cerdo asado, parmesano, queso fresco, azúcar, hierbas, especias y pasas.

Manjar de mendigos y reyes

Apenas un siglo más tarde el panorama había cambiado, al menos en Nápoles. Allí la pasta se convirtió en un plato popular, incluso en la base de la alimentación del pueblo, hasta el punto de que si hasta el siglo XVI a los napolitanos se los solía llamar comeverduras (mangiafoglia), a partir del XVII se impone el apodo de comemacarrones: mangiamaccheroni, comemaccheroni.

Se han dado varias explicaciones de este fenómeno. Una es el retroceso del nivel de vida de la gente común, que limitó el acceso a la carne, mientras que los grandes latifundios cerealeros del reino napolitano o de Sicilia ofrecían trigo relativamente barato. También influían las restricciones religiosas: la pasta era una comida ideal en los días magros en que estaba prohibido comer carne.

Pero quizá la razón principal de la generalización de la pasta fue que a partir del siglo XVII se desarrolló su fabricación industrial mediante máquinas como el torchio, una prensa mecánica que permitía elaborar los típicos fideos o vermicelli (que pasarían a llamarse espaguetis en el siglo XIX).

En la ciudad de Nápoles, la pasta se identificó con un tipo social característico, los mendigos o lazzaroni, de los que se decía que sólo se alimentaban de macarrones. «Cuando un lazzarone ha ganado cuatro o cinco monedas para comer unos macarrones aquel día, ya no le preocupa el mañana y deja de trabajar», decía un viajero. Lo que no impidió que la pasta terminara conquistando el paladar de las clases elevadas.

El propio rey de Nápoles, Fernando IV, devoraba con fruición los macarrones: «Los cogía con los dedos, retorciéndolos y estirándolos, y se los llevaba vorazmente a la boca, desdeñando con gran magnanimidad el uso del cuchillo, el tenedor o la cuchara…».

Lo que sí cambió definitivamente fue el sabor de la pasta. Desterrados el azúcar y las especias, su lugar lo ocupó el queso, que ayudaba a hacer de la pasta un plato nutritivamente completo. Hasta que a principios del siglo XIX llegó el tomate, un producto importado de América que durante largo tiempo les pareció a los italianos demasiado exótico. De hecho, sólo en 1844 aparece la primera receta del plato de pasta más típico hoy en día: los espaguetis con salsa de tomate.

Fuente: La pasta italiana: historia de una pasión – National Geographic