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Una leyenda milenaria basada en el «caramull»
Cuenta la leyenda que Zahra, la hija del señor de las fértiles tierras de la Taha de Alberic, Alamí, enfermó una tarde, justo antes del día de su boda. Nada podía injerir. Corría por entonces el año 1180 y después de buscar todas las soluciones posibles y tras superar las suspicacias de los mandatarios, una anciana judía, Sara de Metula, ofreció un manjar desconocido hasta ese momento pero que sanó de inmediato a Zahra. Aquel regalo comestible mágico adquirió el nombre árabe para permanecer hasta nuestros días. La mona de Alberic. La localidad de la Ribera sigue siendo considerada hoy la Cuna del Panquemado y no es otra la razón que la enorme profesionalidad desarrollada en los nueve hornos del municipio por sana competencia. El secreto, según aceptan los horneros, se encuentra en el «caramull». La receta parece sencilla: materias primas, huevo, azúcar, aceite, harina, agua, masa madre y levadura. Se amasa, divide, reposa, volea y al horno. Sin embargo, nadie hace las monas como en Alberic. «La clave está en la fermentación larga que nosotros realizamos para que la digestión posterior sea ligera y, sobre todo, en el caramull que se consigue con la clara de huevo. Ese es el punto profesional, el secreto logrado tras años de experiencia», explica Jorge, del horno Hermanos Durá.
La verdad es que cuando uno saborea la cima de una mona piensa estar degustando una nube. Su esponjosidad es deliciosa y prácticamente se derrite con el tacto salival. Jorge, que empezó a trabajar en la panadería cuando tenía quince años, relata la historia de su horno, heredado de su abuelo, que lo adquirió en 1904. Lo hace tras una larga noche de trabajo que se inicia a las dos de la mañana. Durante los días centrales de las fiestas de Pascua (cuando se pueden comercializar en el horno cerca de quinientos panquemados al día) la jornada laboral se puede alargar desde la una de la madrugada hasta bien entrada la tarde. La clientela llegada de todo el territorio valenciano así lo exige. Y es que durante esa festividad se dispensan en Alberic miles de monas.
En el último lustro, sin embargo, se ha producido una bajada de las ventas por el efecto de la contracción económica y la expansión de los supermercados. «Antes se hacía distribución y se utilizaban las monas como regalo. Ahora es diferente, este oficio acabará desapareciendo porque es muy duro, requiere muchos sacrificios, sobre todo familiares, y la gente, cuando va a comprar, no mira la calidad del producto, sólo su precio», explica el hornero alberiquense.
Comprar la mona en Alberic, también denominada coca de aire, se ha convertido en una tradición, como también «regolarla» después durante los días de Pascua. En lo que Sanchis Guarner definía como la Ribera Alta (de la que Alberic era capital y que diferenciaba de la Ribera Mitjana y Baixa) era común entre los jóvenes reunirse con los amigos, normalmente en zonas de montaña, para disfrutar allí con juegos tradicionales como «el rotgle», «els pilarets», «xurro va» o «la corda». Elementos indispensables eran la mona, el chocolate, la longaniza de Pascua (rígida como un palo de madera), un huevo duro y un poco de sal. No acababa la fiesta sin que alguien impactara un huevo en la frente de otro amigo al son de «ací em pica, ací em cou i ací et trenque l’ou». Una tradición valenciana como pocas por 3,30 euros.
La mona d’Alberic continua sent una de les estrelles de la Setmana Santa
Els panous, mones o coques, segons la comarca, són els dolços per excel·lència de la Setmana Santa. Aquests dies de Pasqua, Alberic (Ribera Alta) es converteix en un lloc de peregrinació per a comprar la mona i en un punt de parada imprescindible per a tastar aquest dolç tradicional de reputació categoria extra.
À Punt ha visitat un dels forns del municipi per a veure com elaboren aquesta exquisidesa. Amb una rigorosa planificació de tot l’equip de la pastisseria, la producció ve marcada per la capacitat del forn i la cua de la clientela. No hi ha prou mans i, a torns, la família al complet s’implica en el negoci.
Vicent Moscardó, un dels forners, ha explicat a À Punt que el fet que Alberic siga un referent en la producció de la mona fa que durant aquestes dues setmanes treballen a estall i facen torns durant pràcticament les 24 hores del dia per a poder servir a tota la clientela.
No només el veïnat d’Alberic gaudeix de les mones, a comprar-les acudeix gent de tots els municipis de la contornada i també de les comarques veïnes. Els compradors i compradores demanen coca o panou, depenent de la seua procedència, i ix a escena la mona de Pasqua d’Alberic, que viu la seua temporada alta.
Alona és una altra de les forneres que ha tret un moment entre tanta faena per a atendre a À Punt, i diu que des de les cinc de la matinada que obrin la botiga no para d’entrar gent i la plantilla no para de servir mones.
L’especialitat de la casa és la mona amb caramull: clara d’ou muntada que es remata de forma artesanal. És un producte que vola, per això en cuinen 2.000 peces per dia. Però també fan altre tipus de mones: amb panses, sense anous, amb xocolate o de cabell d’àngel. Ingredients de proximitat per a elaborar les postres que posen el punt final a la Quaresma.