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El 74 % de los pacientes con trastornos alimentarios son menores de 18 años
La unidad especializada ubicada en Sueca registra 1.537 visitas en 2023, de las cuales el 90 % son de mujeres. El 38 % de los diagnósticos de anorexia y bulimia se concentra en edades comprendidas entre 11 y 14 años.
Los estándares de belleza casi inalcanzables que muestran día a día las redes sociales, algunas plataformas o campañas publicitarias o el uso de filtros en fotografías que nada tienen que ver con la realidad han supuesto una gran repercusión en la sociedad, sobre todo entre la población más adolescente, que, en muchos casos, transforma el cuidado de su estado físico en una obsesión con problemas muy graves. Esto puede llegar a derivar en trastornos de conducta alimentaria, que afectan negativamente la salud física y mental de las personas. Para evitar esta problemática, es importante buscar ayuda profesional lo más pronto posible.
En la comarca de la Ribera, las cifras de estos trastornos, que engloban la anorexia y la bulimia nerviosa, siguen al alza y cada vez aparecen en edades más tempranas. Según los datos proporcionados por la Unidad de Transtornos de la Conducta Alimentaria de la Ribera, con sede en el Centro Sanitario Integrado de Sueca, el 38 % de las pacientes atendidas tienen entre 11 y 14 años, seguidas del grupo de entre 15 y 18 años, que representa el 36 %. Cabe recordar que es el período en el que el cuerpo, sobre todo el de las mujeres, experimenta mayores cambios, por lo que muchas de ellas no se sienten cómodas con el reflejo que les ofrece el espejo y cuya realidad muchas veces se muestra distorsionada. En este sentido, desde el departamento lamentan que «se observa desde hace varios años una notable disminución de la edad media de las pacientes que han iniciado tratamiento por un transtorno de la alimentación». Además, los síntomas suelen ser «más graves» entre este grupo de población adolescente.
Durante el 2023, esta unidad atendió un total de 1.537 atenciones, de las cuales 259 fueron primeras visitas. Esta cifra supone un descenso del 20 % respecto al 2022, cuando se atendió un total de 2.012 visitas. Sin embargo, y según fuentes consultadas, este descenso se produjo por la falta de profesionales que pudieran cubrir las bajas de la psicóloga y la psiquiatra. «Las visitas se atascaron a mitad de año por esta ausencia, pero la demanda fue igual e, incluso, un poco superior que en años anteriores. Se atendió a todas las personas, pero con una mayor demora», señalan.
El 90 % de las pacientes fueron mujeres con edades comprendidas entre los 14 y los 45 años. De ellas, el 45 % de los diagnósticos estuvieron relacionados con la anorexia nerviosa, el 35 % se concentraron en la bulimia nerviosa y el 20 % restante no se especifica, puesto que poseen síntomas relacionados con otros trastornos.
Desde el Departamento de Salud de la Ribera reconocen que se ha producido una tendencia creciente tras la pandemia. «Durante la Covid-19 ha empezado a crecer la obsesión por la imagen y los pacientes cada vez son más jóvenes», lamentan.
Para revertir esta situación, la UTCA, que está formada por personal de psicología clínica, psiquiatría y enfermería, ofrece asistencia a las pacientes a través de consultas y terapias grupales.
Los consejos alimentarios sin fundamentos científicos de las redes sociales son un gran riesgo para la salud
El intrusismo profesional en nutrición se ha convertido en un grave problema debido al acceso masivo a la información a través de redes sociales. Este fenómeno, que involucra a personas sin la formación adecuada que practican o asesoran en nutrición, pone en peligro la salud de los individuos que siguen consejos alimentarios sin fundamento científico. Las redes sociales han facilitado la difusión de información relacionada con la nutrición, pero también han permitido que personas no calificadas compartan recomendaciones alimenticias.
Influencers, celebridades y figuras públicas que no tienen formación profesional en nutrición, como modelos o entrenadores personales, frecuentemente promueven dietas populares sin respaldo científico. Estas personas tienen un gran impacto en sus seguidores, a menudo millones, quienes confían en ellos sin cuestionar la validez de sus consejos.
El intrusismo no solo afecta la salud física, sino también la emocional y mental. Muchas veces, la desinformación difundida en redes sociales puede generar confusión y fomentar prácticas peligrosas. Esto se ve claramente en el aumento de trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia, donde las redes sociales amplifican comportamientos destructivos al ofrecer consejos erróneos y peligrosos.
Aunque en muchos países existen leyes que regulan el ejercicio de profesiones como la nutrición, las plataformas digitales no han avanzado a la misma velocidad. Un estudio realizado por la Universidad de Dublín sobre contenido de nutrición en TikTok reveló que solo el 2,1% del contenido nutricional en la plataforma era científicamente correcto. Esto resalta el gran problema de desinformación que enfrentan los usuarios, quienes pueden estar tomando decisiones perjudiciales basadas en información errónea.
Es urgente que los profesionales de la salud, las instituciones educativas y las plataformas digitales colaboren para garantizar que los consejos sobre nutrición provengan solo de fuentes calificadas. Solo con una educación adecuada, una regulación efectiva y un trabajo conjunto se podrá frenar esta tendencia y proteger la salud pública.