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Nos preguntamos si es mejor la leche de almendras o de vaca

¿Puede ser una alternativa a la leche de vaca? Es una excelente fuente de nutrientes, pero en su versión industrializada puede contener sustancias altamente nocivas.

La leche de almendras no es un producto novedoso, pero su aparición en muchas recetas ha hecho de este tipo de leche una palabra de moda en los círculos de la salud. Lo que sí sabemos es que la leche de almendras no contiene lactosa, soja ni lácteos, por lo que es una excelente alternativa para los veganos, cualquier persona alérgica a la soja y lácteos, y los intolerantes a la lactosa.

Leche de almendras vs leche de vaca

La leche de almendras es más baja en grasas saturadas y calorías y puede ser una buena fuente de vitamina E (que ayuda a la regeneración celular) y también está llena de grasas omega 3, que ayudan a equilibrar la salud mental y los niveles de colesterol.

Sin embargo, la leche de vaca es rica en lactosa, calcio, fósforo, magnesio y proteína, lo que la hace más rica nutricionalmente que la leche de almendras. La leche de vaca es una gran fuente de calcio con aproximadamente 300 mg de calcio y 8.5 gramos de proteína por porción en comparación con solo 130 gramos de calcio y 1,5 gramos de proteína por porción en la leche de almendras.

¿Cuánta leche de almendras se puede tomar?

No hay una regla establecida en cuanto a la cantidad que deberíamos beber, pero si lo agregas al té o café u otras opciones de desayuno como cereales, aun así no será una gran ingesta ni causará problemas. Solo asegúrate de optar por la opción más nutritiva. Si estás tomando leche de almendras para alcanzar tus necesidades óptimas de calcio en comparación con los productos lácteos, deberías buscar una fórmula fortificada con calcio (que tenga aproximadamente 300 mg de calcio por porción).

El problema de la leche de almendras del supermercado

Siempre será mejor optar por hacer nuestra propia leche de almendras casera, de eso no hay duda. Muchas leches de almendras compradas en el supermercado contienen solo un dos por ciento de almendras, lo cual es bastante ridículo. Significa que estás pagando, quizá, un precio bastante alto por aditivos que incluyen emulsionantes, edulcorantes o vitaminas añadidas artificialmente.

Lo ideal es elegir leche de almendras con el mayor porcentaje de almendras que no tengan edulcorantes. Necesitarás revisar la etiqueta de ingredientes para ello, ya que muchas etiquetas que presumen de ‘originales’ no quieren decir que no contengan azúcares añadidos.

Leche de almendras y beneficios en la piel

Esto realmente depende del individuo. Las personas con alergias a las nueces, por ejemplo, pueden tener una respuesta alérgica en la piel; siempre es mejor consultar con un médico antes de probar. Las leches de almendras con aditivos como el azúcar y los aceites vegetales son proinflamatorios y pueden provocar brotes de acné y empeorar las afecciones existentes. Lo mejor, como hemos comentado anteriormente, es producir nuestra propia leche de almendras.

Impacto en el medio ambiente

La producción de leche de almendras tiene un impacto significativo en el medio ambiente. La mayor parte de la leche de almendras proviene de California, que produce más del 80 por ciento del suministro mundial de almendras. Se necesitan cinco litros de agua como mínimo para cultivar una almendra y California ha estado en sequía durante más de cinco años, por lo que quizá no sea la mejor opción si eres de la rama ecologista.

https://as.com/deporteyvida/2018/03/10/portada/1520695178_942098.html

Anemia y lácteos: por qué hay estudios que afirman que la leche y el yogur impiden absorber el hierro

Los estudios realizados en humanos confirman cierta interferencia del calcio sobre la absorción de hierro, pero solo con concentraciones muy altas.

Pues bien, esta afirmación parece tener poco sustento científico. Muchos de los estudios que relacionan calcio y hierro se han realizado en células cultivadas en el laboratorio. Y aunque los ensayos in vitro ayudan a entender los mecanismos que intervienen en el transporte de estas moléculas, hay que tomarlos con cautela.

Fundamentalmente porque las condiciones en las que se realizan no se parecen a las que se dan en el intestino humano. Pero también porque las células que se utilizan no son exactamente iguales que las que intervienen en la absorción de nutrientes, ni se disponen formando una barrera igual de consistente.

Puertas abiertas al hierro

Todos los nutrientes que ingerimos y que acaban incorporándose al torrente sanguíneo deben pasar, de una manera u otra, a través de las células que tapizan el intestino. La superficie de estas células contiene una serie de proteínas que actúan como puertas de entrada para los nutrientes que contiene la papilla en la que se convierte el alimento al pasar por el estómago.

En el caso de los minerales de la dieta, estas proteínas transportadoras funcionan como canales que se abren para dejarles paso hacia el interior de las células y desde éstas hasta la sangre. Uno de estos transportadores, llamado DMT1, se encarga de incorporar específicamente el hierro. Y, curiosamente, los ensayos in vitro han demostrado que el calcio de la dieta inhibe a este transportador.

Estas interferencias tienen sentido porque ambos compuestos comparten transportadores o éstos se parecen tanto que un mineral interfieren en el transporte del otro. Eso explicaría por qué altas concentraciones de hierro en la dieta también interfieren en la absorción de calcio. De hecho, aunque no es tan conocido, los suplementos de hierro pueden provocar deficiencia de calcio.

Por cierto, no solo hay calcio en los lácteos de la dieta: también abunda en las legumbres, los frutos secos, las sardinas en aceite y el marisco. Sin embargo, nadie alerta sobre que ingerir carne con almendras pueda suponer un problema.

Lentejas y, de postre, ¿yogur?

Teniendo en cuenta los estudios realizados in vitro, los alimentos ricos en calcio podrían interferir con la absorción del hierro que contienen la carne y otros alimentos.

¿Pero qué ocurre cuando se estudia el fenómeno in vivo? Por lo general se realizan investigaciones en las que voluntarios o pacientes toman una cantidad determinada de producto y luego se les hace seguimiento de cómo y cuánto de ese producto alcanza la sangre. A esos procedimientos los conocemos como ensayos de biodisponibilidad.

Pues bien, las conclusiones de los ensayos de biodisponibilidad se contradicen. Por un lado, ciertos estudios realizados en mujeres en ayunas muestran que solo concentraciones altas de una sal de calcio en concreto (citrato de calcio) son capaces de inhibir la incorporación de hierro a la sangre. Eso implicaría que el efecto del calcio en los lácteos sería nulo o, al menos, biológicamente insignificante.

Sin embargo, en otro estudio también realizado en mujeres, medio gramo de calcio llegó a reducir a la mitad la absorción de hierro. Eso sí, no hay que perder de vista que alcanzar 500 mg de calcio en el intestino a partir de la leche o del yogur implicaría consumir una cantidad muy elevada de ambos. Por lo tanto, ingerir un yogur o un vaso de leche seguiría sin suponer un problema.

Lo que sí es cierto es que, al comparar la leche humana y la leche de vaca, se ha comprobado que los mayores contenidos en calcio en la de vaca provocan que el hierro se absorba peor. Por eso no se recomienda incorporar la leche de vaca en la alimentación infantil hasta que no se alcanza una determinada edad.

Sin evidencias para dietas complejas

En resumen, podemos decir que los estudios realizados en humanos confirman cierta interferencia del calcio sobre la absorción de hierro, pero solo con concentraciones de calcio muy altas.

Además, estos estudios no aclaran qué ocurre en el caso de la ingesta de una dieta compleja en la que un vaso de leche o un yogur son uno de los muchos nutrientes y la cantidad de hierro no está minuciosamente controlada.

Por otro lado, tampoco sabemos qué papel desempeña el microbioma de cada individuo en la absorción de minerales, aunque los resultados obtenidos por el momento indican que también podría ser clave.

En todo caso, los beneficios de los nutrientes característicos de los lácteos son lo bastante importantes como para recomendar su consumo en aquellas personas que no presentan ningún problema específico de absorción de hierro.

Anemia y lácteos: por qué hay estudios que afirman que la leche y el yogur impiden absorber el hierro

Tomado de: EL ESPAÑOL – Diario digital, plural, libre, indomable, tuyo

Las vasijas reflejan cómo fue el consumo de leche en Europa hace 7.000 años

La ingesta de lácteos fue muy desigual entre las primeras poblaciones neolíticas de la Europa occidental. Hubo un menor consumo en las regiones del sur de la costa atlántica, península Ibérica y Francia que en las del norte. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio que ha recuperado y analizado los residuos de las cerámicas de hace entre 7.500 y 5.500 años.

Cerámica procedente del yacimiento arqueológico de Verson (Francia), analizada en la investigación. / Annabelle Cocollos, Conseil Départemental du Calvados ou CD14, publicada en Germain-Vallée et al. 2015

Un equipo de investigación internacional, liderado por la investigadora Miriam Cubas, de la Universidad de York (Reino Unido) y la Universidad de Oviedo, ha conseguido recuperar residuos de las actividades culinarias en las vasijas usadas por las sociedades prehistóricas de hace entre 7.500 y 5.500 años.

El análisis químico de los restos de grasas de animalescera de las plantasaceites de pescado y resinas preservados en las cerámicas prehistóricas ha permitido al equipo de Cubas explorar los distintos usos de estos recipientes por parte de las comunidades neolíticas, y particularmente su relación con las actividades agrícolas y ganaderas. 

Los resultados del estudio, publicado en la revista Nature Communications, reflejan una gran variación en el uso de las cerámicas entre estas comunidades. Entre los recursos identificados, destacan los productos lácteos, cuya presencia se incrementa hacia la zona norte de Europa, la región atlántica francesa y las Islas británicas. 

“Nuestro estudio ofrece una amplia comparación regional sobre el uso de la cerámica durante la Prehistoria. Estos resultados contribuyen a obtener más información sobre cómo vivieron los grupos humanos durante este proceso de cambio tan trascendental que supuso la introducción de la ganadería y la agricultura” afirma Miriam Cubas, autora principal del artículo. 

Diferencias entre el norte y sur de Europa 

Los autores, entre los que se encuentra André Colonese, investigador del departamento de Prehistoria y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB), revelan que estas diferencias pueden estar relacionadas con las diversas actividades ganaderas, con una mayor presencia del ganado vacuno en el norte y una ganadería centrada en las ovejas y las cabras en el sur de Europa. 

En la península ibérica estas prácticas culinarias reflejan una importancia de los recursos cárnicos procedentes de los animales domésticos (oveja y cabra) que se introducen en esos momentos. Se trata de una de las comparaciones regionales más amplias que se han publicado hasta el momento sobre el uso de la cerámica durante la Prehistoria. 

“Las diferencias respecto a la frecuencia de aparición de los productos lácteos podrían ser importantes para la comprensión de la evolución de la tolerancia a la lactosa en los adultos en Europa. Hoy en día, las mutaciones genéticas que permiten a los adultos digerir la lactosa presente en la leche tienen una mayor presencia en la zona noroeste de Europa que en las regiones del sur”, sostiene Oliver Craig, del departamento de Arqueología de la Universidad de York. 

Ausencia de productos del mar 

Otro de los hallazgos más sorprendentes es la ausencia de alimentos marinos en las cerámicas documentadas, incluso en yacimientos arqueológicos situados en zonas de costa, donde estos recursos alimenticios están claramente disponibles. Una excepción es la zona del Báltico, donde tanto los recursos lácteos como los alimentos de procedencia marina fueron preparados en la cerámica. 

“Estos datos nos ofrecen una ventana a la riqueza de las tradiciones culinarias entre los primeros agricultores de Europa occidental, y la capacidad que estos grupos tuvieron para adaptarse a las distintas condiciones climáticas y culturales”, añade André Colonese.

El equipo de investigadores ha analizado los residuos orgánicos conservados en las cerámicas del Neolítico antiguo procedentes de 24 yacimientos arqueológicos situados entre Portugal y el Báltico. La investigación permite expandir nuestro conocimiento sobre las prácticas culinarias de estas primeras sociedades agrícolas, el papel que desempeñaron los distintos alimentos y su impacto en la dieta de las primeras comunidades campesinas. 

Las vasijas reflejan cómo fue el consumo de leche en Europa hace 7.000 años

Tomado de: Sinc