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Karlos Arguiñano: «Si tienes cariño a tu familia, una hora al día cocinando es poco. No digas que no tienes tiempo»
Karlos Arguiñano es incombustible. Si bien es cierto que ya no hace lo mismo que antes y que ya delega mucho en sus hijos, todavía sigue adelante con su programa diario de cocina, emitido por Antena 3 con el nombre de ‘Cocina abierta de Karlos Arguiñano’ y cada año, semanas antes de Navidad, lanza un libro de recetas. Así lo hizo en 2024 con ‘545 recetas para triunfar. Fáciles de hacer y ricas de comer’, un recetario con una serie de platos asequibles que presentó en un acto en Madrid en el que Bekia estuvo presente.
Para empezar, el chef mostró lo alucinado que está después de tantos años y tantos libros, sobre todo porque su madre le decía ‘que poco fundamento tienes’. Y ahora de pronto me voy a encontrar con el hombre del fundamento. No sé si es por la cantidad de veces que mi madre me decía qué poco fundamento tienes. Y yo digo, ‘pues tendré que tener un poco más de fundamento'».
De su madre contó también que «era inválida. Nos tuvo a cuatro hijos y casi no se tenía de pie. Yo era el mayor de los hermanos, y ya con siete, ocho, nueve años, me tocaba llegar a casa y pelar patatas, pasar la salsa de tomate que ya había marcado, pasar el pasapuré… Y para mí era una cosa normal, montar la mesa, el limpiar un poco, porque mi madre era muy limpia, no podía moverse mucho, pero era superlimpia. Y cuando empecé televisión, le llamaba a mis hermanas: «Poner la tele, eh? para hacer audiencias» Para mí era una cosa natural cocinar», expresó el cocinero, que antes de serlo trabajó como chapista de locomotoras de tren, algo que confesó que se le daba mal.
Recordó además que cuando empezó en la tele lo hizo en la ETB, la misma en la que décadas más tarde le hace la competencia Joseba Arguiñano con su propio programa de recetas, el hijo al que ve como su heredero respecto a su trabajo en televisión. «Entonces pensé que iba a estar en televisión, pues unos meses, 6 u 8 meses, o un año. Y de pronto llevo 36 años seguidos en televisión. 36 años. O sea, yo era moreno. Jamás pensando que íbamos a estar tantos años. Y han pasado los años y resulta que estoy en mi mejor momento», bromeó.
«A ver si voy a cambiar los hábitos culinarios de un país», señala que pensó cuando se dio cuenta que la gente le seguía de semejante manera, pero no hablando solo de él, sino también de su equipo, sin el que dice que no sería nada: «Tú solo tienes muy poco recorrido. La persona por sí sola tiene muy poco recorrido. Si en la vida has llegado a triunfar en algún momento, es porque tienes un entorno acojonante. Es lo que más me pasa a mí. Me pasó en mi casa con mi mujer, con Luisi, que si no es por ella, yo no sé qué hubiera sido de mi vida».
Arguiñano aseguró que pese a los años que han pasado, le «hace mucha ilusión cocinar cada día. Si tuviera que trabajar en un restaurante ya a los 76 años no estás preparado para dar a comer a 200 personas todos los días, ni físicamente ni anímicamente. La compra, las cantidades, los clientes que te llaman, que la mesa va a 6, que la mesa va a 4, que la mesa va a 8, comunión, tres comuniones, oye, que no, que no quiero pescado, que no quiero carne, que no quiero, que quiero vegetariano. Esto es un lío. Esto ya lo dejo a mis hijos. Pero, ¿cocinar cómo cocino yo? Cocino como una abuelita, que es cocinar para cuatro, y me hace feliz. Es lo que hago todos los días».
Por otro lado, aseguró que «una persona normal tranquilamente puede cocinar para cuatro en una hora y hacer dos platos. Y eso lo demuestro cada día», aunque incluso una hora le parece «muy poco. Si una hora la pasas en el crossfit». Dio además consejos para hacer ejercicio mientras cocinas: «Cocino un poquito, lo picas, y luego mientras se están cociendo las albóndigas haces unos ejercicios».
Criticó además a toda esa gente dice que no tiene tiempo para cocinar, «y luego, un año antes, coges entradas para ir a un concierto. Un año antes. A 50 euros. Que vienen los hermanos Gallagher. Y si tú tienes cariño a tu historia y a tu familia, una hora al día me parece poco. Si tienes cariño, ¿eh? Si no tienes cariño a nadie, no tienes cariño a tu madre, ni a tu suegra, ni a tus hijos, ni a tu mujer, bueno, pues haz de lo que quieras. Vete a tomar cubalibres y no tienes tiempo para nada. Algunos van en bici todos los días y hacen dos horas y media de bici. ¡Tampoco vas a correr el tour! Haz una hora de bici y otra en la cocina», manifestó el cocinero.
«La gente dice ‘no tengo tiempo’. ¿No tienes tiempo para qué? A mí, en la ciudad, sí me agobia un poco más. Porque vivo en un pueblo y vengo a Madrid y a Barcelona y llegas aquí a las siete de la tarde como yo y empiezas a preguntarte: ‘Es que veo tanta gente para todos los lados. Nadie mira a nadie. No tienen tiempo de llegar a casa’. Las ciudades grandes me tienen agobiado. En el pueblo se respira», añadió.
«Voy a los super y veo unas tortillas hechas. Digo, ¡qué arte! El que lleve esta tortilla a casa no sabe lo que es el cariño. El cariño, cero. En casa en 15 o 20 minutos haces una tortilla de patatas y con cariño. Mientras que la que compras hecha la hicieron en Castellón hace 25 días. ¡Hace 25 días que está hecha la tortilla que vas a llevar a tu marido y a tus niños! No es nada de amor», expresó el de Beasain, al que no le gusta ese tipo de comida.
La importancia de comer bien
Fue entonces después a la salud, que «es lo más importante. Si cocinas con un poco de fundamento y comida variada. Cuanto más variado comas, mejor alimentado estás. Hay un montón de verduras distintas. Tienes ya la borraja, los puerros, las acelgas, las alcachofas, la coliflor, el brócoli… Tienes un montón de verduras distintas. Las verduras cuecen en una olla exprés en cuatro minutos. Pones el agua en una olla, pones ahí la verdura, pones sal, cierras y en cuatro minutos, apagas y está la verdura cocida. Y luego lo aliñas con un aceite crudo o con un refrito», manifestó el presentador de ‘Cocina Abierta’, que tiene claro que si la gente no come verdura es porque no quiere y no va a comprarla.
«Una familia con salud es una familia que está preparada para todo. Y cuando tienes 25, 30 años igual aguantas todo. Pero tienes 45, 50, 55, ya 76 que tengo ya. Y dices, ‘aquí ya no’, o cuidas la alimentación o te vas a saludar a tus abuelos en 4 días. Yo quiero aguantar y aguantar bien, y eso se consigue con una alimentación variada y comiendo bien. No es comer ni mucho ni caro. Comer bien es comer variado. Cuanto más variado comas, mejor alimentado estás».
Preguntado por la importancia que tiene hacer la compra, Arguiñano señaló que es fundamental hacerla bien, comer de temporada y mejor comprar de poco en poco: «Hoy día en los supers hay de todo. Yo suelo entrar a mirar en todos y hay verduras variadas, hay legumbres variadas, hay carne variada, pescado, de todo. Si vas y te preocupas de mirar, siempre vas a encontrar cosas que son del momento. Las verduras que hemos estado diciendo antes están en todos los súpers también, en fresco».
«Entonces, el hacer la compra es la base de una buena alimentación. Vas, haces la compra del día o de dos días y es una buena manera de hacer una comida sana y relativamente barata. Porque la vida ha subido. Pero si tú vas al mercado y compras lo que produce cada temporada, suele estar en su mejor momento y a su mejor precio. Lo que no puedes ir es a por cerezas ahora al mercado, porque sabes que vienen de ocho mil kilómetros, no digo que no haya que comprarlas, pero aquellas sí que están caras. Y cuando llega la temporada de las cerezas, en la primera semana están caras, pero en la segunda, tercera, cuarta y quinta ya no», manifestó.
Karlos Arguiñano, que desde luego es elocuente como pocos, reveló además que pasea «bastante, hora y media o así todos los días. Tomo café con los amigos todos los días. Tres cuartos de hora a la mañana. No me quiero jubilar porque tengo jubilados a mis amigos y me repiten muchas de las cosas. Les miro y están bien, pero no quiero estar tan repetitivo. Quiero estar activo. Me siento bien para hacer lo que hago. Vivo en el campo. Tengo gallinas, tengo cerdos, tengo conejos. Cabras», finalizó, no sin antes decir que «cuando vas a cenar a casa de un amigo no puedes ir con las manos vacías. Llevas unas pastas o llevas una botella. No se os ocurra ir nunca a una casa sin nada cuando vais a cenar o a comer. Hay que llevar siempre algo».