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La comida en la literatura del Siglo de Oro

POCAS cosas hay que tengan un tratamiento más amplio en la literatura de los siglos XVI y XVII que la comida y la bebida, hasta el punto de que la mayoría de los términos relacionados con la cocina, alimentos, utensilios, etc., se incluyen en el Diccionario de Autoridades precisamente por la autoridad de los escritores de obras de teatro, comedias, entremeses y novelas picarescas o de costumbres: Cervantes, Góngora, Tirso, Calderón, Quevedo y Lope de Vega hacen continuas referencias en sus obras a comidas, vinos, frutas o dulces; y no solamente estos escritores, también otros menos conocidos tienen en la cocina y sus oficios un buen argumento para sus obras.

La comida es el vehículo que utiliza Cervantes para definir a su Quijote simplemente porque en los tiempos en que se desarrolla la trama de su célebre novela, saber lo que alguien comía era conocer su importancia social y sus posibilidades económicas, como se demuestra también en el pasaje de las bodas de Camacho con su opulencia o en la lucha de Sancho para comer bien de la que a veces deserta con una cierta resignación: « y mi señor don Quijote, que está delante, sabe bien que con un puño de bellotas, o de nueces, nos solemos pasar entrambos ocho días».

Dentro del uso de la comida en la literatura un recurso muy utilizado por los escritores era hacer comparaciones y juegos de palabras con platos, ingredientes y temas poéticos como el caso del laurel y el escabeche para relacionarlos con la corona de los poetas como decía Góngora: «Cuando acaso me aproveche /de tus ramos, oh Laure-l/no sea como poeta/ ni sea como escabeche».

Otra cuestión frecuentemente tratada era asimilar la belleza y los atributos de las mujeres a elementos comestibles, como el caso del requesón, entonces llamado ‘naterones’ con los que Tirso de Molina hace una brillante y erótica comparación: «Las tetas son naterones / y los corpiños encellas, / que mamara amor en ellas / a no encubrir los pezones»

A veces con las comparaciones se ironizaba sobre edad y juventud en las mujeres que era un tema muy socorrido de mofa y burla: «Una doncella en su casa, /ciruela en el árbol es, / que a veces, de treinta y tres, /es con flor, ciruela pasa».

Calderón de la Barca en su curiosa ‘Mojiganga de los Guisados’ describe un torneo o concurso recitado y danzado en el que Don Estofado reta en duelo a quien desmienta la condición de Princesa de los Guisos de su dama Doña Olla, y así derrota sucesivamente al Carnero Asado, al Carnero Verde, a Don Gigote, a Don Mondongo, que defienden respectivamente a sus damas, Doña Ensalada de la Huerta, Doña Pepitoria, Doña Albondiguilla, Doña Chanfaina, etc. En el concurso, presidido por el propio Baco, Don Estofado y Doña Olla, serán proclamados príncipes en esta extraña contienda con términos culinarios.

Los escritores valoraban los consumos de ciertos alimentos que suponían sinónimo de distinción como el caso de la carne, un ejemplo lo tenemos Luis Quiñones de Benavente en el ‘Entremés del mayordomo’: «Lo que toca a la mesa hay mil primores / tendrán sus cuatro platos los señores, /porque no quiero ser corto ni franco. / Los jueves y domingos, manjar blanco, ».

También la comida es protagonista de algunas obras didácticas que utilizan situaciones de ésta o banquetes para la enseñanza de un idioma, como es el caso de los Diálogos de Juan Luis Vives. Igualmente en obras de corte moralista como en los Coloquios de Pedro Mexía, se emplean descripciones muy detalladas de banquetes con el pretexto de censurar los excesos:

En definitiva la comida y los productos comestibles fueron en el Siglo de Oro un recurso literario de gran importancia tanto en las obras de escritores famosos como en los anónimos libros de picaresca con ejemplos tan significados como el Lazarillo de Tormes o el Estebadillo González. Y si hace siglos el asunto del comer llenaba páginas y consumía tinta hoy no le vamos a la zaga.

FUENTE:https://www.elnortedecastilla.es/20080514/vida/comida-literatura-siglo-20080514.html

Gastronomía y literatura: de Cervantes a Valle Inclán, los escritores que hicieron un hueco al arte culinario en sus obras

Fernando Villaverde Landa en su libro ‘La cocina española’ (Editorial Arzalia) hace un repaso por todos aquellos autores que, a pesar de haber vivido en diferentes épocas, en su legado artístico han dejado una fotografía de la gastronomía del momento. 

En un libro de más de 1.000 páginas donde descubrimos los derechos y los reveses de la historia de la gastronomía en España encontramos fragmentos de obras de los escritores más importantes de la historia de la literatura España. Hacemos un repaso por algunos de estos clásicos de la literatura y su amor por la cocina. 

Edad Media: Arcipreste de Hita y Jorge Manrique

De entre los autores más populares de la Edad Media en cuyos textos podemos descubrir referencias gastronómicas está El Arcipreste de Hita, como en El Libro de Buen Amor, donde podemos encontrar infinidad de referencias en cantares como Las especias, Tres caballeros, Tres ricos o Tres ladrones.

Pedro López de Ayala en Gula y tragonía, Jorge Manrique en Cebollas albarracanas y cabezuelas de ranas, o Juan de Mena en Malvada glotonía, son otros de los autores de la Edad Media que hacen referencia a la comida en sus obras y a los pecados derivados de ella. 

Edad Moderna: Calderón de la Barca y Cervantes

Además de clásicos anónimos como El Lazarillo de Tormes, donde encontramos infinidad de pasajes relacionados con la comida (y la falta de ella), también descubrimos autores de renombre que han hecho un hueco a este arte en sus libros. 

Un ejemplo de ello es Pedro Calderón de la Barca, con La pugna de los guisados (Mojiganga de los guisados), tal y como recoge Fernando Villaverde en su libro, Alonso de Castillo Solórzano, en Hambre y pasteles (Aventuras del Bachiller), o Miguel de Cervantes en El Quijote con pasajes como Sin milindres ni respetos, Bacalao, camarones y cangrejos, Cena en una venta o Conejo empanado con tocino. 

Cabe destacar también en esta época a Luis de Góngora en Bizcochos como piedras (Érase en Cuenca lo que nunca fuera), Lope de Vega en El príncipe inocente, Francisco de Quevedo en Historia de la vida del Buscón, Santa Teresa de Jesús en El Libro de las Fundaciones, o Tirso de Molina en El Condenado. 

Edad Contemporánea: de Bécquer a Lorca

De esta época destacamos autores como Gustavo Adolfo Bécquer quien Desde mi celda o en Memorias de un pavo hace referencia a la gastronomía y al gusto de comer, como también lo hizo, por ejemplo José de Espronceda en De Gibraltar a Lisboa en su Un volcán en el estómago. 

Federico García Lorca dedicó a un capítulo a los mesones de Castilla en Impresiones y paisajes, Mariano José de Larra a los convites en El castellano viejo y a las fondas en La fonda nueva.

Antonio Machado también hace un repaso a la tradición culinaria en Coma usted con los dedos, de Una y no más, de la misma manera que Emilia Pardo Bazán en La Tribuna, entre otras muchas de sus obras.

Benito Pérez Galdós es otro de los escritores que más referencias culinarias tiene en su obra, donde podemos encontrar hasta 14 pasajes en sus diferentes obras dedicados a la comida, de la misma manera de Valle-Inclán trata este tema tanto en El primitivo, La corte de los milagros y Divinas palabras

De esta manera el autor del libro hace un pequeño gran homenaje a la historia de la literatura y a cómo la gastronomía ha conquistado a todos los autores. Sean de la época que sean. 

https://www.20minutos.es/gastronomia/recetas/literatura-gastronomia-autores-cervantes-valle-inclan-5178554